La paz y la seguridad en Europa y America: enfoques y tendencias.

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Resumen

Con la desaparición de la pugna Este-Oeste y del bloque socialista como tal, el panorama europeo y mundial de la paz y la seguridad se ha hecho más complejo. Entre las principales amenazas a la paz y a la seguridad el autor señala el divisionismo y la sectorización de Europa, el agravamiento de la disparidad económica y social, la inexistencia de una estrategia verdaderamente paneuropea de desarrollo orientada económica, social y ecológicamente y conflictos nacionales, étnicos y religiosos. En el caso de América, las principales amenazas para la paz y la seguridad son, entre otras, los ignominiosos índices de pobreza general y extrema, que la seguridad nacional de Estados Unidos implique injerencia e intervencionismo permanentes y la persistencia de problemas fronterizos.

Abstract

With the dissolution of the East-West conflict and the disappearance of the socialist block, the peace and security environment both in Europe and the rest of the world has become more complex. The author mentions that among the main threats to peace and security we can find the division and sectorization within Europe, the deepening of social and economic disparity, the absence of a truly pan-European strategy oriented towards economic, social and ecological development and national, ethnic and religious conflicts, According to the author, in the case of America, the main threats to peace and security derive from its permanent need to influence and intervene in other nations, as well as the persistence of its border problems.

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El 9 de mayo de 1998 se conmemoró el cincuentenario del Congreso de La Haya, Holanda, celebrado ya en plena Guerra Fría, donde aproximadamente 800 delegados, representantes de los más diversos campos de actividad de la región occidental del continente, se reunieron para reflexionar conjuntamente sobre el futuro de Europa, dando con ello inicio al Movimiento Europeo, basado en la expectativa de que, de una vez por todas, pusiera fin a las guerras intestinas europeas y el clamor por una Europa unida, en la que las personas, las ideas y los bienes pudieran circular libremente, principio en el que se basa el concepto del mercado único, y que empezó su obra poniendo los cimientos del Consejo de Europa, constituido al año siguiente en Estrasburgo, y del Colegio de Europa, fundado años más tarde en Brujas, Bélgica. (1)

Dado que también hace 50 años se estableció por un lapso igual la Unión Europea Occidental (UEO), ahora en revisión, y se reestructuraba la organización regional americana encargada inicial y prioritariamente de la seguridad, esta emotiva conmemoración mueve a una nueva reflexión, a medio siglo de distancia, entre la segunda posguerra mundial y la posguerra fría, sobre los enfoques y las tendencias de la cuestión fundamental de la paz y seguridad en Europa y América, así como su insoslayable interrelación.

En pleno esfuerzo bélico, el futuro de Europa prevalecía en la diplomacia constructora del orden internacional de la segunda posguerra; casi todo lo relativo a otras regiones del mundo era secundario o complementario. El poder tenía su asiento en la margen oriental y allende el continente, en la Unión Soviética y Estados Unidos, pero su pivote de aplicación partía del centro de Europa.

Durante la Segunda Guerra Mundial, casi desde sus inicios, quienes encabezaron las acciones conjuntas de las potencias aliadas se preocuparon no sólo por la estrategia y las tácticas militares más efectivas para emprender, mantener y ganar la contienda, sino también, y paralelamente, por diseñar, planear, organizar y construir el orden mundial de la posguerra.

A partir de 1943, en cuanto el curso de las hostilidades en Europa empezó a inclinarse a favor de los aliados, gracias definitivamente a las severas y determinantes derrotas infligidas por los soviéticos a los alemanes, sólo dos dirigentes, los de Estados Unidos y la Unión Soviética; tres, considerando el necesario concurso complementario de Reino Unido; y finalmente cuatro con la participación más bien simbólica de la Francia "libre", encauzaron y tomaron las decisiones fundamentales, incluyendo de manera significativa las relativas al futuro sistema de organización, paz y seguridad que, substituyendo a la Sociedad de Naciones, partiría de ese continente y se extendería a todo el planeta, pero se reservaron palancas de control exclusivas.

Así, desde el principio, la estructura del sistema de paz y seguridad internacional tuvo niveles diferenciales centrífugos, teniendo como eje el de las superpotencias mismas, Unión Soviética y Estados Unidos, que inhibió y supeditó a sus directrices y condiciones al sistema multilateral que implicaba la Organización de las Naciones Unidas, utilizándolo o marginándolo a conveniencia mutua o separada e imposibilitándole una manifestación propia y plena.

El hecho más significativo al respecto lo constituye el hecho de que en Yalta las superpotencias se hayan conferido a sí mismas, en forma exclusiva--extendiendo su práctica como un formalismo a sus asociados permanentes en dicho foro, China, Francia y Reino Unido--el derecho de veto en el sistema de votación en el Consejo de Seguridad de la ONU, como una especie de varita mágica que desvanecería como por encanto cualquier posibilidad de enfrentamiento militar directo entre ellas y, por lo tanto, de una nueva conflagración mundial.

Por ello, aunque el centro de asiento y partida de estos grandes designios estaba en Europa, esta situación sólo era coyuntural, es decir, que no tenía por objeto primordial resguardar la paz y seguridad de Europa por ella misma, sino por lo que significaba para la posición, calidad y condición de las grandes potencias. Está claro que para éstas predominaba el valor o significado estratégico, en una perspectiva geopolítica, de Europa y las demás regiones del mundo sobre los genuinos intereses y aspiraciones de las naciones que las poblaban.

La paz y la seguridad de ambos hegemones, dadas sus patentes e irreconciliables diferencias ideológico-políticas, cuyas tendencias implicaban rutas de colisión, condujo a la vez preventiva y prospectivamente al nuevo reparto del mundo, que materializaría la constitución de los "bloques" básicos, sobre los que cada superpotencia ejercería su férreo dominio directo y exclusivo, es decir, el Este y el Oeste, los campos socialista y capitalista.

Una falla de imprevisión en el diseño de este sistema fue no considerar o tener debidamente en cuenta otras importantes fuentes potenciales de inestabilidad, inseguridad y conflicto en todo el planeta, tal vez debido a que en su gran mayoría todavía seguían acalladas y encubiertas por el colonialismo ejercido por las potencias de antaño, imperando la perspectiva militar, y concentrándose en que el centro de atención estaba en Europa y, complementariamente, en el Este de Asia y el Pacífico.

La consonancia entre el creciente conocimiento, la magnitud de esta ignominia mundial y sobre todo de la lucha por la emancipación de los pueblos colonizados, el agotamiento de esta forma inicua de expoliación humana, principalmente por su decreciente rentabilidad para las ex metrópolis, potencias ahora venidas a menos y extremadamente debilitadas, condujo al pronto desmantelamiento progresivo de esta forma tradicional ya inoperante de imperialismo y su consiguiente substitución por otro sistema de explotación que fuera más eficiente y efectivo, un nuevo imperialismo, ahora dirigido, impulsado y controlado por el nuevo hegemón del capitalismo mundial.

Esa fue la respuesta a la grave fractura que ocasionara a la "paz y seguridad mundial" la aparición de los no previstos nuevos "bloques" Norte-Sur, surgidos como consecuencia del auge de la descolonización y la ostensible y ominosa asimetría del desarrollo humano en todos sus aspectos, que en otra perspectiva o configuración simultánea de la estructura de la sociedad internacional se imbricaron, superpusieron o adicionaron a la división ideológico-política, socialismo-capitalismo, escindiéndola también en función de su posición en la sociedad internacional por sus condiciones económicas, nivel de vida y perspectivas de evolución, en desarrollo-subdesarrollo.

Así, los intereses en materia de paz y seguridad bilaterales interhegemónicos se impusieron y dominaron sobre los multilaterales, universales y regionales, compitiendo en este último nivel de manera tenaz en Europa, particularmente alrededor de Berlín y la cuestión alemana, así como en Asia y el Pacífico, mientras que en África y América sólo tuvieron algunas escaramuzas.

Con la desaparición de la pugna Este-Oeste y del bloque socialista como tal, el panorama europeo y mundial de la paz y la seguridad se ha hecho más complejo y complicado, ya que al desvanecerse la ondición de las superpotencias y de sus correspondientes bandos como enemigos inminentes, permanentes el irreconciliables, en el supuesto declarado de que "ni Rusia ni Estados Unidos se amenazan militarmente en forma recíproca", (2) así como sus peligros, efectos e implicaciones, las percepciones y los enfoques del balance de poder--y consecuentemente de la seguridad--requieren ser corregidos, ajustados y ampliados.

Así, es necesario reconocer por fin que la seguridad nacional, una de las preocupaciones fundamentales de los Estados durante el siglo XX (3) que se mantendrá en el XXI, no es únicamente la capacidad de asegurar la protección contra una amenaza militar exterior, que casi siempre se ha logrado o pretendido conseguir con niveles importantes de fuerzas armadas y armamentos, estableciendo alianzas políticas y militares y formando bloques y coaliciones defensivo-ofensivos, así como fomentando todos los factores de la producción que repercuten en ellos, especialmente el científico-tecnológico, orientados en primera instancia a asegurarse la superioridad militar.

La seguridad nacional abarca...

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