El papel del mexicano en el desarrollo nacional

AutorJaqueline Jongitud Zamora
CargoDocente-investigador por oposición de la Facultad de Derecho de la UV e investigadora nacional
Páginas1-11

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Nota introductoria

El documento que el lector revisa no es una investigación de Etnopsicología, por esa razón no encontrará en él un estudio exhaustivo relativo a la "mexicanidad", sino sólo aproximaciones que diversos autores, éstos si especializados en la temática, han Page 2 hecho respecto a las características psicosociales que los mexicanos presentamos como "grupo cultural".12 Los datos obtenidos a partir de estos acercamientos, contrastados con los deberes ético-jurídicos que las personas tienen respecto al desarrollo, nos permitirán delinear una serie de cuestiones notables relativas a nuestra propia participación en el desarrollo nacional.

1. ¿Quiénes somos? Algunas aproximaciones a la "mexicanidad"

Plantear la existencia de una mexicanidad ha sido desde los primeros intentos sumamente complejo. Ello no sólo por la naturaleza misma de la investigación, sino también porque la mexicanidad se integra de diversas, e incluso, contradictorias realidades y manifestaciones. Por ello no es extraño encontrar clasificaciones que pretenden mostrar las particularidades por grupo al interior del país.3

Más allá de las evidentes diferencias caracterológicas que existen entre los mexicanos, derivadas de condiciones socioculturales y económicas, los especialistas en la temática han intentado delinear un perfil nacional.

En el anterior sentido autores como Díaz Guerrero4, Santiago Ramírez5, Samuel Ramos6, Rodríguez Estrada7, Bartra8, Monroy9 y Alan Riding10, han destacado que una de las constantes colectivas en México es el complejo o sentimiento de inferioridad, el cual nos ha conducido invariablemente a imitar irreflexivamente a otras culturas y a olvidar el postulado básico de que aquello que puede ser una respuesta adecuada en un determinado contexto puede no serlo en otro.

Nuestro componente indígena con sus propias inclinaciones fue minusvalorado y en su lugar se impuso la cosmovisión española lo que implicó frustración, miedo e incertidumbre respecto a continuar con los propios rasgos o "aceptar" los impuestos. Por lo que el imitar se convirtió en un medio de sobrevivencia o de participación no vergonzosa dentro del nuevo contexto. El pretender imitar primero a los españoles, luego a los franceses y más recientemente a los estadounidenses sólo ha sido el resultado del sentimiento de inferioridad entremezclado con los sentimientos de admiración [amor/mestizaje]-odio experimentados respecto a los conquistadores.

La simulación es una característica que también ha sido constantemente señalada y que se encuentra íntimamente ligada a las anteriores. Ésta es sumamente activa pues se recrea a cada instante. Nos auto-creamos, fingiendo ser lo que no somos, y lo que deseamos ser, hasta que llega el momento en que realidad y apariencia, mentira y verdad, se confunden. La simulación se instala en nuestro ser y se convierte en el fondo Page 3 último de nuestra personalidad. Fingimos ser lo que nos somos llegando al extremo de creer que la realidad es lo simulado.11

Riding y Lewis han destacado por su parte la tendencia del mexicano a solo vivir el momento sin pensar en el futuro12. Ligada a esta tendencia puede ubicarse una característica más que han destacado Benítez13, Rodríguez, Riding y González; esto es, la marcada inclinación a la corrupción. Los mexicanos, señalan algunos de estos autores, ubican al esfuerzo en última instancia y anhelan la obtención de las cosas de manera fácil14, sus relaciones se guían más por el pragmatismo que por la ideología y por el poder más que por la ley.

En el anterior sentido cabe destacar que desde 1995, año en el que Transparencia Internacional empezó a realizar sus estudios de percepción de la corrupción en el mundo, nuestro país no ha podido pasar, en una escala de 1 a 10, de la calificación de 4 (nuestra calificación más alta: 3.6 según los reportes 2002, 2003 y 2004) 15.

Más allá de la "percepción" Transparencia Mexicana informó16 que entre 2005 y 2006, con base en una muestra de un poco menos de dieciséis mil personas, en México se registraron 115 millones de actos de corrupción en los últimos doce meses (partiendo de octubre de 2005) lo cual representa poco más de 19 mil millones de pesos. Siendo los actos de corrupción más comunes los de evitar ser infraccionado o detenido por un agente de tránsito; evitar que el coche sea llevado al corralón o sacarlo de él, y pagar por estacionar el coche en vía pública en lugares controlados por personas que se apropian de ellos.

El hermetismo como recurso del recelo y la desconfianza, la resignación, paciencia y disposición al sufrimiento, la falta de organización, la fácil derrota17, el respeto que raya en la abnegación18, el fatalismo, el individualismo y el egoísmo social19, la creatividad, el constante intento de huir de la realidad, el amor por el formalismo, inclusive vacío de contenido20, la ambivalencia amor-odio hacia la figura femenina son, entre otros, algunos de los elementos que los especialistas han identificado como característicos de nosotros los mexicanos.

Evidentemente los planteamientos abordados en los puntos anteriores no deben llevarnos a una suerte de determinismo irracional21, sino que más bien deben invitarnos a reflexionar a qué actitudes, esto es, qué procesos mentales individuales están condicionando tanto nuestras respuestas activas como potenciales, en el contexto Page 4 nacional22. Al respecto se ha sostenido que los mexicanos deberíamos aceptar nuestra diferencia con todo lo positivo y negativo que conlleva, pues ello implicaría perder el miedo y la vergúenza que se nos impuso. Se requiere entonces de una autocrítica no denigrante, ni minimizadora, sino objetiva de lo que somos y de lo qué pretendemos ser.

En el anterior sentido es sumamente importante distinguir entre lo real y lo posible23; es necesario reconocer -como diría Paz- que en cada hombre late la posibilidad de ser o, más exactamente, de volver a ser otro hombre24.

2. El desarrollo como deber ético-jurídico de las personas

El cuatro de diciembre de 1986 en el seno de Asamblea General de la ONU es aprobada la Declaración sobre el derecho al desarrollo25. Dicho documento implica, al menos, las siguientes cuestiones:

1) el reconocimiento de un derecho humano al desarrollo, que como tal cuenta con las características propias de todos los derechos humanos reconocidos: universalidad, inalienabilidad, indivisibilidad, etc.;

2) el reconocimiento del desarrollo como un proceso que implica factores económicos, sociales, culturales y políticos; cuestión que desmarca al desarrollo del enfoque de éste como mero crecimiento económico;

3) el reconocimiento de que todo proceso de desarrollo debe tender al mejoramiento constante de toda la población y los individuos sobre la base de su participación activa, libre y significativa y en la distribución de los beneficios que de él derivan26.

Respecto al último punto y conforme a lo dispuesto en la Declaración de responsabilidades y deberes humanos todas las personas tenemos la obligación de participar en los asuntos públicos, y como titulares de los derechos humanos y libertades fundamentales tenemos la obligación de respetar y promover los derechos de los demás27.

Lo anterior cobra todavía más relevancia cuando al interior de los diversos grupos de trabajo respecto al derecho al desarrollo se ha reconocido que entre los mayores obstáculos nacionales para el logro del desarrollo se ubican a la discriminación de la mujer, de los pueblos indígenas y de las minorías en su derecho de participación y de acceso a la atención sanitaria, educación, trabajo, propiedad y otros derechos económicos sociales y culturales; el analfabetismo; las desigualdades en la distribución de la tierra y de los ingresos; la falta de respeto al derecho a la vivienda; la corrupción; Page 5 la mala administración, falta de transparencia y responsabilidad; la mala gestión de recursos naturales y los conflictos internos28.

Ahora bien, si se observa con detenimiento se trata de problemas, varios de ellos, que no pueden ser imputables exclusivamente a un determinado sector social o exclusivo de responsabilidad por parte de la clase dirigente del país, sino que se trata de cuestiones en las que de una u otra manera todos hemos estado implicados a lo largo de la accidentada historia del desarrollo nacional.29.

En el anterior sentido es urgente que, en primer lugar, reflexionemos acerca del contexto en el que nos desenvolvemos, así como respecto al papel que hemos estado desempeñando en el mismo, y en segundo lugar, que reconduzcamos nuestros esfuerzos a forjar, desde nosotros mismos, una ciudadanía que promueva -en lugar de obstaculizar- el desarrollo nacional30.

3. Replanteamientos necesarios para el desarrollo nacional

Tomando en consideración los apartados anteriores cabe decir que un problema importante para alcanzar el desarrollo en México es el de la falta de autoconfianza. Véasele como se le vea: desde la actitud acomodaticia a formas extrañas, hasta la creencia explícita o implícita de que cualquier cosa se hace mejor fuera que dentro de nuestras fronteras, la falta de autoconfianza, que puede percibirse en franjas de todos los sectores de la población y que muy a menudo es resobada por los medios de comunicación es un problema.

La confianza en uno mismo es sin duda fundamental para los procesos de desarrollo, de...

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