La oferta de progreso

AutorGabriel Zaid
Páginas1008-1014
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LA OFERTA DE PROGRESO
1. LOS DEBATES sobre el progreso del campo no son debates campesinos, dis-
persos a través de pequeñas comunidades. Son debates universitarios en los
foros urbanos. (Algunos participantes toman las armas y se dispersan por el
campo, pero continúan teniendo como foro de resonancia y como meta
triunfal las ciudades.)
El contenido de los debates, las pugnas geopolíticas, ideológicas, técni-
cas, hacen perder de vista que los adversarios pertenecen a una misma cultu-
ra universal, que se extiende por el planeta y se impone a todas las culturas
tradicionales: la cultura del progreso.
Las diferencias de opinión sobre qué es progreso, cómo y quién debe
ofrecerlo, a quiénes, pueden verse en el marco de las discusiones más o menos
técnicas de las distintas profesiones proveedoras de progreso. Pueden verse
en el marco de la competencia por los mercados internacionales (de armas,
inversiones, productos, tecnología, in uencia). Pueden verse en el marco de
la lucha de clases. Pero, en un marco antropológico, son pugnas internas
de la cultura del progreso.
Los proveedores de progreso están del mismo lado con respecto a sus
clientes, pacientes o pupilos: arriba, en el centro, adelantados. Los atrasados
son el tema, los consumidores, las víctimas, de la cultura del progreso; no
sus creadores, agentes, interlocutores.
2. El progreso autónomo, disperso, desde abajo, siempre ha existido;
pero nunca ha sido muy respetado, ni para efectos de registro y análisis his-
tórico, económico, sociológico. Se supone que abajo hay una masa amorfa
que debe ser refundida, por su propio bien, en alguno de los moldes del pro-
greso. Se supone que hay pocos moldes posibles. Con frecuencia, se habla de
dos: la alternativa salvadora (es decir: la que nosotros ofrecemos) y la perver-
tidora (es decir: la que ofrecen los otros). También se usa la dicotomía para
rechazarla y presentar una tercera posición salvadora que no es ni A ni B. De
cualquier manera, la oferta de progreso suele reducirse a un solo molde, im-
puesto desde arriba, aunque las mismas cosas (por ejemplo: el control de la
natalidad) resulten progresistas o reaccionarias, de izquierda o de derecha,
salvadoras o satánicas, según el proveedor que las ofrezca. Estas clasi cacio-
nes son decisivas para que ciertas cosas se ofrezcan o no se ofrezcan, según
las necesidades mitológicas, políticas o prácticas de los proveedores de pro-
greso. Que esas cosas sean pertinentes para las necesidades de los supuestos
bene ciarios, a juicio de éstos, no es lo que rige la oferta.

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