Globalización y regionalización: ¿nueva etapa capitalista?

AutorJohn Saxe-Fernández
CargoProfesor titular de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Coordinador del Seminario Teoría del Desarrollo del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM y responsable del proyecto DGAPA sobre la Geoeconomía y Geopolítica del Capital
Páginas39-64

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La "globalización" como paradigma

La"globalización"1 y una elaborada estructura conceptual con fundamento más en pilares axiomático-deductivos que histórico—inductivos se ha difundido y se ha consolidado en lo que Thomas Kuhn denominó como un "paradigma", es decir, una serie de propuestas generalmente aceptadas y reconocidas, que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidadPage 40 científica, en este caso la de las ciencias sociales, afectando sus concepciones sobre el pasado y dando los principales tintes a sus visiones sobre el futuro.2

Pero no es sólo la perspectiva histórica y las visiones utópicas de esta comunidad las que han sido afectadas sino que, como las palabras "internet" o "cocacola", el concepto de "globalización" ha llegado a formar parte del léxico periodístico, radiofónico y televisivo al ser usado cotidianamente y popularizado como parte del vocabulario de los órganos de difusión dominantes. Es difícil encontrar algún número periodístico en el que no aparezca alguna noticia o artículo con la palabra "globalización" y cada día son más frecuentes los programas informativos de la radio y la televisión en los que se asume o se presume de su omnímoda presencia en la vida cotidiana que afecta a los hombres y las mujeres de finales del siglo xx.

Además, alrededor suyo se han conjuntado ingentes esfuerzos institucionales, públicos y privados, e intereses del gran capital, cuyas secretarías de Estado, oficinas presidenciales, cámaras legislativas y de comercio, estructuras jurídicas y financieras, servicios de asesoría y otros órganos, frecuentemente debaten, organizan o auspician conferencias, seminarios y abundantes publicaciones sobre la globalización.

Algo similar se observa en el mundo de la academia, en institutos y universidades: la "globalización" satura el discurso estudiantil y profesoral, en medio de cientos de libros, ensayos, artículos de la más variada especie, mientras su incorporación en los programas de estudio, en los libros de texto y en las cátedras es realizado de manera expedita, muchas veces como parte de un discurso cuasi-automático, carente del sano cuestionamiento sobre sus referentes históricos y científicos.

Como lo advierte Kuhn, al aprender un paradigma, el estudiante, el empresario, el funcionario, el académico o el banquero adquieren al mismo tiempo alguna suerte de teoría, de método y de normas, casi siempre en una mezcla inseparable.3 Este paradigma implica aparentemente la existencia de una especie de "mutación" histórica, no muy bien descrita y más bien abstracta, que se asume o se explícita como la última novedad del pensamiento de frontera, está en proceso de disolver las fronteras nacionales, hace crecientemente obsoleto al Estado nacional y define, impacta y determina de tal manera el curso a seguir, especialmente en materia de política económica, que no es mucho lo quePage 41 puedan hacer las sociedades nacionales, las clases sociales o las culturas o etnias, ante los efectos de la "globlización".

Como el discurso globalista es aceptado tanto por la derecha como por la izquierda y el centro y las más variadas instituciones liberales y conservadoras, quizá resulte más adecuado categorizarlo como "paradigma", aunque esa amplia aceptación en sí misma no implica que esté proponiendo el abandono de su estudio como ideología.4 Pero su funcionalidad con los intereses establecidos y con el status quo junto con una simultánea y amplia aceptación, en virtualmente todo el espectro ideológico, indica la conveniencia de proceder, inicialmente en su estudio, siguiendo la propuesta kuhniana de "paradigma".

El hecho es que por doquier se asume, axiomáticamente, que el proceso de globalización se despliega con todo vigor en el mundo contemporáneo y que representa un estadio cualitativamente nuevo en el desarrollo del capitalismo. Sin mayor indagación sobre los órdenes de magnitud de las variables involucradas, se asume que ha surgido o está surgiendo una economía global en la que resulta irrelevante e irrealizable cualquier proyecto nacional de desarrollo; que una pretensión tal no sólo es un arcaísmo, sino que ni vale la pena intentarlo por ser una futilidad ante las incontrolables fuerzas del mercado global y el poder omnímodo de nuevos entes "no-estatales" que dirigen su dinámica: las corporaciones "transnacionales". Para regocijo de las grandes potencias capitalistas, parte nodal del mensaje del paradigma globalista al Tercer Mundo es precisamente asumir la obsolescencia de la "soberanía nacional". Para Estados Unidos es importante que esta noción permanezca dominante en el discurso de las élites académicas de América Latina, a la que considera su traspatio. La desactivación ideológica del nacionalismo y del antiimperialismo latinoamericano es parte central que coadyuva a la ofensiva corporativa estadunidense, que se centra en el apoderamiento y manejo directo de las principales actividades económicas de la región.

El discurso globalista resulta, en este sentido, una efectiva distracción y neutralización de cualquier programa reinvindicativo, nacional y popular, especialmente si su promoción no se hace desde órganos o ideólogos abiertamente comprometidos con el gran capital, sino por quienes en el pasado tuvieron una posición crítica y lúcida de cara a los grandes problemas latinoamericanos. Uno de los casos más patentes lo ofrece el sociólogo brasileño Octavio lanni quien, en medio del programa de privatización petroquímica, ferrocarrilera, portuaria, aeroportuaria y satelital; de la rebelión chiapaneca; de la másPage 42 brutal represión contra la inmigración mexicana a Estados Unidos (construcciones de bardas metálicas y una profunda y extensa militarización fronteriza), nos asegura que:

Si es verdad que la globalización del mundo está en marcha, y, todo indica que así es, entonces, comienza el réquiem por el Estado-nación [...] cuando las fronteras son nulificadas o anuladas, la soberanía se transforma en figura retórica; objetivamente la sociedad nacional se revela en una provincia de la sociedad global. Por más desarrollada, compleja y sedimentada que sea la sociedad nacional, la misma se transforma en subsistema, segmento o provincia de una totalidad histórica y geográfica más amplia, abarcante, compleja, problemática, contradictoria.5

Como el discurso "globalista" asume una oposición absoluta entre lo nacional y global, naturalmente los movimientos político-militares de los que se han rebelado ante el "orden neoliberal" —por ejemplo el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en México— no son más que resabios "anacrónicos", expresiones de estrategias y luchas reivindicatorías pasadas y sin mayores posibilidades de afectar los dictados que ahora emanan del exterior. Al respecto, dice lanni que "el movimiento antisistémico o de desconexión de cualquier proyecto político, económico o social aparece difícil, por no decir propiamente imposible [esos movimientos no lograrán] la desconexión, la autonomización, la intemalización de los centros de decisión, el proyecto nacional, la soberanía".6 Más que una reflexión seria y científica o históricamente fundamentada, la de lanni parece una expresión extrema del discurso globalista, con tintes teológicos, expresión de una fe, de un credo políticamente desactivador cuyo mensaje central es "la globalización no nos deja de otra", invitando así a aceptar los dictados del gran capital, concretados, en el caso latinoamericano, en las cartas de intención del Fondo Monetario Internacional (FMI)yen las cartas de "políticas por rama" del Banco Mundial. El discurso de lanni asume un aire cosmopolita justificante y se refiere a una enorme movilidad que le permite a los profesionistas estar en París, Tokio o Nueva York en una sola semana. Utilizando el trabajo de lanni como una expresión extrema del paradigma globalista, dos autores recientemente comentaban que:

se trata nuevamente de un sistema universal jerarquizado, vástago del antiguo ecumenismo helenístico-romano, el cual posteriormente sería asimilado por el imperialismoPage 43 expansionista cristiano, primeramente católico (franco-ibérico) y posteriormente protestante (anglo-sajón sobre todo). Se trata (en palabras de lanni: de un nuevo cosmopolitismo...se abren los horizontes del cosmopolitismo), cosmopolitismo es precisamente el término utilizado en la filosofía helenístico-romana para referirse a lo que ahora llaman globalismo.7

La funcionalidad de lo que realmente es una teología "secular" que se expresa en el discurso globalista con la promoción y consolidación de los grandes intereses hegemónicos en América Latina (fundamentalmente estadunidenses), no deja de tener un sustancial paralelismo con la interrelación estrecha que se dio, durante la conquista, entre la cruz y la espada: dos expresiones de la misma pacificación, la de los espíritus y la de los cuerpos. Por ello, en varias oportunidades hemos llamado la atención sobre el hecho de que la observable internacionalización de las relaciones económicas no conlleva la idea de "sobredeterminación heteronómica", a menudo hallada en los análisis "globalistas" sobre los efectos de la economía internacional en los problemas y procesos locales, nacionales o regionales: se trata de una tendencia que es particularmente estorbosa en un mundo en el que se abren mayores espacios nacionales y regionales por la observable diversificación de fuentes de innovación tecnológica y de inversiones.

Hemos advertido, además, que las ideas globalistas han estimulado la pasividad y el conformismo, ya que asumen que las "fuerzas del mercado global" poseen capacidades extraordinarias para determinar y limitar las opciones y las políticas, como si la dinámica interna y las relaciones de clase hayan cesado de operar.8 El problema es que a lo largo de los...

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