El nuevo panóptico multicultural

AutorPablo Lazo Briones
Páginas41-74
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El nuevo panóptico multicultural
La perversión semántica de las imágenes
en una sociedad multicultural
A
despecho de las polémicas sobre la noción que podamos formarnos del fenó-
meno de la multiculturalidad, que en todo caso son un momento teorizante
secundario, lo que es fascinante desde cualquier mirada, a favor o en contra
de este fenómeno, es la proximidad de estilos culturales de ser que es invitación a lo
diverso, a lo extraño, a lo otro.
Si se toman las esferas multiculturales de nuestras sociedades como algo más
que resultados de una ideologización de nuestras formas de convivencia (y del se-
guimiento pasivo de los fetiches modernos que ya criticamos), éstas constituyen una
invitación epistémica a conocer otras formas de ser, otros estilos de expresión de lo
humano, pero también, al mismo tiempo y esto es lo más fascinante, una invitación
a transformarnos culturalmente en presencia del otro, una oportunidad histórica de
dejar de hablar en singular al tiempo que confrontamos y ponemos en tela de juicio
nuestros estilos más arraigados de significación del mundo, nuestras prácticas cultu-
rales que observamos como seguras y permanentes, a salvo de cualquier corrosión o
alteración por un agente externo y por ello potencialmente peligroso.
Una hermenéutica de las imágenes ejercida dentro de estas esferas multicultu-
rales se enfrenta así a dos fenómenos semánticos confluyentes pero opuestos: por
un lado, a universos de símbolos coherentes y sostenidos hacia dentro, propios de
comunidades tradicionales o nuevos grupos sociales, que producen y reproducen el
sentido de muchas de sus prácticas culturales justamente en las imágenes en donde
se concentra su peculiar estilo de ser. Por otro lado, la inserción de estos universos
simbólicos, en cierta medida cerrados, en una red de significados o sistema social
CrítiCa del multiCulturalismo, resemantizaCión de la multiCulturalidad
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mucho más amplio, que los abarca pero no por ello los domina, no por ello los deter-
mina a reproducir la homogeneidad de su lógica globalizante.
Esta hermenéutica se enfrenta de entrada, pues, a un espacio multicultural que es,
radicalmente, el desafío de nuestras prácticas culturales, de nuestras convicciones
tranquilizadoras, de nuestros criterios valorales, de nuestros imaginarios más pro-
fundos y más activos, en suma, esta hermenéutica está comprometida en un desafío
de lo que somos y al mismo tiempo es una chance histórica, para decirlo con una
fórmula de Gianni Vattimo, de ser de otro modo.
Hay que decirlo sin temor a cometer alguna exageración: quizá nunca antes se
había presentado este insistente lugar de autocrítica radical en esferas compartidas
con formas de ser otras.
Un riesgo siempre ronda este desafío de transformación intercultural y lo destina
al fracaso: que la forma en que se producen y reproducen las imágenes y las prácticas
por parte de los grupos culturales sea simplemente el medio de la ideologización o
manipulación, el despliegue de una razón instrumental que calcula y mide el éxito de
su operatividad pretendiendo extender, violentamente, un solo estilo cultural de ser
sobre otros. Lo que llamamos en el capítulo anterior la fetichización de la Cultura
Única.
Debido a que estas pretensiones etnocéntricas, donde lo particular se pone la
máscara de lo universal y pretende pasar por tal, son las más frecuentes en nuestras
esferas multiculturales, una hermenéutica que las enfrente es a la vez crítica e inter-
pretativa y lo uno por lo otro. Lo que quiere decir que, en una labor crítica negativa,
intenta desarmar las trampas y falsas extensiones culturales cuando la pretensión de
fondo es el dominio o la absorción de la diferencia cultural por la identidad ideoló-
gica. La crítica de Slavoj Zizek, que tendremos ocasión de comentar más adelante,
va justo en este sentido.
Como crítica negativa, esta hermenéutica sabe localizar las estrategias de poder,
los emplazamientos espurios de supuestos valores universales fijados en imágenes
de dominio común que todos reproduciríamos con la misma carga semántica, sabe
delatar el papel que juegan una antropología y una metafísica de corte ideológico, y
las imágenes sobre hombre y mundo que inoculan sin reservas. Pero también, como
descripción propositiva, como ejercicio positivo, esta hermenéutica propone salidas
del encerramiento etnocéntrico, o bien, dicho de otra forma, propone formas creati-
vas de regenerar el sentido perdido o desvirtuado de las imágenes y las prácticas por
parte de los individuos y de los grupos culturales. En palabras que siguen la conocida
dialéctica que propuso Paul Ricoeur, quisiéramos practicar una suerte de comple-
mentación entre crítica y hermenéutica de las imágenes, una complementación de
una hermenéutica de la sospecha y una hermenéutica de la restauración del sentido
el nuevo panóptiCo multiCultural
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teniendo como objeto de reflexión las posibilidades semánticas (ricas y pobres, li-
bres y manipuladas) de las imágenes en el mundo multicultural.
Angostamiento del sentido
Para una hermenéutica de las imágenes que persiga una mínima unidad de sentido,
la actual intensificación de los procesos de generación y regeneración de imágenes
es un reto que compromete su cometido. El viejo tópico de la filosofía, la relación
entre uno y muchos, aquí se agudiza adoptando una figura nunca antes vista y que
mina quizá al máximo la capacidad (y la voluntad) de explicarse con un mínimo de
comprensión los fenómenos.
Si el cometido de una hermenéutica de las imágenes es dar cuenta del carácter
significativo que portan éstas, la referencialidad que encarnan como unidades de
sentido, parece que queda en entredicho si de lo que se trata es de interpretar las múl-
tiples y siempre novedosas imágenes que aparecen día a día en anuncios publicita-
rios, en las miles de redes del hiperlenguaje o hipertexto de internet,1 en los discursos
subterráneos de cada vez más subculturas y contraculturas, y en fin, en el fenómeno
inédito de sobreproducción de imágenes en los espacios multiculturales de las ac-
tuales concentraciones poblacionales. Pero el problema para hacer posible una
hermenéutica de las imágenes en el sentido de una recuperación descriptiva y
una compresión asumida de su sentido, y no solamente una repetición funcional de
la operación a que obligan, parece hacerse aún más agudo debido a que no se trata
nada más de hacerse de una heurística de descripción y traducción de los signos que
se han hecho múltiples y altamente diversos o diferidos, este es apenas la mitad del
problema. La otra mitad radica en que estas múltiples señalizaciones a interpretar
sufren hoy día un decaimiento de su significado, una perversión de su poder de refe-
rencialidad, un empobrecimiento de su capacidad de señalización.
1 El prefijo inter de la palabra internet lleva en más de una ocasión a confusiones sobre la supuesta
interconexión de las imágenes, de su sentido de fondo. Aquí el inter no es vinculación entre redes, no
crea un acto comunicativo ni comprensivo ni vinculante en un sentido cultural, social o político. Se trata
de una mera contigüidad sin interpenetración íntima de los distintos lenguajes puestos en juego, cuya
unidad se reduce, como veremos más adelante, a la función, a la operación del usuario de las webs,
tanto en su habilidad técnica de viajar en ellas como a su repercusión como consumidor. En la mayor
parte de los casos no hay, pues, la creación de un espacio en común verdadero que crearía la web, y el
inter genera sólo una ilusión de que tal espacio ha sido alcanzado.

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