Notas sobre globalización y cultura democrática

AutorGema Marcilla Córdoba
CargoProfesora Titular de la Universidad de Castilla-La Mancha (ESPAÑA.)
Páginas123-141

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Abundantes estudios se han ocupado de la globalización examinando su impacto en la economía y las finanzas, en las relaciones laborales, en el medio ambiente, etc. Desde el punto de vista de la filosofía política, uno de los temas cruciales seguramente sea el de las relaciones entre la globalización y la democracia. Este trabajo pretende dar cuenta de dos aspectos de tal relación: de un lado, examinará si la globalización se caracteriza (o debe caracterizarse) por la expansión de la cultura democrática. De otro lado, se planteará si la democracia necesita ser re-configurada a la luz de los cambios que lleva aparejada la globalización.

Antes de entrar en tales cuestiones parece oportuno indicar la noción de globalización y de democracia que en estas páginas se toman como referencia, pero sin intentar un análisis conceptual detallado sobre ambos términos. Entre otras razones, porque sobre la globa-lización existe tal cantidad de literatura que el problema conceptual exigiría un trabajo monográfico. Asimismo, tam-poco es nuestro objeto contribuir al esclarecimiento del complejo concepto de demo- cracia.

Un significado extendido del término globalización es la "tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales."1 Cierto que es en el ámbito económico donde se producen con mayor intensidad procesos globales: la economía opera como "la fuerza impulsora de la globalización contemporánea, y no se puede realizar una conceptualización respecto de la naturaleza y modelo de globalización sin hacer referencia a este aspecto."2 Sin embargo, parece aconsejable examinar la globalización desde una perspectiva más amplia que la económica, en la línea de D. HELD y A. MACGREW.3 Desde esta óptica, la globa-lización se identifica con cambios significativos, profundos o estructurales en la escala o ámbito de las relaciones sociales, económicas, políticas, así como en sus principios organizativos. Las manifestaciones más importantes de la globalización serían, a juicio de los autores citados, elPage 125crecimiento de las corporaciones multinacionales, los mercados financieros mundiales, la difusión de las culturas y la importancia de la degradación medioambiental global. En definitiva, la globalización representa un fenó-meno esencialmente económico, aunque con apoyos e implicaciones de tipo ideológico (filosofía liberal o neoliberal), político (disolución de las fronteras estatales y debilitamiento del Estado como monopolizador del poder dentro de las mismas), tecnológico (el espectacular desarrollo de las nuevas tecnologías en el transporte, la información y comunicación) y jurídico (el surgimiento de instituciones y normas transnacionales, desregulación de sectores antes intervenidos por el Derecho público estatal, etc.).

De todas formas, tal vez lo más esclarecedor a la hora de comprender los discursos sobre la globalización no sea tanto la definición que se ofrezca de la misma, cuanto la toma de postura que subyace a tales discursos. En este sentido, pueden identificarse tres corrientes de opinión: hiperglobalistas, escépticos y transformacionalistas.4 Los hiperglobalistas vinculan la globalización a cambios cualitativos en las relaciones internacionales, así como en las estructuras e instituciones nacionales e internacionales. Para esta orientación, las fuerzas económicas son motor de estos cambios políticos, culturales, medioam-bientales, etc.; cambios que se consideran "inevitables". Por el contrario, los escépticos consideran que la globalización es un mito, en el sentido de que el discurso de la globalización exagera la trascendencia y la novedad de los cambios: no supone una novedad histórica la ampliación de los vínculos internacionales y la soberanía estatal no está siendo socavada por la internacionalización económica. Por último, los transformacionalistas o transformacionistas5 adoptan una posición intermedia o moderada: los procesos que están teniendo lugar a escala global son capaces de provocar transformaciones relevantes en el sistema internacional y plantean importantes desafíos teóricos y prácticos. Los Estados son cada vez más interdependientes y encuentran dificultades para cumplir sus funciones sin recurrir a la coope-ración internacional.6 Ahora bien, lo peculiar de esta corriente de opinión es que considera que el curso o evolución de tales procesos no es independiente de las elecciones de los actores implicados, en especial de los actores políticos.Page 126Esta tercera concepción parece la más fructífera para examinar las relaciones entre la globalización y la demo-cracia.

Por lo que se refiere al término "democracia", aquí se usará en un sentido lato, dando cabida no sólo al procedimiento de toma de decisiones públicas en las que el demos participa directa o indirectamente a través de representantes legítimos sino en general al modelo de convivencia que caracteriza a los actuales Estados de Occidente. Es decir, al Estado de Derecho o sistema de organización político-jurídica basado en el imperio de la ley que es expresión de la voluntad popular, la separación de poderes y el respeto a las libertades públicas. Tampoco habría inconveniente en entender que el concepto de democracia comprende fórmulas superadoras del Estado legal de Derecho, como el constitucionalismo,7 que exige conciliar la regla de las mayorías con un "coto vedado" que protege a las minorías de las eventuales decisiones mayoritarias abusivas. Tal coto vedado suele contenerse en constituciones normativas, rígidas y garantizadas, que constriñen la libertad política de legislador a vínculos jurídicos, generalmente expresados en forma de normas abiertas y tendencialmente contradictorias -lo que se suele llamar principios- que estimulan un tipo de razonamiento jurídico, difícil de desligar del razonamiento práctico general o moral.8

Una vez efectuadas las someras aclaraciones terminológicas, comenzaremos por la primera cuestión. ¿La globalización se caracteriza desde el punto de vista político por la expansión de la democracia? Esta pregunta puede tener al menos dos sentidos, uno empírico y otro normativo, que conviene distinguir.

En primer lugar, la pregunta puede significar si es acertada la descripción que vincula la globalización con una efectiva extensión de la cultura demo- crática y de las condiciones precisas para la vigencia de la democracia.9 La cuestión de tipo empírico es objeto de debate en el que se manejan diversas hipótesis o argumentos, que podríamos tratar de ordenar en función de si se refieren a las repercusiones de la globalización sobre estados democráticos oPage 127sobre estados con una democracia precaria.10

Así, focalizando la atención en los efectos que la globalización está produciendo en Estados democráticos, se discute fundamentalmente sobre la calidad del debate democrático: de una parte, suele afirmarse que la globalización favorece el crisol de ideas y tradiciones en pro de la calidad pluralista de los sistemas democráticos. Pero, al mismo tiempo, es también una idea extendida la de que la globalización está provocando la creciente irrelevancia de la toma de decisiones mayoritarias por parte de representantes democráticamente elegidos y responsables. Tal irrelevancia obedece a que, por un lado, muchos problemas dejan de ser estrictamente nacionales y, por otro lado, a que los agentes económicos privados a menudo pueden sustraerse impunemente al cumplimiento de obligaciones estatales e influir poderosamente en las deci-siones políticas de un país.11

Prueba de este desplazamiento de poder desde el Estado a los agentes económicos es el fenómeno de la desregulación, que no consiste en la anomia, sino en la retracción de normas de Derecho público destinadas a la protección social, laboral, ambiental, etc., en beneficio de normas de Derecho privado y de la autorregulación de las grandes empresas transnacionales. Este efecto se produce fundamentalmente por la competencia entre los Estados por el afincamiento de los agentes económicos, que les conduce a establecer las mejores condiciones para éstos y a dejarles influir en la toma de decisiones. Todo ello supone un retroceso para la participación ciudadana o democrática.12Page 128

También se discute si la globalización menoscaba la homogeneidad de las oportunidades de vida o la aumenta, favoreciendo en este caso las condiciones de la democracia. Menos discusión genera la afirmación de que la necesidad de incrementar las medidas de seguridad como consecuencia de la criminalidad y del terrorismo internacional es un factor en detrimento de la calidad liberal de los sistemas democráticos.13

Si prestamos atención a los efectos de la globalización sobre Estados no democráticos o escasamente democratizados, el debate gira sobre argumentos como los que siguen.

Suele debatirse cómo contribuye la globalización a la generalización de los derechos humanos: por un lado, se señala que la globalización ha supuesto el auge de los instrumentos jurídicos internacionales en materia de derechos humanos, de modo que los estados vienen obligados a cumplir una importante regla de las sociedades democráticas. Pero, por otro lado, la "globalización de la democracia" es evaluada por muchos como un nuevo imperialismo encubierto, y las guerras de Irak y Afganistán como un ejemplo de uso espurio del argumento de la necesidad de extender la libertad y la democracia.14

En los países pobres la globalización aumenta la pobreza dificultando la creación de las condiciones de vida democrática. Pero también es frecuente la afirmación de que la globalización tiende a disminuir la pobreza a nivel mundial, siempre y cuando se establezca una regulación que evite efectos no deseados (monopolios, pérdida de empleo en determinados sectores, etc.). A este potencial de la globalización para disminuir la pobreza se uniría que la "globalización económica", entendida como liberalización económica a escala global, se...

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