Nota introductoria

AutorRafael Estrada Michel
Páginas17-19

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Justa fama poseen los casos que Sancho Panza debe resolver desde la silla del juzgado en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Su primera y más importante responsabilidad, investido ya como gobernador de la ínsula llamada Barataria, es precisamente la impartición de justicia. Ante los asuntos intrincados y dificultosos que se le presentan (violaciones, estafas, robos de infantes, etcétera), el escudero venido a juez debe dictar sentencia sin dilación. Es notable cómo Sancho atiende y resuelve atinadamente las causas basado en el sentido común o buen juicio, la sabiduría popular y una noción temprana de derecho que expresa de esta manera, según el consejo del caballero de la triste figura: “cuando la justicia estuviese en duda, me decantase y acogiese a la misericordia […] pues siempre es alabado más el hacer bien que mal”.1Nunca ajena a los afanes literarios que deben acompañar la correcta expresión de la Ciencia, en este número la revista Criminogenesis nos acerca a un conjunto de casos cuya complejidad y notoriedad han generado interesantes polémicas en la cultura jurídica penal de nuestro país y de Francia, en tanto se analiza el Caso Dreyfus. La presentación de los casos posee, desde luego, un fin pedagógico: conocer y examinar los elementos y herramientas utilizados para resolver los problemas que en la práctica enfrenta el derecho penal desde el enfoque académico particular de las y los investigadores que colaboran en estas páginas, es decir, desde el derecho procesal penal, el derecho ejecutivo penal, la criminología y la criminalística, entre otros.

Destaca el artículo del doctor Raúl Carrancá y Rivas titulado “Trotski, mi padre y yo” como un texto clásico enmarcado en el concepto mismo de esta revista, la Criminogenesis, en tanto reflexiona acerca de las causas sociales, políticas y psicológicas que impulsaron a Ramón Mercader del Río a cometer el asesinato del céle-

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bre líder soviético asilado en México. Con una prosa nostálgica, el autor nos relata cómo, siendo un niño de apenas diez años, conoció este proceso de primera mano por el juez Carrancá y Trujillo, su padre. Un proceso histórico que se desarrolló en 1940 y en el que, por cierto, participó como perito criminológico el maestro Alfonso Quiroz Cuarón, de tantísima trascendencia para la vida del Instituto Nacional de Ciencias Penales.

Dos casos más nos recuerdan la importancia de preservar la cadena de custodia. Uno de ellos, presentado por el...

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