¿Narración de Ermilo Abreu Gómez?

AutorAndrés Henestrosa
Páginas711-713
Era escritor claro, sencillo, correcto. Su obra no carece de amenidad ni de
galanuras de estilo. Siendo tan escasa nuestra bibliografía histórica, sus libros
debieran merecer una mayor atención de todos cuantos, con sacrificio, se de-
dican a las investigaciones de la historia local. Si otra cosa no pudiera hacerse
por el olvidado escritor oaxaqueño, una vez que se le haya perdonado la culpa
de haber servido al Imperio, sería reunir su obra dispersa en periódicos y revis-
tas. Bien lo merece un hombre que, venciendo mil dificultades, logró escribir
dos obras que ya son clásicas en la historiografía oaxaqueña.
¿No quisiera la revista Criterio patrocinar un opúsculo en que esos trabajos
se recogieran?
10 de julio de 1960
¿Narración de Ermilo Abreu Gómez?
¿De quién es esta pequeña narración que al revisar viejos papeles encuentro
como apunte mío, no siéndolo? Recuerdo, sí, que algo parecido se encuentra
en la tradición oral mexicana y que una versión del suceso fue publicado en La
Colmena, periódico trimestral de ciencias, artes, historia y literatura, redactado
por don Ángel de Villalobos (Londres, 1845).
Las dos versiones se parecen notablemente, hasta el grado de que uno
parece calcado del otro, o que simplemente se vuelve a contar la historia. El
uno lleva por título “Caballeros de industria, alias rateros”. El otro, el que obra
en mi poder, “El cuerpo del delito”. Helo aquí.
“Don Crisanto de Horcasitas era un ranchero de la región del Bajío. Con
esto quiere decir que era un buen hombre, cristiano viejo, abundantes cuartos
y nobles aficiones al juego de naipes, dados y gallos. Nadie tocó su puerta sin
recibir auxilio con mano discreta y larga. Vestía a la usanza del lugar: traje
charro, de gamuza o de coti, según las circunstancias. El ruido de sus espuelas
ya era conocido por los vecinos, que le apuntaban con el dedo.
–Por ahí va don Crisanto– decían.
Y por ahí iba, en efecto. Con unos amigotes se dirigía a la plaza de Gallos
donde iba a tener lugar una pelea. Los aficionados formaban corrillos, discu-
tiendo con calor las lindezas de sus gallos y los defectos de los ajenos. Don
Crisanto terciaba un poco ceremonioso como convenía a sus años y a su posi-
AÑO 1960
ALACE NA DE MINUCI AS 711

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR