Museo de Arte de Sonora

AutorAndrés Henestrosa
Páginas366-368
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ANDRÉS HEN ESTROS A
España (Madrid, 1935); Estudios comparativos de los signos cronográficos en los
códices p rehispán icos de México (México, 1942); La sillería del coro de San Agus-
tín (México, 1941); La enseñanza de la Historia en la Universidad Nacional de México
(México, 1949), y finalmente, el Dicci onario b iográfico de Historia antigua de
México, en tres tomos (México, 1952-55); obra esta última realizada en veinte
años de trabajo, con la colaboración de treinta y seis estudiosos de nuestras an-
tigüedades. El Diccionari o aparece con esta dedicatoria: “A la memoria de mi
ilustre bisabuelo José Fernando Ramírez, que tanto hizo en el esclarecimiento
de la Historia antigua de México.”
Tal era Rafael García Granados que ahora acabamos de perder.
22 de enero de 1956
Museo de Arte de Sonora
Uno de los acontecimientos culturales y artísticos de este año va a ser la funda-
ción del Museo de la Universidad de Sonora, con sede en Hermosillo, capital
del estado. A la realización de ese propósito se suman inteligencias, capacidades
y voluntades largamente probadas. Dos personas se pueden mencionar desde
luego: el gran poeta Carlos Pellicer y el ingeniero Norberto Aguirre, rector de
aquella universidad, hombre que a otras virtudes agrega la del tesón, firmemen-
te reforzada por un amor a la cultura nacional. Buen indio al fin, para Aguirre no
hay tareas imposibles, que para ser vencidas fueron creadas las dificultades. Car-
los Pellicer tiene en su haber, entre otras realizaciones, la fundación del Museo
de Villahermosa, una obra tan armoniosamente concebida, tan armónicamente
realizada, tan adornada de elementos de belleza que no es una mera ocurrencia
literaria decir que fue concebido y realizado como si se tratara de un poema,
de una canción o de un soneto que, según dicen los poetas, es la forma más
rigurosa. Maravilloso, una obra de arte en sí mismo es, en efecto, el Museo de
Tabasco. Los pasos encaminados a ese alto fin –la fundación del Museo– los
inició el ingeniero Aguirre a raíz misma de que se hizo cargo de la rectoría de
la Universidad de Sonora, ahora dos años, firme en la certeza de que los pue-
blos no pueden tener elementos más idóneos y capaces para la defensa de su
integridad espiritual que el arte y la cultura. Y que, dado que Hermosillo es una
ciudad fronteriza, la fundación de un museo de arte y de una biblioteca eran

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