El mural de Covarrubias

AutorAndrés Henestrosa
Páginas559-560
–Porque así salen los animales de la yerba, como los conejos, las víboras,
las iguanas, y ellos tienen que comer sin trabajo.
En efecto, de aquel mar de fuego salían, espantados, multitud de ani-
males de todas clases: los toros y las vacas bufando furiosos; los venados, los
lobos, los coyotes, las v íboras, las iguanas, todos revueltos, en confusión; sin
atacarse, sin mirarse siquiera; el humo formaba una densa nube, y una inmen-
sa cantidad de aves de rapiña se cernían sobre el lugar de la catástrofe…
¿No es verdad, lector, que la señorita Poniatowska debió haberle dado este
crédito al general Vicente Riva Palacio?
4 de mayo de 1958
El mural de Covarrubias
En la avenida Juárez, casi frente al Hemiciclo dedicado al gran patricio oaxa-
queño, está la iglesia de Corpus Cristi, joya arquitectónica de la Colonia, con-
servada con amor por esta ciudad de México, y albergue del Museo de Arte
Popular.
Cuando uno entra en el museo se sumerge en la infinita riqueza de un
muestrario del folklore y del arte del pueblo: cerámica de Tlaquepaque, tex-
cocana, y de muchos otros sitios famosos; vidrio de Carretones y de Guadala-
jara; tejidos oaxaqueños, chiapanecos, jaliscienses; cajas de Olinalá y de Co -
rona; trabajos en hueso y madera; juguetería tosca y primorosa, policromada
por indios de todas las regiones; trajes regionales, orfebrería de Castillo, de
Spratling, de las firmas prestigiadas dentro y fuera del país. Es tal esta riqueza
para los ojos y el tacto, que casi nadie repara en detalle en un enorme mapa de
México que adorna el muro central de la primera sala del museo.
Ese mapa es obra de Miguel Covarrubias, “El Chamaco”, muerto hace
cerca de dos años, para desgracia del arte mexicano.
El mapa contiene la longa geografía de la República, trabajada con inten-
ción decorativa entre mares rizados por líneas graciosas, como las de los mapas
antiguos de navegación en que aún aparecían estas tierras más imaginadas que
recorridas y medidas. De norte a sur y de este a oeste, el pintor quintaesen-
ció los indios y sus artes, según las regiones, con mucho menos intuición que
pleno conocimiento de lo que es el verdadero poblador de México. Ahí están
AÑO 1958
ALACE NA DE MINUCI AS 559

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