Multiculturalismo y derechos humanos: limitar, tolerar o fomentar lo diferente

AutorMaría del Rosario Guerra González
CargoInvestigadora de la Universidad Autónoma del Estado de México
Páginas33-60

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Presentación

El multiculturalismo es un signo del presente. Si una cara de la realidad es la globalización con su cultura uniformizante, la otra faz está dibujada por las costumbres peculiares de cada grupo, las que reclaman su derecho a existir con autonomía.

Minorías y mayorías se enfrentan en diversos temas: autonomía regional, representación política, valor de los "usos y costumbres", Page 34 integración del currículum educativo, legislación en cuanto a inmigración y naturalización, temas predilectos de los filósofos comunitaristas.

La reflexión que se presenta en este texto gira en torno a una teoría de justicia distributiva que piense cuál es la función del Estado y de las autoridades de las comunidades étnicas, frente al siguiente conflicto: los miembros de los pueblos tienen derecho a mantener un estilo de vida, reflejo de su identidad cultural, pero esto entra en contradicción, en ocasiones, con la posibilidad de acceder a los bienes que permitirían el desarrollo de la persona y su acción como agente moral con capacidad de decisión autónoma.

Antes de presentar el pensamiento filosófico-político, se necesita ubicar sobre el tema dos corrientes opuestas: liberales y comunitaristas. Para los primeros, los derechos a salvaguardar son, antes que nada, principios derivados de la condición de persona. Los comunitaristas no insisten en la autonomía humana; un ejemplo lo constituye la actitud antikantiana, propia de Charles Taylor cuando dice:

Saber quién soy es una forma de conocer a dónde estoy. Mi identidad es definida por las obligaciones e identificaciones que proporciona el marco u horizonte dentro del cual puedo tratar de determinar, de caso en caso, qué es bueno o valioso, o qué debe hacerse o qué debo aprobar o rechazar. (Taylor, 1996: 28)

Esta postura entiende que el pensamiento liberal ha defendido valores que descansan en una noción atomística del individuo, con una destrucción de los lazos culturales de los pueblos. Los derechos humanos serían, aún con buena intención, una imposición más de Occidente. Unos autores comunitaristas se oponen al secularismo, están contra la desvalorización de las cosmovisiones religiosas; otros consideran que el liberalismo, al tener como base los derechos del individuo, justifica el uso y abuso de los recursos naturales e, indirectamente, ampara el predominio de las leyes del mercado, extrapoladas a diversos sectores de la vida.

Frente a los planteamientos anteriores el pensamiento liberal responde que, si se le acusa de universalizar una postura, la misma actitud tiene el Page 35 comunitarismo: absolutiza los parámetros morales de las culturas específicas. Privilegiar las creencias de los grupos condujo a las guerras de las religiones. Para evitar estos conflictos, Occidente concibió el concepto de tolerancia y respeto por los derechos de las personas. Además, generalmente, en los lugares donde se reclama mantener las costumbres de cada pueblo, por encima de los derechos de los individuos, suelen minimizarse los derechos de las mujeres, los infantes, la libertad de expresión, la libertad de culto, la libertad de conciencia y otros derechos básicos.

Una vez esbozadas las dos corrientes es oportuno adelantar que en este texto se asume una postura que se ha llamado libertad en la diversidad, o, dicho con otras palabras, se parte de los derechos de cada persona, de la autonomía moral en un mundo con diferentes culturas y desde ahí se construye, pero esto no significa que no se vean los peligros ya citados. No se defienden las prácticas morales, propias de cada sociedad, limitadas en el tiempo y en el espacio, como criterio ético. Éste implica una fundamentación racional, una explicación de los motivos por los que se ha hecho la elección, incluyendo las consecuencias teóricas y prácticas de la misma. Por las razones anteriores se ha elegido la teoría de las libertades, dado que desde su seno aparecieron las corrientes que permitieron el "fenómeno" de los derechos humanos, parafraseando a Eduardo Rabossi (1991). Dentro de este pensamiento se hablará de una justicia distributiva aplicada en el marco de la globalización y, simultáneamente, respetuosa de las particularidades nacionales y regionales; así como de los diversos patrimonios históricos, culturales y religiosos de los pueblos.

Lo inmediato que se presenta al pensar en "patrimonio cultural" es un cuerpo que necesita cuidados para permitir un florecimiento. Desde el nacimiento ese cuerpo se asocia con un género: "es un niño", "vive como hombre" o "sé mujer", pues la noción de desarrollo está unida en la actualidad a la idea de cultura. Anteriormente se pensaba que los planes que buscaban este bienestar debían respetar las tradiciones de los pueblos, mientras en el presente se ve el tema de otro modo: parte del desarrollo es el esplendor cultural de cada comunidad. Ahí aparece la primera impresión: cuerpos con un color, con una vestimenta, piénsese en la mujer mazahua con su traje típico en los mercados mexicanos, primer anuncio del mundo cultural que hay detrás. En esta imagen el Page 36 cuerpo femenino es la expresión más fuerte. La segunda idea que aparece es la presencia de un aspecto físico que en millones de casos revela el estado de pobreza e inequidad.

Se había llegado a un enfoque del desarrollo centrado en las mujeres (Women-in-Development) que minimizaba las relaciones entre los géneros porque privilegiaba en el análisis las situaciones de poder. Se había asumido una actitud ingenua pensando que la mujer podía generar una vida ecológicamente sostenible y equitativa; se pospuso la compleja situación social de crisis financiera y económica, realidad permanente en donde aparecía ese cuerpo femenino desnutrido y que, simultáneamente, procreaba.

Durante los años ochenta se hablaba de la opresión a que estaban sometidas las mujeres, sin diferenciar aspectos culturales. Diez años después comenzó el debate sobre multiculturalismo e identidad. Como lo señala el "Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo" la cultura afirma la identidad y además se asegura la obediencia forzada a sus normas, incluyendo el castigo para quien no las cumpla. Dentro de un grupo hay asentimiento pero también existe el disenso (Pérez de Cuéllar, 1996: 161).

En el presente se estudia el desarrollo uniendo el concepto de cultura y dentro de ésta los roles y jerarquías establecidas por una diferencia de género, así se han encontrado complejas estructuras sociales con una división sexual del trabajo. Es indispensable tener presente que en este punto los teóricos dedicados a trabajar sobre derechos humanos han sido claros: aunque se pueda entender el significado cultural de prácticas opresivas como mutilación de órganos genitales en las mujeres, incineración de viudas, infanticidio de niñas, menor salario al trabajo femenino, esto no exime de una enérgica condena.

Desde estos puntos de partida teóricos las hipótesis formuladas son las siguientes:

* Si se mantiene una teoría ético-política universal -modelo- se desarrolla paralelamente una incuestionada actitud mental de mantener un sistema político-económico que excluye para mantenerse.

* La libertad colectiva es un concepto básico dentro del pensamiento filosófico-político del siglo XXI. Page 37

* Si se desarrollara teóricamente el principio de la diferencia, junto con los principios de igualdad y libertad, se tendrían sistemas más justos dentro de la realidad latinoamericana.

La reflexión consta de tres partes: en la primera se analiza un liberalismo extremo, en esta postura sólo es legítimo ese estilo de vida y, por lo tanto, puede imponerse a los pueblos que no entienden las ventajas garantizadas por los derechos básicos; en la segunda se presenta otra alternativa teórica porque no se trata de obligar a los no liberales a que lo sean, se pueden mantener muchas prácticas tradicionales, pero hay costumbres inaceptables. Finalmente se comenta el pensamiento de los teóricos que defienden las concepciones anteriores, el texto muestra cómo estas posturas, tomadas en el presente como pensamiento de vanguardia, no logran pensar lo diferente, sino que respaldan, conceptual y argumentativamente, el mismo modelo que se ha impuesto como único. Luego de mostrar cómo se está exigiendo que la cultura de cada pueblo quede bajo la cosmovisión europea, se da un paso más dentro de un planteamiento de justicia distributiva. El estado tiene que proteger a las culturas minoritarias mediante medidas especiales. No se trata de tolerar la diversidad, sino de fomentarla. Se acepta la existencia de límites al derecho a la identidad cultural, éstos son principios generales a los que hay que dar un contenido particular en cada caso, pero la respuesta así obtenida sólo regirá en un tiempo y un espacio determinados.

Imponer el ideal liberal de autonomía personal

Existen múltiples prácticas tradicionales que impiden un desarrollo económico y cultural necesario para acceder a bienes que permiten la autonomía de la persona. En estos casos, ¿cuál es la función del Estado: proteger la tradición cultural de sus pueblos -amparada en las diversas declaraciones que defienden la identidad cultural- o garantizar el acceso a los derechos básicos? Ernesto Garzón Valdés (1993) da una respuesta, mira el problema con el objetivo de encontrar una respuesta ética, esto es, busca principios y reglas de validez universal, se opone, pues, a las diversas formas de relativismo. Se refiere a minorías étnicas Page 38 que viven dentro de Estados democrático-representativos. Esta precisión es fundamental, porque exigirá condiciones sociales que hagan posible...

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