Buenos Aires y Montevideo: paralelismos y desplazamientos en los centros históricos

AutorPaola Bagnera
CargoArquitecta egresada de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU)
Páginas116-132

Arquitecta egresada de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU), Universidad Nacional del Litoral (UNL), Argentina. Especializada en Hábitat y Pobreza Urbana (Universidad Buenos Aires, 2008) y en Entrenamiento en ejecución de estudios para la intervención en centros históricos (Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología, La Habana, 2006). Es profesora desde el año 2003 en la carrera de Arquitectura y Urbanismo (FADU-UNL). Miembro del Instituto de Teoría e Historia Urbano Arquitectónica (INTHUAR) y de la Oficina de Estudios Urbanos. Investigadora del Observatorio Urbanístico del Área Metropolitana Santa Fe Paraná. Investigadora del proyecto: Espacio Público y Territorialidad Urbana en la Ciudad Contemporánea. Casos en la ciudad de Santa Fe.

Page 116

Sobre el río más ancho del mundo

tan ancho que podría ser un mar

viven y sueñan las dos capitales una pareja de amor inmortal. [...]

Buenos Aires y Montevideo,

bailarines de un tango febril

rioplatense, atrevido y reo;

voz rebelde de un mismo país.

Falta y Resto,

Amor rioplatense, 2007.

Las dos ciudades capitales a que se refiere el título del presente artículo, reconocen una relación histórica de interacción que liga procesos diversos, así como destinos y sociedades, como si transcurriesen por caminos paralelos, los cuales se evidencian en la configuración física y arquitectónica de ambas ciudades, en los procesos históricos que definen sus desarrollos políticos, sociales y económicos; en las manifestaciones culturales y en los rasgos étnicos que construyen sociedades de origen migratorio. Argentinos y uruguayos parecieran compartir sucesos, dichas y desdichas casi con lineal manifestación.

El patrimonio se hace eco de esos procesos, imágenes y valores compartidos. El tango y su reciente postulación ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como Patrimonio Cultural de la Humanidad (2008), encuentra a montevideanos y porteños inmersos en un proceso compartido. El tango, que como música y baile es la principal manifestación cultural rioplatense, se constituye en un aspecto de identificación y valoración social, al tiempo que provoca una "tematización" de las ciudades y los ciudadanos, convirtiéndose en la atracción turística más fuerte de los últimos años.

Sin embargo, los modos en que dichos procesos se abordan y desarrollan cuando se refieren al patrimonio construido y su protección, a la intervención en sus centros históricos, o a la definición de políticas públicas que potencien su recuperación, no evidencia paralelismos, sino más bien notorios desplazamientos.

La historia urbana

Uno de los desplazamientos mencionados se fue construyendo desde el inicio mismo de sus procesos fundacionales, que responden a Page 117 específicos roles en el contexto geopolítico rioplatense durante la Colonia. Buenos Aires se fundó en 1580 de acuerdo con las características que definieron las Leyes de Indias para las colonias españolas costeras o portuarias: el damero1 como elemento que organiza el trazado, una Plaza de Armas -excéntrica, para este tipo de ciudades- rodeada por los edificios más representativos: la Catedral o iglesia matriz, la sede del poder político, los conventos de las órdenes religiosas, las viviendas y comercios más relevantes, etcétera. Su carácter de ciudad portuaria signó no sólo el acto fundacional, sino todo el proceso histórico subsiguiente en torno al Río de la Plata y su estratégico dominio político y económico.2

Montevideo, en cambio, presenta características fundacionales disímiles a las de "ciudad puerto" que indicaría su emplazamiento geográfico, configurándose en cambio, bajo el tipo de "ciudad mediterránea" indiana. Por otra parte, la fundación se produjo en 1724, casi dos siglos después de su par argentina -y de la mayoría de las capitales latinoamericanas-, respondiendo su implantación "a razones estratégicas militares y va a estar determinada por la necesidad de contrarrestar la política de ocupación de factodel Imperio Portugués" (Altezor y Barracchini, 1971: 21). Es una ciudad amurallada, aunque su lógica territorial, propia del sistema colonial que le dio origen, responde a la idea de "unidad económica", conformada no sólo por el enclave urbanizado sino por el ejido que sustenta económicamente a la población. La función militar caracterizó el emplazamiento en sus años iniciales, sin embargo hacia el final del siglo XVIII se multiplicaron los intercambios comerciales a partir de su obvia condición portuaria, que propiciaron la consolidación del núcleo original, el crecimiento y la densificación poblacional y la aparición de nuevos usos religiosos y político-administrativos.

Los procesos de modernización y crecimiento de ambas ciudades también se plasmaron como caminos diferenciados. Buenos Aires inició Page 118 a partir de 1810 y bajo el impulso revolucionario, una lenta pero sostenida modificación de la escenografía urbana que se extendió hasta iniciado el siglo XX, y que básicamente intentó reemplazar la imagen hispánica primigenia. Este proceso se acompañó de un crecimiento poblacional y de la consecuente expansión de la cuadrícula fundacional en una absoluta continuidad con el trazado primigenio.3

El proceso revolucionario uruguayo, también se vislumbra en la estructura urbana montevideana: las murallas fueron concebidas por los patriotas como el símbolo del poder hispánico, como el "refugio de la ideología monárquica, autocrática y colonialista" (Altezor y Barracchini, 1971: 59). En este sentido, la demolición de las mismas decretada en 1829, fue una de las acciones que posibilitaron no sólo la liberación de la "opresión" española sino la expansión del territorio urbano.

La década de 18804 marca un punto de inflexión en el caso porteño, desarrollándose a un ritmo vertiginoso los incipientes cambios del período anterior. El soporte urbano se transformó: a la cuadrícula fundacional se le superpuso la apertura de ejes viales jerarquizados bajo la influencia de las teorías urbanísticas europeas y norteamericanas de la época, y se desarrollaron una serie de intervenciones infraestructurales y de servicios (agua, desagües, ferrocarriles, alumbrado, puerto, etcétera). La producción agropecuaria de la región pampeana, la creciente importancia de la actividad portuaria, el rol de la ciudad como centro de intercambio comercial de ultramar y la afluencia inmigratoria, se constituyeron en los principales hechos que explican las transformaciones urbanas operadas en Buenos Aires. El tejido del área central se monumentaliza y densifica, evidenciando la expresa voluntad de prescindir de la imagen hispánica precedente, Page 119 encontrando en el sitio fundacional un espacio propicio para la representación espacial de la nueva ideología dominante.

Montevideo en cambio, consolida su proceso de modernización, fundamentalmente bajo la figura de la expansión, a partir del ensanchamiento "extramuros" y la configuración de la "Ciudad Nueva". El Plan de J. M. Reyes (1836) fue la primera ampliación del trazado colonial y se desarrolló a partir de un damero que se diferenciaba del fundacional en su trazado y orientación, respetando algunas trazas de caminos extramuros, pero atendiendo al mayor rédito en términos del aprovechamiento del suelo. El nexo entre la Ciudad Vieja y la Nueva, fue modificado por C. Zucchi a partir de la cualificación del enlace de Plaza Independencia. Una serie de transformaciones socioeconómicas se sucedieron a lo largo del siglo XX, debido a un proceso similar al protagonizado por su vecino país: la inserción en el mercado internacional y el aporte migratorio europeo, que, junto a los desplazamientos internos incrementaron notoriamente su población. "A pesar de ello la ciudad vieja siguió manteniendo su prestigio como ámbito residencial, y su importancia cultural, administrativa, comercial y financiera, consolidada por la importancia del puerto" (Arana y Manzini, 1990: 276).

Estos procesos de transformación en ambas ciudades, condicionaron fuertemente el desarrollo de las áreas que hoy reconocemos en ambas capitales como "casco histórico". En el caso montevideano, el área se encuentra claramente limitada por la traza de la ex muralla y en el ejemplo porteño, circunscribe al área fundacional y de primera expansión, resultado de un cierto proceso de "delimitación" más difuso, a partir de una "abstracción" que reconoce en la cuadrícula y el tejido cierta homogeneidad. Sin embargo, Buenos Aires pierde en dicha delimitación la mitad de su "área fundacional" -correspondiente al área que se ubica al norte de la Plaza de Mayo- la cual no forma parte del centro histórico tal como se lo concibe en la actualidad, y que es la resultante del proceso específico de transformación y sustitución que configura a dicho espacio urbano.5 Page 120

Este proceso de sustitución indica asimismo una particular característica de la configuración de los dos cascos históricos: la escasa presencia de elementos arquitectónicos coloniales, y la evidencia de un tejido caracterizado por la presencia de arquitectura de influencia europea, resuelta en el marco de una clara actitud ecléctica. Este hecho, que se evidencia con mayor intensidad en el caso de Buenos Aires, deriva en una sustitución municipal que se desarrolló con...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR