Montecristo y los derechos humanos

AutorJuan Ramírez Marín
Páginas127-160
JURÍPOLIS, año 2015, No. 16 127
Montecristo y los derechos humanos
Juan Ramírez Marín
Sumario: Introducción. 1. Negro gordo. 2. El escenario. 3. Drama inesperado.
4. Una mazmorra por destino. 5. Una Declaración. Texto de la Declaración de
los derechos del hombre y del ciudadano 6. Código Penal Napoleónico. 7. Con-
jura versus ley. 8. Epílogo. Bibliografía.
Introducción
El conde de Monte-Cristo 1 es una novela clásica de aventuras de Alejandro Du-
mas padre y Auguste Maquet, quien no figuró en el título, ya que Dumas le pagó
para que así fuera. 2 Esta obra, con Los tres mosqueteros, se consideran las mejores
de Dumas, y a menudo se incluyen entre las mejores de todos los tiempos, aun-
que lamentablemente hay quien las clasifica como novelas juveniles, como si se
tratara de un género menor. El Conde de Montecristo se terminó de escribir en 1844,
y fue publicado en los periódicos, en 18 partes, durante los dos años siguientes,
causando sensación entre sus lectores.
No olvidemos que la cultura de masas hunde sus raíces en el siglo XIX, en
Francia, en la “Monarquía de Julio” (1830-1848), donde son perceptibles sus in-
novaciones: reducir a la mitad el precio de las suscripciones (de 80 a 40 francos
anuales), cubriendo la diferencia con “anunciantes,” llevando la literatura, por vía
de la novela de folletín (precisamente como fue publicada por primera vez El
Conde de Monte-Cristo), al periódico La Presse, de Émile de Girardin, en 1836 (Año I
de la era mediática). Dos años más tarde, el editor Gervais Charpentier arrastra a la
“librería” en un proceso análogo: crea un nuevo formato y reduce significativa-
mente los precios, con lo que desacraliza al libro, considerado en adelante como
unidad mercantil, tanto como producción estética. Paralelamente hay una “ola
1 Montecristo. Pequeña isla de Italia (10 km), en el mar Tirreno, entre Córcega y Toscana.
2 Maquet fue un colaborador muy activo de Dumas, llegando a escribir obras enteras, que Du-
mas rescribía.
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ilustrativa”, con viñetas, grabados, carteles y la fotografía (cuya patente compra el
gobierno francés a sus inventores, Niepce y Daguerre, y la entrega al dominio
público). Faltaba todavía un público “masivo”, que aparece a partir de 1860 y se
consolida en la última década de ese siglo. 3
Puede afirmarse que una gran novela siempre es progresista y en ese carácter
El Conde de Monte-Cristo cumple dos funciones: En su época jugó un papel para la
distracción del gran público- a la manera actual de los deportes,-y simultáneamen-
te el de una válvula, como los movimientos sociales. De todas las pasiones que
atormentan al hombre común: ambición arribista, envidia, es la codicia la que do-
mina, junto con las tiranías sociales. Dumas satisface a sus lectores, haciendo res-
plandecer una ilusión quimérica: muestra ese poder del dinero, volverse una vez,
gracias al genio de un viejo abate y a celo inflamado de Dantés, contra el estable-
cimiento social y por esa (tal vez única) ocasión, ganan los débiles. 4
La trama del Conde de Monte-Cristo tiene lugar en Francia, Italia y varias islas
del Mediterráneo durante los hechos históricos de 1814-1838 (Los Cien Días del
gobierno de Napoleón I, los reinados de Luis XVIII y Carlos X), una intriga ver-
tiginosa, narrada con el ágil estilo con el que Dumas alcanzó la consagración,
que trata sobre algunos valores en nuestra civilización, entre ellos justicia, amor
y perdón. 5
Es una historia que gira en torno a la justicia, pero no etérea (como valor uni-
versal puro) o impartida por la autoridad, sino impuesta por la mano del hombre
agraviado, cuando no tiene otro recurso que hacerla valer por sí mismo. Por este
motivo, según algunos críticos, es la historia de venganza más planificada, redon-
da y leída, de la historia de la novela. Dumas supo darle todos los ingredientes
necesarios, y hacerlos girar como un engranaje sin fisuras, alrededor del personaje
principal, el marino Edmundo Dantés. La venganza ocupa el sitio supremo de la
trama y logra la mayor fascinación que una historia de ese tipo puede ejercer.6
Pero el amor y el perdón intervienen (como en la vida real) y juegan contra esa
3 Un discurso crítico acompaña estas transformaciones, que estigmatiza como “mala” esa inci-
piente cultura de masas. Dominique Kalifa. Crimen y Cultura de masas en Francia, siglos XIX-XX. 1ª
edición, Cuadernos Instituto Mora, México, 2008, pp. 9-10.
4 ALEJANDRO DUMAS. El Conde de Monte-Cristo, 6ª edición. Colección Sepan Cuantos, Editorial
Porrúa, México, 1995, p. 847.
5 Dumas tomó la idea de las memorias de un hombre, Jacques Peuchet, quien contaba la histo-
ria de un zapatero, François Picaud, que vivía en París en 1807 y se comprometió con una mujer
rica, pero 4 amigos celosos le acusaron falsamente de ser espía de Inglaterra. Fue encarcelado 14
años y durante ese tiempo, un compañero de prisión le legó un tesoro escondido en Milán. En
1814, Picaud fue liberado, tomó posesión del tesoro, volvió bajo otro nombre a París y dedicó 10
años a vengarse de sus antiguos amigos. La novela no dista mucho del hecho real.
6 lectum.blogspot.com/2006/11/el-conde-de-montecristo.html
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venganza justa, 7 pero inaceptable en un naciente estado de derecho, que queda
finalmente atemperada.
Recordemos que es precisamente en esa época, en Francia, cuando surgen los
derechos humanos, base fundamental del moderno Estado de Derecho (cuya gé-
nesis también es decimonónica, sólo que de origen prusiano). De modo que la
novela se inserta entre dos mundos jurídicos diversos: uno que acaba de ser abati-
do, el Antiguo Régimen, en el que la justicia obedecía a otras razones y el nuevo
orden que trajo la Revolución Francesa, con su cauda de derechos que dan al
hombre una dimensión distinta y transforman, al menos en Occidente, el sentido
de la justicia.
Por eso resulta doblemente atractivo analizar esta novela, en un ejercicio
comparativo entre literatura y derecho; en dónde se tocan ambos mundos, en qué
goznes se cifra la unión entre ellos; cómo se imbrica la ley terrenal en el mundo
fantástico de la creación literaria; como se funden para crear una obra maestra.
La literatura es quizá la única forma en que el derecho, anclado en tierra, para
regular la conducta cotidiana de los hombres mortales, puede inscribirse en el
mundo fantástico de la imaginación, convertirse en arte y hacerse inmortal.
I. Negro gordo
Marie Césette, esclava negra, fue madre, abuela y bisabuela de tres franceses
ilustres: Thomas Álexandre Dumas, hijo que tuvo con el marqués de La Paillete-
rie, colono de Saint-Domingue (hoy Haití), general en la revolución francesa;
Alexandre, su nieto, gran novelista, y Alexandre Dumas (hijo), su bisnieto, tam-
bién escritor, autor de La Dama de las Camelias y otras novelas. No sabemos casi
nada más de ella, salvo que, al parecer, murió de disentería, cuando Thomas-
Alexandre tenía 12 años. Marie-Cessette procedía de Gabón, al oeste de África
central, colindante con Camerún y Guinea Ecuatorial, y el apellido Dumas, inicial-
mente Dûma, sería de origen fang, etnia local, que significa dignidad. 8 Otros piensan
que fue el apellido de los negreros que la capturaron y otra versión afirma que pro-
cede de su trabajo, ya que Dumas viene de “du Mas” que significa “de la granja”. 9
Alejandro Dumas nació el 24 de julio de 1802 en Villers-Cotterêts. Su padre,
apasionado cazador, murió cuando el niño aún no cumplía 4 años. Dada la exigua
7 www.leergratis.com/libros/aventura-y-romance-en-el-conde...
8 Según Calixthe Beyala, escritora camerunesa, autora de Los honores perdidos (Gran Prix de la
Academia Francesa) y Mamá tiene un amante (Premio de literatura de la África negra).
9 El futuro general Dumas, al que los austríacos llamaron “el diablo negro”, se inscribió en el
ejército con el apellido materno, no se sabe si por voluntad propia o por exigencias de su familia
paterna.

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