Los modelos de gobierno electrónico y sus fases de desarrollo: un análisis desde la teoría política.

AutorVilloria, Manuel

Development Stages of Electronic Government Models: An Analysis from Political Theory

INTRODUCCIÓN

El ejercicio del poder público en una sociedad industrial no es el mismo que el que se desarrolla en una sociedad red. En ambas sociedades las fuentes de poder estatal siguen siendo las mismas: la violencia y el discurso; pero la estructura social en que se ejercitan es muy diferente. Una sociedad red es "aquella cuya estructura social está compuesta por redes activadas por tecnologías digitales de la comunicación y la información, basadas en la microelectrónica" (Castells, 2010, 50-51). En esta sociedad red el poder del gobierno está determinado por su capacidad para conectar y programar redes, en última instancia por su capacidad de dirección y comunicación en el marco de las redes activadas tecnológicamente. La tecnología no es la red, ni el mensaje, pero las redes, los mensajes y, sobre todo, el papel del gobierno, tal como los entendemos hoy, no serían comprensibles sin las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC).

Por eso, uno de los rasgos más característicos de los gobiernos y las administraciones públicas en estos comienzos del siglo XXI es el de la utilización cada vez más masiva de las nuevas tecnologías de información y comunicación para sus relaciones internas y con las diversas redes de expresión de la ciudadanía existentes, de cara a la legitimación de su poder.

Esta búsqueda de legitimidad (1) por parte de las administraciones a través de las tic es un hecho que se da en países democráticos y no democráticos, en los cinco continentes. Centrándonos en los países democráticos, la relación entre administración y ciudadanos hoy en día es bastante diferente a aquella que surgía del paradigma burocrático y, sin duda, una de las razones más poderosas para explicarlo tiene que ver con las posibilidades que abren las TIC, especialmente la Web 2.0 para interacciones más abiertas y eficaces, en suma, más legítimas de acuerdo con el sistema de valores que hoy predominante en nuestro entorno (Chun et al., 2010; Bonsón et al., 2012; Ramírez Alujas y Villoria, 2012).

Así pues, el "tipo de problema" (Van Aken, 2004, 222) en el que situamos la investigación es el de la legitimación de las administraciones en este momento histórico y el papel de las TIC. En ese marco, algunos autores adoptan frente a la llegada de las TIC y sus posibilidades una opción de optimismo histórico de raíz hegeliana que parece indicarnos que los múltiples valores a los que el gobierno debe servir pueden verse realizados en la práctica, gracias a estas tecnologías, de forma maximizada (Demchak et al., 2000; Baum y Di Maio, 2000; Layne y Lee, 2001; Ronahan, 2001; Dimitriu, 2008). Otros mantienen versiones mucho más moderadas en optimismo, dadas las limitaciones que los propios procesos de investigación y los éxitos de implementación generan (Griffiths, 2004; Schlosberg et al., 2007; Yildiz, 2007; Coursey y Norris, 2008; Criado 2009; Bonsón et al., 2012).

En suma, las nuevas tecnologías abren nuevas vías a los procesos legitimadores, pero la pregunta es si estas nuevas vías permiten la realización de sueños utópicos para la administración, como ser mucho más eficaz, colaborativa, participativa y rigurosamente imparcial al tiempo, o si, siguiendo una visión más escéptica, entendemos con Berlin (1994) que el pluralismo de valores implica siempre tensiones y resistencias y que nunca se puede conseguir maximizar un valor sin eludir la maximización de otro. Además, nuestro análisis se va a realizar esencialmente desde la teoría política, eso sí, con una argumentación teórico-sistemática, no histórica o hermenéutica. La teoría política hoy tiene como objetivo la clarificación y refinamiento de los conceptos políticos (Máiz, 2009), hacer que nuestras conversaciones y convicciones sobre la sociedad sean más completas y coherentes, en suma, ayudar a los ciudadanos a orientarse en su propio mundo social y advertir de las contradicciones y engaños de las explicaciones simples y de los argumentos "oficiales" (Vallespín, 2012; Shklar, 1990).

Existen ya diversos estudios que analizan, desde la teoría política, el papel de las TIC en la configuración de nuevos modelos de democracia (para un buen resumen véanse, entre otros, Harto de Vera, 2006, Bellamy, 2000). No obstante, este estudio no realiza análisis sobre los nuevos tipos de democracia a que pueden dar lugar las TIC, sino que se centra en la dimensión estrictamente gubernamental del fenómeno y analizará, en la línea de los análisis más teóricos y politológicos (Subirats, 2012), las diferentes formas en que las administraciones están usando las TIC para reforzar su legitimación en un mundo en profundo proceso de cambio. El análisis de dichas formas de utilización de las TIC dará lugar, inductivamente, a una tipología que creemos que es relativamente novedosa y que sintetizará suficientemente las experiencias conocidas.

En síntesis, el texto no analiza el uso de las TIC en la dimensión de polity, sino en su dimensión de policy (Subirats, 2002), es decir, no incluye en su análisis la forma en que las TIC pueden mejorar la selección y reemplazo de gobernantes, sino que se centra en cómo la administración intenta mejorar su legitimación vía procesos y resultados y, sobre todo, los límites de estos procesos desde una perspectiva teórica, aunque no se rehúyan las evidencias empíricas.

Resumiendo, el texto se centra en la dimensión gubernamental y no en la de régimen político de las TIC, analiza los diferentes usos que se dan a las TIC desde las administraciones de países democráticos, en el marco del problema general de la reformulación de su legitimación en momentos históricos de politeísmo axiológico, sociedad red y globalización económica profunda, y lo hace desde la teoría política, en concreto aplicando la teoría del pluralismo de valores. Esencialmente, se pregunta si las TIC pueden lograr, en la actuación gubernamental, la armonización de valores diversos y su maximización coetánea o si, por el contrario, existen límites derivados de la propia dimensión conflictiva de los valores y los modelos políticos que tienen como referencia. Con este enfoque de análisis se pretende aportar explicaciones complementarias a los hallazgos empíricos que ponen de relieve las dificultades de implantación de modelos comprehensivos por etapas de e-government.

Para hacer frente a este reto, se procederá, en primer lugar, a generar inductivamente una tipología de usos actuales de las TIC por parte de las administraciones públicas de los países más desarrollados económicamente. Esa tipología se generará con base en los valores primordiales a los que sirven los diferentes usos. A continuación, se conectará esta tipología con otra de nivel superior, en la que dichos tipos puros de usos se insertarán en modelos de democracia reconocibles y sustentables académicamente, con el fin de comprobar la coherencia de los valores de cada tipo con los que priorizan dichos modelos de gobierno. El objetivo de esta conexión es resaltar las tensiones teóricas que dichos tipos puros conllevan. Finalmente, se procederán a detallar las tensiones y contradicciones prácticas que los diferentes usos de las TIC generan. Esta fase analítica nos permitirá resaltar las dificultades teóricas y prácticas de las visiones utópicas sobre el uso de las TIC en las administraciones públicas.

HACIA UNA TIPOLOGÍA DEL GOBIERNO ELECTRÓNICO GUIADA POR VALORES

Si entendemos por e-government el uso de las TIC, y particularmente de internet, como un instrumento para alcanzar un mejor gobierno (OCDE, 2003), y operamos empíricamente para comprobar qué significa esto en las operaciones habituales de las administraciones, nos daremos cuenta del enorme conjunto de programas y actividades diarias que conlleva y de la gran diversidad de actuaciones verificables. Esta diversidad es aún mayor desde que la Web 2.0 abrió nuevos campos de interacción y nuevas expectativas. Pero no todos los programas buscan lo mismo, no todos son compatibles y no todos son implantados con la misma intensidad (Coursey y Norris, 2008; Bonsón et al., 2012). La búsqueda de explicaciones a esta realidad guía este artículo. Y para ello se estima conveniente intentar segmentar programas y generar tipologías, clarificando fines y marcos de referencia, comprendiendo, en definitiva, los valores a los que sirven los diversos tipos.

Para comprender esta argumentación hay que asumir que en la explicación de los procesos de diseño de políticas es necesario aportar "patrones de inteligibilidad" (Van Parijs, 1981). La teoría de la "dbo" (Hedstrom, 2010) nos explica las acciones como causadas por los deseos (desires), las creencias (beliefs) y las oportunidades (opportunities) de las personas y los procesos de interacción que se generan con ello. El análisis de los mecanismos sociales es esencial para la construcción de este conocimiento. La idea central que está detrás de los mecanismos sociales es que se explica el fenómeno social haciendo referencia a una constelación de entidades y actividades, normalmente actores y sus acciones, que están vinculados entre sí de tal modo que producen regularmente el tipo de fenómeno que queremos explicar (Hedstrom, 2005, 2). En nuestro caso, creemos que las creencias sobre los deberes, derechos y obligaciones de los gobiernos, así como las creencias sobre cómo debe entenderse y qué puede esperarse de la democracia son esenciales para explicar la priorización real de un tipo u otro de e-government. Como dice North (2000, 136), "en el mundo de incertidumbre y ambigüedad que caracteriza las elecciones políticas y económicas más importantes, los jugadores tienen diferentes teorías para explicar el mundo que les rodea y les sirve de base para la elección" (2000, 136). Las ideas, en consecuencia, son importantes para clarificar objetivos, definir el rango de posibilidades de acción o ayudar a seleccionar la repercusión concreta que se quiere, en...

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