Miguel Carbonell

Páginas18-21

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Muy buenas noches a todos y a todas. Quiero comenzar esta intervención agradeciendo al licenciado Ángel Junquera, director de El Mundo del Abogado, por la creación del Premio a la Innovación Jurídica. Su tarea al frente de la revista durante más de 20 años es un ejemplo de talento y pasión puestos al servicio de las mejores causas de la abogacía mexicana, como lo está siendo también su labor como presidente del Ilustre y Nacional Colegio de Abogados.

Agradezco igualmente a los integrantes del consejo editorial de la revista, que decidieron incluirme entre los galardonados de este año. Es un enorme privilegio recibir este premio junto a dos personas a las que admiro desde hace mucho tiempo y que tantas cosas buenas han hecho por México, como son José Ramón Cossío y Regina Tamés. A tan ilustres compañeros de premiación les expreso mi más amplio reconocimiento a sus extraordinarios méritos para recibir este premio.

Agradezco desde luego a Gerardo Laveaga por sus generosas palabras de presentación. Haber compartido tantos años de amistad con Gerardo me han hecho valorar día tras día su talento discursivo, su incesante imaginación literaria y su compromiso con la formación de excelentes abogados en el país. En todo lo que Gerardo emprende, el éxito está asegurado.

Permítanme ahora referir algunas cuestiones alrededor del tema sobre el que Ángel Junquera nos ha convocado a reflexionar.

Quisiera ser muy claro y no darle muchas vueltas al asunto. La innovación ha sido desde hace años una posibilidad para los abogados mexicanos. Ya no lo es más. Hoy en día ha pasado a ser una obligación. Innovar o morir podría ser el nuevo lema de la abogacía mexicana.

¿Pero innovar cómo, innovar para qué e innovar entre quiénes?

La innovación jurídica se debe iniciar desde las aulas. Tenemos que formar a los estudiantes de Derecho en paradigmas renovados. La forma tradicional de dar clase no sirve más: no sirve a los alumnos, no sirve a las escuelas y no sirve tampoco a los maestros. Por lo tanto, no le sirve a México.

Tenemos que introducir las nuevas tecnologías en las escuelas de Derecho, enseñar con el apoyo de videos, transmitir información jurídica relevante a través de las redes sociales; es decir, necesitamos adaptar nuestros mensajes al lenguaje que reclaman las nuevas mentalidades y los nuevos medios de interacción social.

Pero también debemos dejar atrás la idea de que todo se resuelve cambiando las materias del plan de estudios o actualizando...

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