Migración irregular centroamericana. Las tensiones entre derechos humanos, ley y justicia

AutorMaría del Carmen García Aguilar, María Tarrío García
Páginas123-170
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María del Carmen García Aguilar*
María Tarrío García**
Migración irregular centroamericana
Las tensiones entre derechos
humanos, ley y justicia
INTRODUCCIÓN
Nadie cuestiona que el fenómeno de la migración tenga un carácter
global, tampoco que ésta acompaña a la historia de la humanidad y que
la razón que mueve a las personas a emigrar es, ayer como hoy, mejorar
sus condiciones de vida. Sin embargo, lejos de lo que podría esperarse,
en la llamada “nueva era de la globalización” el hecho migratorio en su
dimensión internacional se convierte en una amenaza, y rehabilita el
discurso del tiempo del “enemigo”. Se activan las viejas nociones del
enemigo como “categoría opositiva necesaria para la construcción de la
identidad” y de frontera estable “como fundamento de la autoidentif‌ica-
ción”, y se le dota de sentido negativo al “enemigo” que ya “no tenemos
enfrente, sino al lado, o, mejor, dentro” (Esposito, 2000: 70 y 73). Estas
nociones de “enemigo”, frontera, y “enemigo interno” son las que hoy
modulan y dan sentido práctico e ideológico a las políticas migratorias
de los países de recepción –y de tránsito–; son políticas que contradicen
las necesidades reales de fuerza laboral de sus respectivos aparatos pro-
ductivos, hecho que explica la migración masiva y “libre” de los últimos
tiempos, no así la carga negativa que en los imaginarios colectivos de
los “nacionales” produce y recrea.
Esta comunicación borda sobre estas paradojas de la migración in-
ternacional y el entramado normativo que la sustenta decantando en
una realidad dramática, la de los migrantes irregulares centroamerica-
nos, entre los que destacan de manera muy notoria mujeres y niños. La
dirección principal de los f‌lujos migratorios centroamericanos es hacia
*CESMECA-UNICACH-Cuerpo Académico Política, Diferencia y Fronteras.
**UAM-Xochimilco.
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MARÍA DEL CARMEN GARCÍA AGUILAR Y MARÍA TARRÍO GARCÍA
Estados Unidos y la principal vía de entrada de éstos es la frontera sur
de México para continuar hacia la frontera norte. Se sostiene que si bien
el endurecimiento de la política migratoria de México obedece a los in-
tereses expresos de “seguridad nacional” de su “socio” del norte, los
impactos en el territorio fronterizo sureño tienen que ver no sólo con una
práctica institucional que criminaliza al migrante y con la emergencia
de sólidas redes delictivas que ejercen la trata y el tráf‌ico de migrantes
irregulares, sino también con un cambio drástico en la percepción e
imaginario colectivo de los nacionales que, ante el carácter inconexo de
los hechos delictivos y los problemas fronterizos emitidos por autorida-
des y medios de comunicación, terminan no sólo por culpar al extraño,
al de afuera, sino también por convertirlo en presa fácil de una violencia
que le conf‌iere un sentido de normalidad cotidiana, y por ello, impune.
Así, en los tiempos más sólidos de las democracias, lo global y lo local
se articulan y se retroalimentan por la fuerza de una lógica regresiva
cuyo sentido en su expresión más radical conf‌irma que la experiencia
humana aún se debate en las “nieblas de la animalidad” y, en su térmi-
no medio, provoca desconcierto y perplejidad ante la ausencia de justi-
cia y búsqueda de formas más alta de convivencia humana.
LA MIGRACIÓN IRREGULAR CENTROAMERICANA
Se lanzó desde un autobús en movimiento en la carretera Tonalá-Tapachula.
De 49 años de edad, era trasladado por elementos del Instituto Nacional de
Migración, de Villahermosa, Tabasco a Tapachula, como parte del proceso
de deportación. Se lanzó de la unidad que iba a 90 kilómetros por hora. Se
paró de su asiento con el pretexto de ir al baño, rompió un cristal para lan-
zarse de ahí, cayó con el rostro sobre el asfalto, lo que le provocó serias le-
siones que ponen en peligro su vida. El inmigrante que vio frustrado s u
intento de llegar a EUA convalece en el Hospital Regional de Tuxtla, se
reporta grave. Tiene fractura de la pared anterior y posterior de los senos
maxilares, fractura etmoidal, fractura de los huesos propios de la nariz y
fractura frontal de la pared posterior de órbitas bilaterales, fractura del arco
zigomático derecho, presencia de sangre en todos los senos paranasales, así
como hemorragia (Cuarto Poder, 15 de marzo de 2006).
Esta nota periodística que testif‌ica la respuesta desesperada de un
migrante ante un acto de ley que le arrebata de manera inmisericorde la
MIGRACIÓN IRREGULAR CENTROAMERICANA
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“esperanza” de un proyecto de futuro, es una de las expresiones cotidia-
nas de un vivir y experimentar, en el cuerpo y en la conciencia, el omi-
noso signo de la violencia; trae detrás otros rasgos adversos e igual de
violentos que, como la exclusión y la pobreza, son producto de la inca-
pacidad de los estados de sus países de origen para garantizar a sus
gobernados derechos humanos tan elementales como el derecho a la
vida familiar y al trabajo en su propia tierra. La recurrencia de estos
dramas humanos termina por “normalizarlos” aunque al mismo tiempo
representan uno de los mayores problemas del presente.
El Consejo Económico Social de Naciones Unidas def‌ine como mi-
grantes irregulares a “quienes entren en un país sin la debida autoriza-
ción o violen las condiciones del permiso de estancia, incluso permanen-
cia allí después de su vencimiento. Los gobiernos pueden devolver o
deportar a los extranjeros en situación irregular” (ONU , 2006: 38). Aun-
que reconoce que no se sabe cuántos migrantes están en situación
irregular en el mundo, indica que en el censo de 2000 de Estados Uni-
dos se empadronó a 8.5 millones de migrantes indocumentados previen-
do para 2005 una cifra de 10.3 millones (Passel, 2002; cfr. ONU, 2006: 18).
Para el caso de Europa, en particular Europa medional, registra que las
cifras podrían oscilar entre 7 y 8 millones, con f‌luctuaciones como resul-
tado de los programas de regularización (Papademetriou, 2005; cfr. ONU,
2006: 18). Para la CEPAL la migración irregular constituye el hecho más
signif‌icativo del tema migratorio para América Latina y el Caribe. De
acuerdo con sus estimaciones, entre 1986-2002 los migrantes irregula-
res pasaron de 3.2 millones de personas a 9.3 millones. Si se aceptan
estas cifras, concluye, prácticamente la mitad de los latinoamericanos y
caribeños que viven en Estados Unidos son indocumentados (CEPAL,
2006: 19).
Es muy probable que estas cifras se queden cortas frente a la inten-
sidad cotidiana de la migración irregular de los últimos tiempos. Es el
caso de Centroamérica, que si bien desde los años cincuenta se viene
consolidando como una región expulsora de población, llegando a al-
canzar niveles de fuga poblacional en la primera mitad de la década de
los ochenta, es en los años noventa y 2000 cuando alcanza un récord sin
precedente en su historia, tendencia que se ha intensif‌icado en los años
recientes según las conclusiones de la Reunión de Expertos sobre Mi-
gración Internacional y Desarrollo en América Latina y el Caribe, efec-
tuada en diciembre de 2006. Se trata de un f‌lujo intenso hacia el norte
de México y posteriormente hacia Estados Unidos; registra cambios en

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