¿Memoria sin partidos o partidos sin memoria?

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AutorJuan Mario Solís Delgadillo
CargoDoctorando en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca. Becario de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (aecid).
Páginas73-112
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Enero–junio 2011
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¿Memoria sin partidos
o partidos sin memoria?
Juan Mario SolíS DelgaDillo*
Resumen
El presente trabajo explora el papel de los partidos políticos en Argentina, Chile y Guatemala, en relación
con la instrumentación de las políticas públicas de memoria, tras el retorno a la democracia en cada uno
de estos países. Para ello se plantea una discusión sobre el concepto de memoria y los peligros de la obsesión
memorial; se hace una referencia sobre los usos y abusos de la memoria que los organismos de derechos hu-
manos hacen sobre el tema, asimismo se examina el trabajo de los partidos sobre el nivel de adecuación que
hacen de las demandas del movimiento de derechos humanos para transformarlas en políticas públicas.
Abstract
This paper explores the role of political parties in Argentina, Chile and Guatemala in relation to the imple-
mentation of public policies of memory after the return to democracy in each of these countries. To do
this, we discuss the concept of memory and the problems of memorial obsession. We consider the uses
and abuses of memory that human rights organizations manifest on the subject, and examine the work
of the parties about the level of adaptation that allows claims of human rights movement to become
matters of public policy.
Palabras clave: memoria, partidos políticos, organismos de derechos humanos, políticas de memoria.
Key words: memory, political parties, human rights organizations, political memory.
* Doctorando en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca. Becario de la Agencia Española de
Cooperación Internacional para el Desarrollo (aeciD). Agradezco a mis evaluadores anónimos y a los profesores
Mario Sznajder, Luis Roniger, Benedetta Calandra, Maria Rosaria Stabili, Bruno Napoli y Elena Martínez Ba-
rahona, quienes comentaron previamente este texto y han sido los más cercanos a mi trabajo de investigación.
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…para pasar página, primero hay que leerla.
aMniStía internacional (2008).
Introducción1
No hay democracia sin partidos, pero acaso ¿hay democracia sin memoria? El pre-
sente trabajo explora el papel que han desempeñado los partidos políticos en Argentina,
Chile y Guatemala durante el proceso de construcción de la memoria colectiva, tras la
vuelta a la democracia en estos tres países. Al mismo tiempo, se intenta explicar por
qué los partidos han propendido a apartarse del tema desde su cara no gubernamental2
y cómo ha sido posible que las demandas de los diferentes actores sociales se hayan in-
corporado a la agenda pública para articular políticas en torno a la memoria.
Desde esta perspectiva, se parte de una percepción en la que pareciera que los
partidos políticos han sido los grandes ausentes en el proceso de construcción de la
memoria en sociedades postautoritarias, en las que, en principio, deberían ser los
actores centrales para dirigir la democracia y atraer las demandas e intereses de la so-
ciedad en su conjunto. Por tal motivo, a lo largo de las siguientes páginas se responde
a la incógnita sobre qué han hecho u omitido los partidos en torno a la promoción
y articulación de demandas sobre la memoria, y de qué forma se perciben los mis-
mos frente a la sociedad respecto de ese tema, sin soslayar cómo ha sido posible la
articu lación de las políticas de la memoria desde el accionar de los movimientos por
los derechos humanos.
La hipótesis de inicio consiste en afirmar que la ambigua postura de los partidos
políticos desincentiva la adecuación de las demandas sociales en torno a la memoria
a través de ellos y, por tanto, éstas se articulan por la vía de los movimientos sociales,
ya que la gran mayoría de los institutos políticos han optado por la reconciliación
nacional” derivada de los procesos de transición política.3 Para ello se propone partir de
una breve discusión conceptual que permita retratar el estado de la cuestión tras el auge
académico-editorial sobre el tema, así como los problemas derivados de la extensión
1 Una versión de este trabajo se presentó en el XXVIII Congreso de la Latin American Studies Association, en Río
de Janeiro, 11-14 de junio de 2009.
2 Se entiende por “cara no gubernamental de los partidos políticos” su faceta como organización política fuera de
su ejercicio en el gobierno (Catteberg, 1989).
3 El uso político de la “reconciliación nacional” fue un arma para todas las partes porque, a pesar de ser una frase
hueca, pero popular, era además difícil de oponerse a ella.
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del concepto mismo y sus adjetivos, para dar paso a un análisis sobre el dilema social
entre el recuerdo y el olvido (usos de la memoria) y, finalmente, explorar el papel que
han desempeñado los actores sociales para promover las políticas de memoria frente
a la pasividad de los partidos.
La memoria como concepto: entre la artificialidad y la obsesión
Como producto histórico-social, la memoria no ha estado exenta de la tentación de
los adjetivos que, con fines académicos, muchas veces suelen acompañar a un concep-
to para efectos de su “mejor comprensión” o discusión. Este fenómeno ampliamente
extendido no es exclusivo y tiene efectos muy diversos en lo que toca a su afortunada
o infortunada utilidad en el campo de la construcción del conocimiento. Ya Sartori
(1994) lo destacaba cuando se ocupó de estudiar los problemas derivados de cómo
“viajanlos conceptos y cómo éstos llegan a distorsionarse cuando no encajan en nuevos
casos, pero también a causa de su heterogeneidad. En los últimos años, este problema
de aplicación de categorías se ha notado especialmente con el auge de los temas de
comparación histórica como el de las memorias de los autoritarismos y sus violacio-
nes a los derechos humanos.
En esa paradoja, la memoria no ha quedado fuera del fenómeno académico de la
adjetivación de conceptos y, en consecuencia, del debate sobre la extensión de lo que
se debe entender por memoria. Al respecto, como punto de partida se tendría que re-
plantear ¿qué es la memoria o las memorias que constituyen la construcción social del
recuerdo? En el escenario académico actual y en el contexto popular, no es raro que
el empleo de la memoria adjetivada tenga usos indistintos, e incluso intercambiables,
que manifiestan que el concepto de memoria ha sufrido un desgaste o, dicho en otras
palabras, ha experimentado un proceso de erosión de sus propias fronteras de signifi-
cación. No resulta extraño que términos como memoria histórica o memoria colectiva
se utilicen con mucha frecuencia como términos sinónimos, cuando en realidad son
distintos. Ese problema inicial plantea la viabilidad, o al menos la efectividad, de las
categorías académicas aplicadas al término memoria, pero también advierte sobre los
usos y los abusos de este concepto (Todorov, 2000), a fin de convertirlo en un arma
arrojadiza para justificar un discurso que llevaría a una especie de obsesión.
La memoria histórica se ha convertido en los últimos años en un fenómeno edi-
torial sin parangón. La saturación de títulos que aluden a la memoria no es exclusiva-
mente un fenómeno de interés para los historiadores, sino que también ha concitado
a investigadores de diferentes disciplinas (la sociología, el derecho, la psicología, las
artes o la ciencia política, por citar ejemplos). La variedad de enfoques desde los cua-

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