Melchor Ocampo

AutorAndrés Henestrosa
Páginas649-650
el Centenario de la Reforma, ¿no sería posible que los editores se encargaran
de reimprimir estos libros? Seguramente que un prólogo de Antonio Martínez
Báez, de Jesús Reyes Heroles o de Daniel Moreno, harían imprescindible la
consulta de estas obras ya totalmente agotadas. Tal vez Porrúa Hermanos,
la Casa Robredo, o ¿por qué no?, el Fondo de Cultura Económica son las edi-
toriales a quienes corresponde tan importante tarea.
16 de agosto de 1959
Melchor Ocampo
Hay hombres cuyas actividades encaminadas en determinado sentido, ocultan
otras, no menos importantes. Esto ocurre con frecuencia entre los escritores
que derivan hacia la política, o de los literatos, digamos novelistas, poetas, que
prefieren otro género de disciplinas: la sociología, el derecho, etc. Tal es el
caso, pongamos, de Emilio Rabasa, de quien recientemente hará tres o cuatro
años, la Casa Porrúa, en su “Colección de Escritores Mexicanos”, publicó sus
novelas que se encontraban agotadas: La bola, La gran ciencia, Moneda falsa y El
cuarto poder. Rabasa, como todos saben, debe su prestigio a su obra de jurista y
de sociólogo, con El artículo 14 constitucional, L a evolución hi stórica de México, su
extraordinaria Constitución y dicta dura, y otros libros no menos prestigiados.
Pero si hay algunos autores que han sido reeditados, existen muchos cuya
obra permanece en el olvido, en razón a que apenas si su pensamiento se di-
vulgó, porque fueron hechos sus libros en tirajes pequeños, porque publicaron
en revistas o periódicos, o por el simple transcurso de los años. Quiero hacer
un recuerdo del gran pensador político don Melchor Ocampo, conocido sobre
todo por su obra reformista, por su actuación política, en tanto que su obra
literaria permanece en el olvido, no porque carezca de calidad, sino porque
nadie ha tenido el cuidado de hacer nuevas ediciones. En particular me voy
a referir a un estudio de filología, de aquel hombre cuyos conocimientos de
química y de física, de botánica y de zoología, eran muy vastos. A su erudición,
en materia política, además habrá que agregar su calidad de conocedor del
idioma, lo mismo en el castellano purista que en los modismos nacionales.
“Idiotismos hispano-mexicanos” es el nombre del ensayo a que aludimos,
y lleva este agregado: “o más bien, primeros Apuntes de un Suplemento al
AÑO 1959
ALACE NA DE MINUCI AS 649

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