Voltaire: las máscaras como refugios

AutorAle, Pedro Salvador
Páginas249-262

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Francisco María Arouet (Voltaire)

Las máscaras como refugios

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COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS DEL ESTADO DE MÉXICO

Francisco María Arouet (Voltaire), nos expone sus puntos de vista sobre la democracia, diciéndonos todos sus recovecos y sus orígenes, donde muchos la desaprobaban desde la antigüedad. Nos explica que la democracia se basa en un supuesto: todos los hombres son iguales. Honra nuestra humanidad y nuestro proyecto de sociedad pensar que lo son. Esto signif‌icaría que la voz del santo y del sabio valdrá lo mismo que el de un desgraciado. Y si sabemos que por cada santo, hay tres mil desgraciados ¿signif‌ica eso que ganarán siempre los peores? El problema esencial de la democracia es demostrar su ejercicio de la libertad donde todos tengan los mismos derechos y lo puedan expresar más allá de raza, clase social o religión.

Nos hace ver que la mayoría de los f‌ilósofos clásicos se opuso al tipo de régimen que conocemos como democracia, Sócrates fue asesinado por él, y Séneca decía: Tal es la opinión de la mayoría… por eso mismo es la peor de todas. La aprobación de la multitud es el indicio de que la cosa es mala, el vulgo es el peor intérprete de la verdad.

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Francisco María Arouet (Voltaire, 1684-1778)

Francisco María Arouet, que f‌irmó sus obras con el seudónimo de Voltaire, nació en París y se educó con los jesuitas. Bien pronto se hizo notar por su carácter inquieto y rebelde, siendo alejado de su domicilio por su propio padre, y más tarde, encarcelado y desterrado a Inglaterra. Volvió a Francia y unos años después pasó a Alemania bajo la protección de Federico II. Terminó su vida en sus posesiones de Ferney.

El carácter fundamental de Voltaire es su ironía demoledora. Su obsesión antirreligiosa le lleva a atacar a todas las creencias como formas de fanatismo que se oponen a la razón. Predica la tolerancia como base de la vida social y no cree que la historia esté dirigida por la Providencia, como predicaba Bossuet, sino por el azar. Colaboró en la Enciclopedia.

Toda la obra de Voltaire está destinada a la propagación de sus ideas, bien en forma satírica, de tremenda fuerza cáustica, como en sus cuentos (Cándida) bien en sus discursos (Ensayo sobre las costumbres, El Siglo de Luis XIV) o en sus tratados (Tratados sobre la tolerancia, Diccionario Filosóf‌ico).

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Señor Voltaire, una pregunta obligada ¿qué es para usted la f‌ilosofía y para qué sirve?

Filosofar es prepararse para morir o para vivir, que en esencia son lo mismo. ¿Es cierto? ¿Nunca me lo había preguntado? ¿Para qué sirve?

Bueno, usted sabe que es una de las numerosas maneras de tratar de comprender al hombre. Si se busca comprenderlo a la manera de los f‌ilósofos, como es el caso, uno puede replegarse en sí mismo y tratar de profundizar al nivel de la conciencia. O bien puede tratar de observar aquello que en las manifestaciones de la vida humana es lo que puede ser considerado como más cercano a nosotros, es decir, nuestra historia, desde sus orígenes greco-romanos o desde el Cro- Magnon. O bien, se puede tratar de ampliar el conocimiento del hombre incluyendo también las sociedades más lejanas, y aquellas que nos parezcan, incluso las más humildes y las más miserables, de manera que nada de lo humano nos sea ajeno.

Se puede considerar que es una ref‌lexión continua sobre lo que vivimos, incluso sabiendo que no hay tiempo para pensar...

Exactamente. Las tareas emprendidas por los hombres del Renacimiento, es decir, tratar de comprenderse mejor ellos mismos, a través de una mirada sobre el hombre de civilizaciones exóticas, como Grecia y Roma, para así colocar a su propia sociedad en perspectiva, fue ampliándose luego con el desarrollo de los medios de comunicación, de los grandes viajes de expedición, integrando al mundo árabe, la India, China, el Japón.

Esto representa la primera y la última etapa humanista que ha tratado de comprender al hombre a través de la totalidad de sus experiencias y sus realizaciones.

¿Un pensador entonces, puede ir a buscar conocimiento en otras sociedades, que no pueden descubrir en las suyas propias?

Yo no diría eso, porque hay también en nuestras propias sociedades conocimientos valiosos, pero también se pretende comprender otras culturas y descubrir que nuestra sabiduría es una entre centenares o miles.

Cada una de las cuatro o cinco mil sociedades que han existido desde que el hombre apareció sobre la tierra- y seguramente ha habido muchas más, pero sobre las cuales no poseemos suf‌icientes informaciones- cada una representa, a su manera, una forma de sabiduría y nosotros no podemos tratar de comprender la nuestra sin ponerla en perspectiva con relación a todas las otras.

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Entonces la f‌ilosofía nos invitaría a una especie de modestia, de humildad…

Esa ha sido la función desde que apareció en la literatura francesa. Si usted observa esas primeras manifestaciones de Rabelais o de Montaigne, pues son los primeros en tener una curiosidad psicológica y etnográf‌ica, descubrirá en sus intenciones la voluntad de hacer una crítica de nuestras creencias, de nuestras costumbres, de nuestras instituciones. Algo que yo hice toda mi vida. Pero por crítica no quiero para nada emplear su sentido despreciativo; criticar es tratar de analizar, es tratar de comprender, es tratar de ponerse en relación con otros modos de vida y de pensamiento.

Usted se adaptó totalmente a la sociedad que lo vio nacer o era una rara avis ?

Sí, completamente. Siempre estuve apasionado por las curiosidades exóticas, eso se nota en toda mi obra, o si pref‌iere de anticuario. En el espíritu siempre viví lejos o en otras épocas lejanas a la mía, pero sólo para enfrentarme al entorno que me tocó vivir. Siempre me sentí pleno, como un hombre del Siglo XVIII, donde ahora veo, que lo que me gustaba tiende a desaparecer de manera def‌i nitiva.

Actualmente las disciplinas que estudian el lenguaje, como la semiótica, el estructuralismo, etc. ¿son importantes?

Yo no me animo a emplear calif‌icativos. Se la han servido con todas las salsas posibles. Para mí es siempre lo mismo. En ciencias humanas todo es tan complejo que uno está obligado a poner en evidencia un cierto número de relaciones bastante simples. Alberto Durero, en el siglo XVI decía ya lo mismo. El estructuralismo se remonta por lo menos al Renacimiento e incluso aún más lejos.

¿Qué piensa de la palabra ecología, acaso los etnólogos no son los primeros ecologistas?

Creo que sí, porque han aprendido en la escuela de los pueblos, que son ellos mismos auténticos ecologistas. Que han triunfado, usando todo tipo de prácticas que algunos juzgan supersticiosas, con un poco de desprecio, y que han logrado mantenerse en equilibrio con el lugar natural en que viven. Entre estos pueblos, existen creencias en un amor de los animales, que vela celosamente sobre los campos de caza, y de quienes sabemos que enviará castigos sobrenaturales a quienes maten más de lo estrictamente necesario. Lo mismo referido a la vegetación, ya que para recoger la más pequeña planta medicinal es necesario hacer ofrendas al espíritu de esa planta.

Bien, todo esto obliga a mantener relaciones mesuradas. Y ciertos pueblos tienen incluso...

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