Martínez Escobar impugna la credencial de Palavicini

AutorAbel Camacho Guerrero
Páginas21-26

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Es el caso de Félix Palavicini, el C. Rafael Martínez Escobar tuvo conceptos tan enérgicos como los que a continuación se transcriben:

Señores diputados: algunas veces dijo el señor Palavicini: "Si yo me parara -alguien me lo dijo-. Si yo me parara sobre mi talento y mi cultura, seguramente que tocaría con mi cabeza la bóveda del cielo", yo digo: si el señor Palavicini se parara sobre su inmoralidad seguramente alcanzaría el infinito, seguramente que llegaría más allá de las estrellas parpadeantes: pero en el caso que el señor Palavicini, políticamente vive a raíz de tierra, vive a flor de fuego.

El señor Palavicini esta mañana con verdadera ligereza de criterio, con un verdadero cinismo, con una audacia que sólo es posible que exista en él, porque solo por medio de la cínica audacia hemos conocido al señor Palavicini a través de todas las luchas políticas siempre triunfante, el señor Palavicini decía: exhorto a la juventud saludable, exhorto a la juventud de principios, a que no imiten a esa juventud enclenque que se alquila". Señor Palavicini, para alquilarse se necesita tener un alma de siervo, tener corazón de vasallo, tener alma de esclavo y espíritu de cortesano, es decir se necesita tener todo eso que tiene usted: por que el señor Palavicini señores diputados, se ha venido alquilando desde Porfirio Díaz hasta Victoriano Huerta...

El señor Palavicini fue porfirista, el señor Palavicini sí fue cortesano de Porfirio Díaz, el señor Palavicini sí fue ciervo de aquel dictador, porque en aquella época los hombres que podían tener algunas prebendas, ya en el interior o ya en el exterior, necesitaban ser vasallos o ser esclavos de aquellos potentados, a quienes arrojó el triunfó e hizo mil pedazos la revolución de 1910...

Así nos dice usted en su artículo, para qué voy a cansar el espíritu de la Asamblea leyéndolo, si allí esta reproducido en "La Lucha". Y allí manifiesta y dice el señor Palavicini: "Soy porfirista", y lo gritó usted: naturalmente tuvo que gritarlo una y mil veces. Usted por nacimiento, por educación, por herencia y por miedo: usted, por anhelo de lucro, por su naturaleza orgánica ha sido siempre amante de las dictaduras y ha sido eternamente admirador apasionado de todas las autocracias. Es natural que dijera: "Si la revolución, que es obra de inconscientes, tomara cuerpo, yo preferiría el estancamiento democrático a la guerra civil. Yo no puedo ser revolucionario, yo condeno la revolución: la revolución no puede ser más que obra de los inconscientes". Así repitió el señor Palavicini al defeccionar de las filas liberalismo. ¿Cómo es que

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el señor Palavicini, que acompaño al señor Madero en su gira, después viene y dice: ¿soy enemigo de la revolución?..."

Luego usted ha sido siempre enemigo de la revolución, usted ha condenado mil veces las libertades; ¿puede usted, pues, ser revolucionario, señor Palavicini desde el momento en que usted mismo ha confesado que es enemigo de la revolución? Y lo ha dicho allí bajo su firma; tal vez dentro de un momento diga: "Yo no respeto mi firma; para mí mi firma tiene la importancia del papel en que la escribo; para mí esa firma es un papel mojado y no tiene significado"; pero allí está cristalizada su manera de pensar y nadie ni nada hará que convenza a esta Asamblea que usted puede ser revolucionario; usted tiene la revolución en el estómago, usted tiene la revolución en el tubo intestinal, usted no puede tener un solo ideal, absolutamente un solo ideal, porque lo ha demostrado usted y sólo puede usted ser revolucionario por tendencias de lucro y por anhelos de medro. Y esto es verdad. El señor Palavicini era eternamente pobre, no tenía ni un centavo, absolutamente nada; sin...

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