Marbury vs. Madison un ensayo sobre el origen del poder de los jueces en los Estados Unidos

AutorClemente Valdés S.
Páginas363-396

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A la memoria de Mauro Cappelletti

Introducción

Este ensayo trata del juicio más importante en la historia de los Estados Unidos, el caso Marbury vs. Madison, en el cual el juez John Marshall que presidía la Suprema Corte de los Estados Unidos y los otros cinco jueces de esa Corte,1 decidieron que tenían el poder de revisar las leyes hechas por los representantes de la población y de los Estados en el Congreso de la Unión, y que tenían además el poder de nulificar dichas leyes si, en su opinión, eran contrarias a la Constitución. Page 364

La Suprema Corte de los Estados Unidos es, sin duda, la corte judicial con más poder dentro de cualquier Estado contemporáneo. Sus resoluciones han decidido en muchas etapas de la historia de ese país los cambios más importantes, han originado algunas de las mayores conmociones, han apoyado algunas de las mejores causas y han propiciado las mayores crisis; entre otras la que, a partir de los casos sobre la esclavitud condujo a los Estados Unidos a la guerra civil.

En la actualidad ningún otro funcionario estatal o federal es tan respetado como los jueces que integran la Suprema Corte. Muchas medidas que no puede ordenar el Presidente, ni la Cámara de Representantes (diputados) o la Cámara de Senadores, o ambas juntas, ni tampoco los más altos funcionarios de los Estados, puede ordenarlas la Suprema Corte. De la misma manera esa Suprema Corte, formada actualmente por nueve jueces, puede, por el voto de su mayoría, es decir, por el voto de cinco de ellos, dejar sin efecto una orden del Presidente, nulificar una ley votada por una mayoría abrumadora de los legisladores (representantes y senadores) en el Congreso Federal, abrir la posibilidad de movilizar el ejército en algún Estado de la Unión para cumplir con sus resoluciones,2 u ordenar una distribución diferente de los distritos electorales.3

La imagen de la Suprema Corte de los Estados Unidos ha pasado por situaciones muy distintas desde el inicio de sus funciones:

Por una primera época en la cual, como órgano judicial del gobierno federal tenía muy poca importancia frente a las cortes judiciales de los Estados. Esto explica por qué cuando el presidente Washington le propone uno de los puestos de la Corte a Robert W. Harrison, éste lo declina porque veía su cargo judicial como "chancellor" del Estado de Maryland como algo más importante y explica también como John Rutledge, quien era miembro de la Suprema Corte en la misma época, nunca asistió a una sola reunión en tres períodos de sesiones y finalmente renunció para aceptar ser Jefe de la Corte Superior de Justicia del Estado de Carolina del Sur.4

Después, en la época de Marshall de 1801 a 1835, la Corte ejerce un enorme poder. Son los tiempos en que decide algunos de los casos que forman la base misma del funcionamiento del sistema federal norteamericano. En 1819, invocando el Artículo I, Sección 8, párrafo 18 de la Constitución, sostiene que el Congreso tenía el poder de crear un banco y establecer ramas del mismo en cualquiera de los Estados y éstos no tenían el poder de cobrarle impuestos a ese banco ni a ninguna de sus ramas o sucursales, porque los Estados no pueden gravar con impuestos a las empresas del gobierno federal.5 En 1824 la Corte afirma la supremacía total del Congreso sobre los gobiernos de los Estados en el comercio interestatal en el caso Gibbons v. Ogden6 con el argumento, famoso Page 365 desde entonces, de que teniendo el Congreso el poder de regular el comercio entre los diferentes Estados tiene por consecuencia el poder de regular la navegación, puesto que la navegación es comercio.7 Poco después, en 1826, sobre el mismo tema, la Corte sostiene que los Estados no tienen el poder para decretar impuestos al comercio interestatal en Brown v. Maryland.8

Es una época en que, por una parte, gracias a la Corte, se consolida la unidad federal, pero por otra se convalidan fraudes tan escandalosos como los de las tierras del Yazoo que comprendían la mayor parte de los territorios que forman lo que son actualmente los Estados de Alabama y Mississippi, las cuales fueron vendidas a un precio ridículo por la legislatura del Estado de Georgia después que todos los legisladores de ese Estado, excepto uno, fueron sobornados para aprobar el fraudulento contrato. La legalidad del fraude de las tierras del Yazoo fue convalidada por la Suprema Corte en el caso Fletcher v. Peck, en 1810,9 respaldando la opinión del Jefe de Justicia John Marshall, quien invocando el principio que prohíbe "impair of obligations of contracts", es decir, anular o disminuir las obligaciones de los contratos (no obstante las confesiones de los legisladores cuyos votos habían sido comprados) sostuvo que sería "indecente" entrar a juzgar la corrupción de los legisladores. 10 Es también la época en que se legalizan algunos de los mayores despojos en contra de los indios para quitarles sus tierras, especialmente en los casos de los cherokees resueltos en 1823, y además se dictan algunas de las más inmorales resoluciones a favor de los grandes especuladores como en el caso United States v. Arredondo11 y en el caso Mitchel resuelto en 1835.12

A partir de 1841 llegan a la Suprema Corte los primeros casos notables directamente relacionados con la existencia y alcances de la esclavitud en los Estados Unidos. Uno de ellos, Groves v. Slaughter,13 fue el pleito entre dos tratantes de esclavos dispuestos, como sucede con los bribones más inteligentes, a invocar la Constitución, el estado de Derecho, el respeto a la propiedad y la santidad de los contratos. El asunto se originó por el incumplimiento en el pago de unos esclavos vendidos y entregados en Mississippi, Estado en el Page 366 cual, de acuerdo con su propia Constitución, estaba prohibida la importación de esclavos después de 1833. En ese asunto la Suprema Corte se enfrentaba al fondo del problema, esto es, al dilema legal entre la proposición que planteaba que si los esclavos eran personas, ¿acaso no debía considerárseles protegidos por la Constitución estatal? y la otra proposición que sostenía que si los esclavos eran propiedad, como cualquier otro objeto de comercio, ¿acaso no deberían estar sujetos a la legislación federal a través de la cláusula de comercio? Para evadir el problema la Corte resolvió de una manera incoherente que, aunque el contrato de compra venta era inconstitucional, no era ilegal y, por lo tanto, el comprador debía pagar el precio de los esclavos.

Esos casos culminan con la resolución dictada en 1857 por la Suprema Corte de los Estados Unidos en el asunto de Dred Scott, esclavo negro que con su familia había sido llevado por su dueño a un territorio del norte en donde se prohibía la esclavitud. En esa resolución, en el caso Dred Scott v. Sandford14 la Corte declaró que una ley del Congreso expedida 37 años antes, en 1820, conocida como el Compromiso de Missouri, la cual prohibía la esclavitud al norte de la latitud 36º 30' era inconstitucional. Esa decisión fue la causa inmediata de la mayor conmoción en la historia de ese país y precipitó la separación de la mayoría de los Estados del sur y la guerra del gobierno federal contra ellos para mantener la Unión por la fuerza.

Refiriéndose a la resolución en el caso Dred Scott v. Sandford, Abraham Lincoln, en su discurso al tomar posesión como presidente de los Estados Unidos el 4 de marzo de 1861, decía: "si la política del Gobierno sobre las cuestiones vitales que afectan a todo el pueblo va a ser fijada irrevocablemente por decisiones de la Suprema Corte, en el instante en que así se hace en litigios ordinarios entre partes en acciones personales, el pueblo habrá dejado de ser su propio amo, al renunciar prácticamente a su Gobierno para dejarlo en manos de ese eminente tribunal".15

Además de la trascendencia social y los desastrosos efectos que tuvo esa resolución de la Suprema Corte para los Estados Unidos, el asunto tiene una especial importancia jurídica porque en él, por segunda ocasión después de Marbury v. Madison, la Corte declaraba inconstitucional una ley del Congreso de la Unión y es la culminación de varios casos anteriores en que la concepción sagrada de la propiedad (en estos casos la propiedad sobre los esclavos) y la protección que la Constitución le daba a esa propiedad y al comercio entre los Estados fueron las bases determinantes del razonamiento de la Corte para Page 367 mantener en la esclavitud a los negros que vivían en determinados territorios y re esclavizar a aquellos que habían vivido durante más de 30 años como hombres libres en las regiones que el Congreso había liberado de la esclavitud. Edward S. Corwin, el notable profesor de la Universidad de Princeton de 1918 a 1946, defensor convencido de la necesidad del inmenso poder que tiene la Suprema Corte de los Estados Unidos, lo expresa así: En la decisión de Dred Scott "la Suprema Corte puso su sello en la santidad de la propiedad privada en la forma de la esclavitud humana".16

Los antecedentes, la explicación del asunto y las consecuencias directas del caso Dred Scott, exigen un comentario que ampliaría demasiado esta introducción, pero como por su importancia histórica, su adhesión a algunas reglas del texto constitucional ya entonces inoperantes, la monstruosidad social de sus efectos, y por ser en varios aspectos la antítesis del caso Marbury v. Madison, es indispensable comentarla, haré una referencia más amplia de ese asunto en el cuerpo de este ensayo.

A partir de 1867, después de la guerra y del hundimiento de su prestigio como resultado de su resolución en el caso de Dred Scott, la Suprema Corte de los Estados Unidos entra en una época en que parecería que la preocupación de los jueces que la integraban era hacer pasar a ese alto tribunal tan inadvertido como fuera posible. El...

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