Manuel Eduardo de Gorostiza

AutorAndrés Henestrosa
Páginas502-503
502
ANDRÉS HEN ESTROS A
Manuel Eduardo de Gorostiza
En el Correo Literario y Político de Londres –t. 1, núm. III, julio 1, 1826– apareció
un breve juicio de José Joaquín de Mora, editor del famoso periódico trimes-
tral. Era su título “Teatro escogido de Manuel Eduardo de Gorostiza, ciudadano
megicano (Bruselas, 1825)”. Tras de referir que Gorostiza era su íntimo amigo
y su compañero de armas en cierta guerra política que había terminado con la
derrota de ambas potencias beligerantes, con lo cual quería prevenirse contra
las opiniones a que pudiera dar lugar su crítica, de ninguna manera imparcial.
Mora intenta, y lo consigue en nuestra opinión, situar al mexicano en el marco
de la dramaturgia de su tiempo. Horacio y Nicolás Boileau –decía el autor– no
pueden tanto como el hábito de abrazar las mismas opiniones y las reglas del
arte tienen que callar cuando habla de la prevención que nace de un trato diario,
y de una intimidad fundada tanto en la posición de los que la contraen como
en la conformidad de doctrinas y aficiones. La época en que se dieron al público
las comedias de Gorostiza fue muy poco favorable al culto de las musas. La po-
lítica, la empleomanía, las facciones, la defensa de ciertos hombres, y de ciertos
principios habían trastornado las cabezas, pervertido el gusto, dividido a la socie-
dad, y envilecido y aniquilado a la literatura. Los ídolos del día eclipsaban toda
clase de méritos. El ministro, el orador, el periodista, el diplomático llamaban la
atención general, ¡y quién se acordaba de Conde, de Navarrete, de Reynoso! En
semejante orden de cosas, ¿cómo es posible que se juzgue con imparcialidad al
hombre que se presenta al público sin otros derechos que su genio, su gracia, su
elocuencia? Pero el mérito real tiene la virtud de vencer y de sobrevivir a todas
las borrascas suscitadas por las vicisitudes de los tiempos y por la lucha de las
pasiones. Porque los vanos pasan, como pasa el pino altivo. “Felicitamos al joven
ingenioso y aplicado, cuyas producciones han arrancado tantos elogios a los hom-
bres imparciales, y le aseguran un puesto distinguido en el catálogo de los poetas
dramáticos de nuestro siglo”, decía Mora. El tomo de Teatro escogido que moti
su breve ensayo, contenía cuatro obras: Indulgencia para todos, El jugador, Don Die-
guito y El amigo íntimo. La primera en el orden de colocación, lo es también en la
escala del mérito, según el sentir del crítico. Un fin moral altamente filosófico,
una idea fundamental nueva en el teatro, una acción manejada con destreza y
facilidad, un diálogo naturalísimo y animado, una versificación correcta, pura
y sembrada de sales y epigramas, tales son las prendas que distinguen a la que
encabeza la lista de las obras impresas en Bruselas. Luego cuenta Mora el tema de

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR