Manifiesto en favor del presidente Ignacio Comonfort (22 de octubre de 1856)

AutorJosé María Lafragua
Páginas539-544
539
José María Lafragua
MANIFIESTO EN FAVOR
DEL PRESIDENTE IGNACIO COMONFORT
(22 de octubre de 1856)
EXMO. SR.
Días hace que los reaccionarios que vencidos en el mes de marzo debieron
la vida y la libertad a la bondad del Exmo. Sr. presidente sustituto, pagan-
do con vil ingratitud el bene cio inmenso a que sin duda alguna no eran
acreedores, comenzaron a provocar motines en varios puntos de los esta-
dos de Michoacán, México y Puebla. El gobierno cuidó desde luego de re-
primirlos; pero hoy, que con la ocupación de las ciudades de Querétaro y
Puebla han tomado ya el carácter de una nueva reacción, el Exmo. Sr. pre-
sidente cree de su deber instruir a la nación del origen de esos movimien-
tos, de la situación en que se encuentran sus directores y de la conducta
que se propone seguir el gobierno, a  n de que los mexicanos, conociendo
perfectamente el estado de los negocios, cooperen con la e cacia que otra
vez lo han hecho, a la consolidación del orden público y al triunfo de los
principios de libertad y de progreso, que ha defendido y defenderá siempre
la actual administración.
Bien conoció el gobierno que los militares que, por haber traicionado a
sus banderas, habían sido lanzados de las  las del ejército nacional, debían
quedar disgustados profundamente; porque si bien su propia conciencia de-
bía probarles la incuestionable justicia de su destitución, el amor propio, el
deseo de venganza y otras mil malas pasiones, que por desgracia gritan siem-
pre más alto que la razón, les harían ver como el ejercicio de un derecho la
conspiración incesante en que han vivido desde el mes de mayo. En vano
han salido algunos del territorio: en vano otros han sido con nados a distin-
tos puntos: aquéllos fuera y éstos dentro han continuado sin descanso en su
empeño de trastornar el orden, ya promoviendo motines, ya derramando no-
ticias alarmantes, ya haciendo público alarde de padecimientos cuya causa
fue su mala conducta y que el gobierno ha procurado dulci car aún más allá
de donde la justicia lo permitía y los mismos interesados podían esperar.
Quiso el Exmo. Sr. presidente manifestar de este modo a la sociedad que, si
bien fue severo con los traidores, fue humano y generoso con los vencidos.
Pero esta conducta circunspecta y noble fue considerada como una debili-
dad por los que, ingratos al bene cio recibido, sólo veían el padecer presente

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