A manera de conclusión

AutorFernando Serrano Migallón
Páginas443-445
443
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Antes de poder considerarse a sí mismo como un Estado, como una enti-
dad política con identidad, destino y futuro, México debió experimentar un
acelerado proceso de re exión y ensayo político que lo llevó, en unos cuan-
tos meses, del virreinato al imperio y a la república; como si de pronto los
300 años de lentísima evolución, casi geológica, que fue la vida colonial,
entraran en un periodo dramático, telúrico, para que la incipiente Nación
buscara su lugar en la historia y en el concierto de las naciones.
El saldo de la guerra de Independencia consistía en una economía de-
vastada, una geografía inmensa y mal comunicada y, ante todo, la ruptura
de los códigos de conducta social y política, tergiversados y en medio de
una revolución cuyo resultado era imprevisible; la sociedad y las clases
políticas, liberadas de juramentos y lealtades a la corona de España, se vie-
ron en di cultades no sólo para establecer sus propias normas fundamen-
tales, sino para encontrarse a sí mismas, con características y métodos pro-
pios; lo que antes parecía deseable ya no lo era y hasta aquello que durante
tres largos siglos había sido normal, comenzaba a parecer disfuncional
para muchos.
El primer aspecto que debía solucionarse, el más importante tal vez
durante los siguientes 100 años, sería la propia de nición de México, como
Nación y como Estado; si durante los largos años del virreinato esa pre-
gunta carecía de signi cado pues la Corona, bajo sus parámetros de homo-
geneidad imperial, vaciaba de sentido las diferencias quedando para ella
sólo súbditos católicos, diferenciados por castas y linajes, como sucedía en
todo estado monárquico desde la construcción del absolutismo; ello explica
por qué la segunda vida de la Constitución de Cádiz llega a destiempo a la
Colonia a punto de emanciparse. Aun con las promesas de modernidad,
con un marco jurídico-político más amplio que las complejas y escolásticas
formulaciones del absolutismo, la Constitución de Cádiz no puede ya servir
a este pueblo —que se descubre contradictorio y ayuno de identidad— para
ubicarse en el mundo; así, entre los sentimientos encontrados, la confusión
y la oportunidad, plantean posibles proyectos autonómicos que ya no son
su cientes.

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