El camino bélico dinástico inhibidor del fomento a la técnica y la ciencia en el imperio español

AutorJosé Luz Ornelas López - Blanca Chong López
Páginas15-33
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I
El camino bélico dinástico inhibidor del fomento
a la técnica y la ciencia en el imperio español
Carlos V y Felipe II, férreos defensores
del catolicismo medieval
A
propuesta de los reyes católicos Fernando II de la Corona de Aragón e Isabel
I de la Corona de Castilla se fundó la Inquisición española en 1478 con la
aprobación papal, cuya responsabilidad inicial sería la de perseguir a los judío s
que por coerción o por la presión social se habían convertido prag máticamente al
cristianismo. Un per sonaje emblemático de los pr imeros años de esta Inquisición
sería Tomás de Torquemada, confesor de los reyes españoles y de gran influencia
sobre ellos. Por recomendación de la Reina Isabel el Papa Sixto IV lo nombró
primer inquisidor general de Castilla y Aragón, y se hizo famoso por convertir a ese
organismo en una implacable arma de persecución religiosa de los judeo conversos,
musulmanes y apóstatas, convencido de que eran potenciales enem igos capaces de
destruir a la Iglesia y a la Corona; aunque el amplio abanico de delitos perseg uidos
abarcaban la herejía, la bigamia y la usura. Durante los 11 años que Torquemada
estuvo a la cabeza del Consejo de la Suprema Inquisición, y hasta 1494, se condenó
a la hoguera a más de dos mil víctima s, en ceremonias públicas denominadas actos
de fe. El haber delegado el papa en la práctica la supervisión a favor de los soberanos
españoles, estos convirtieron a la Inquisición española en un instrumento del Estado
más que de la Iglesia.
La defensa a ultranza del catolicismo en la que el imperio español se comprometió
bélicamente en contra de las diferentes manifestaciones de la Reforma prote stante en
sus dominios dinásticos del Sacro I mperio Romano Germánico, provocó muchas de
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Un acercamiento histórico sociológico del desinterés cUltUral
las guerras religiosas en Europa durante los siglos
xvi
y
xvii
; las que, junto con la
mentalidad cultural de una aristocracia nobiliar ia terrateniente española aferrad a en
mucho al pensamiento feudal en cuanto a la organización social y económica, se
convirtieron en las situaciones que devinieron serios obstáculos para que España
pudiera incorporarse decididamente a la marea del desarrollo de la técnica y la ciencia
que las burguesías de las potencias económicas de Europa occidental i mpulsaban.
La muestra de fidelidad a tod a costa mostrada por los reyes católicos en defensa
de la Iglesia apostólica romana, que se manifestó muy claramente con la reconquista
de Gra nada en 1492 expulsando a los árabes de su último bastión en España, – es
decir a los “infieles” vistos como el enemigo común del Islam–, y el adelantarse para
impedir que Francia se adjudicara los privilegios del descubrimiento del Nuevo
Mundo, influyeron para que las tempranas preferencias del Papa Alejandro VI en las
llamadas Bulas Alejandrinas de 1493 y el Tratado de Tordesillas de 1494, concedieran
solamente a España, en una mayor proporción, y a Portugal, la donación del
recie ntemente descubierto Nuevo Mundo (que apenas se concebían como un grupo
de islas más al occidente), a cambio del compromiso de evangelizar a sus pueblos.
Esta donación f ue posible porque la mayoría de los juristas y teólogos del siglo
xv
defendían el poder universal del papa para intervenir en asuntos temporales de los
pueblos, en el supuesto de que la sociedad cristiana daba prioridad a los fines
espirituales. Se entendía con estas decisiones, que las demás naciones europeas
quedarían formalmente excluidas de participar en el reparto de tierras y comercio
con las f uturas regiones a conquistar y colonizar por el Imperio español. Semejante
exclusión lo concretó orgánicamente el Estado español en 1503 con la creación de la
Casa de Contratación de las Indias en Sevilla, la que solamente autorizar ía el f lete
de naves y comerciantes españoles para el tráfico de mercaderías de ida, y el regreso
con los tesoros y las materias primas que se esperaban serían de beneficio tributario
para la Corona española.
A partir del estallamiento de la Reforma protest ante en Alemania, cuando el 31
de octubre de 1517 el teólogo Martín Lutero fijó en la puerta principal de la capilla
del castillo de Wittemberg sus 95 tesis religiosas cuestionando seriamente el
comportamiento de la jerarquía eclesiástica católica, y cuyas tesis comenzarían a
extenderse rápidamente por diferentes regiones de los países europeos occidentales,
–sobre todo en aquellos con burguesías en desarrollo y que, por ende, fomentaban
las diferentes manifestaciones de ese protestantismo porque favorecía sus intereses–,
el Imperio español se sumaría a la contrar reforma de la Iglesia católica durante los
siglos
xvi
y
xvii
con todo su poder militar para reafirmar, tanto sus tradiciones
religiosas como la teología escolástica, la eficacia de los sacramentos, la regulación
del orden, la ortodoxia doctri nal y la primacía del papa en Roma. Como emperador
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