Libertad de comercio allá, aquí se negaba para evitar una competencia mercantil con el gobierno peninsular

AutorJosé E. Iturriaga
Páginas111-113
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Como la temperatura ideológica vinculada a la economía estaba en su apo-
geo en las islas británicas hacia fines del siglo XVI y principios del XVII, éstas
otorgaron amplias libertades a sus Trece Colonias en América; entre ellas, la
libertad de comercio.
Algunos de nuestros ancestros europeos ignoraban que la libertad de
comercio enriquecía a las naciones que la practicaban. Pero Inglaterra, que
bien conocía los efectos saludables del libre intercambio mercantil, condu-
jo incluso a fomentarlo en sus colonias en América, al punto de que entre
los siglos XVIII y XIX la producción de la industria textil era ya mayor en sus
colonias americanas que en Inglaterra misma. Fue el resultado natural de
una ausencia de restricciones arancelarias, aunadas al fomento de la liber-
tad de comercio.
En contraste, en la Nueva España no se permitía ninguna libertad en
el campo de la economía y menos aún en el campo del comercio interna-
cional. La monarquía peninsular no le permitió a la Nueva España su de-
sarrollo económico y tampoco su desarrollo comercial, área en la que po-
dría haber competido con éxito con su propia madre patria, sobre todo en
las industrias vinícola y aceitera.
Prohibió en forma estricta cultivar vides y olivares que pudieran pro-
ducir vinos y aceites a precios competitivos con los de España, y sólo
permitió esos dos cultivos para un sobrio autoconsumo de los monjes,
alojados en los numerosos conventos existentes en la Nueva España.
Libertad de comercio allá, aquí se negaba
para evitar una competencia mercantil
con el gobierno peninsular

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