La libertad

AutorRonald Dworkin
Páginas443-459
443
XVII. LA LIBERTAD
LAS DIMENSIONES DE LA LIBERTAD
¿Dos tipos de libertad?
La igualdad tal vez esté en decadencia, pero la libertad está en boga.
Libramos guerras en su nombre y los partidos políticos se denuncian
unos a otros por ignorarla. Pero, como la igualdad, la libertad es un
concepto interpretativo: todos los políticos prometen respetarla, pero
no están de acuerdo sobre qué es la libertad. Algunos dicen que los
impuestos destruyen la libertad que atesoramos; otros, que los impues-
tos la hacen posible. Algunos piensan que la proliferación de controles
contra la contaminación ha puesto en riesgo la libertad; otros, que ha
hecho más libre a la gente. Podríamos sentir la tentación de decir:
puesto que la gente se refi ere a cosas tan diferentes cuando habla de la
libertad, deberíamos dejar de usar ese término y discutir, en cambio,
qué tipo de gobierno es un buen gobierno. Pero como dije antes, esa
sugerencia reductiva queda en la nada. Creemos que una condición del
buen gobierno es que respete el segundo principio de la dignidad, y, así,
debemos preguntar qué signifi ca eso. Sea cual fuere el lenguaje que
utilicemos, pedimos entonces la mejor comprensión de la libertad. De
modo que debemos tratar la libertad como un concepto interpretativo
y considerar genuinos nuestros desacuerdos en torno a ella.
Sin embargo, enfrentamos el interrogante adicional de si no hay uno
sino dos conceptos interpretativos de la libertad. Dos famosos ensayos lo
afi rman: La libertad de los antiguos comparada a la de los modernos, de
Benjamin Constant, y “Dos conceptos de libertad”, de Isaiah Berlin.1 El
argumento que plantean de diferentes maneras parece plausible y ha dis-
frutado de amplia aceptación entre fi lósofos políticos y abogados refl exi-
vos.2 En teoría política, la distinción equivale a lo siguiente. Debemos
distinguir dos cuestiones muy diferentes. Ambas suponen que el gobierno,
al menos de y por seres humanos, es inevitablemente coactivo. La primera
pregunta: ¿por quién —y con quién— debería yo ser coaccionado? La
segunda pregunta: ¿cuánta coacción debería ejercerse sobre mí?
444 POLÍTICA
Una teoría política requiere la libertad positiva si, en respuesta a la
primera pregunta, hace hincapié en que debe permitirse a la gente te-
ner un papel en su propia gobernanza coactiva: en que, en uno u otro
sentido, el gobierno deber ser autogobierno. Una teoría requiere la li-
bertad negativa si, en respuesta a la segunda pregunta, hace hincapié
en que la gente debe estar libre del gobierno coactivo en una gama
sustancial de decisiones y actividades. Ambas ideas —de la libertad
positiva y negativa— son en un inicio desconcertantes. ¿Cómo puede
un gobierno coactivo de un grupo de al menos dos personas ser auto-
gobierno para todos? Si el gobierno coactivo tiene siquiera algo de le-
gitimidad, ¿cómo podemos entonces hacernos de alguna zona de deci-
sión y actividad que aquel no tenga derecho a regular?
El segundo principio de la dignidad explica por qué deberíamos ver
las respuestas a estas dos preguntas, que parecen tan diferentes, como
teorías de la libertad. Es menester permitir a la gente ser responsable de
su propia vida, y, como dije al considerar la obligación política en el ca-
pítulo XIV, esa responsabilidad solo es compatible con la gobernanza a
cargo de otros cuando se cumplen ciertas condiciones. En ese capítulo
hice una descripción abstracta de dichas condiciones. Primero, todo el
mundo debe tener la posibilidad de participar como corresponde en las
decisiones colectivas que constituyen su gobernanza, y segundo, todo el
mundo debe estar libre de las decisiones colectivas en asuntos en los que
la responsabilidad personal exige que cada uno decida por sí mismo.
Como la responsabilidad tiene esas dos dimensiones, también las tiene
la libertad. Una teoría de la libertad positiva estipula lo que signifi ca para
la gente participar como corresponde. Esto es, propone una concepción
del autogobierno. Una teoría de la libertad negativa indica las elecciones
que deben quedar al margen de las decisiones colectivas si la intención
es preservar la responsabilidad personal. Esta última es la cuestión del
presente capítulo; la anterior se reserva para el siguiente. En lo sucesivo
utilizo la palabra “libertad” [liberty] para referirme a la libertad negativa,
a menos que el contexto exija una distinción con respecto a la positiva.
¿Deben estar en confl icto?
Queda una cuestión preliminar. Una idea popular, defendida en los dos
famosos ensayos antes citados, es que los dos tipos de libertad pueden

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