El liberalismo mexicano

AutorJesús Reyes Heroles
Páginas918-927
918
Jesús Reyes Heroles
EL LIBERALISMO MEXICANO
INTRODUCCIÓN
Abordar el estudio del liberalismo en nuestros días signi ca, más que acer-
carse a una pura elaboración doctrinal, examinar una rica experiencia histó-
rica. El liberalismo surge de la razón y se traduce en actividad. Hay una idea
liberal en acto; una inmersión de la idea liberal en la realidad y de ello pro-
viene el liberalismo como experiencia, cargada de sentido histórico.
Viniendo de la razón, el liberalismo no se queda en ella. Al nacer como
moral —las relaciones del hombre con el hombre se explican y fundan en la
ética— el liberalismo encontró en sí mismo los incentivos para la actividad.
No podía menospreciar la realidad, pues su categoría de moral se lo impe-
día. Tampoco podía caer en una concepción necesarista, pues de la inexis-
tente razón universal bien pronto derivó la razón individual, que sí existe, y
de la abstracta voluntad universal la muy concreta voluntad individual.
El liberalismo —discutidor y todo— fue actividad y lucha por transformar
la realidad. Los liberales crearon naciones, fueron opositores y gobernantes.
Su racionalismo, dogmatismo intelectual, hizo a los liberales protagonistas
del devenir histórico y el liberalismo, de su choque con la realidad, adquirió
la  exibilidad de lo histórico, permaneciendo, por racionalista, indemne
frente al contagio de la relativización. El liberalismo, como experiencia, de
una interpretación del mundo, se convirtió en un intento por transformarlo.
El contacto con la realidad salvó al liberalismo de pretender absolutos.
Su origen racionalista lo llevaba a ello; pero la aproximación a la historia lo
inducía a la relativización. Estas dos vertientes engendraron un liberalismo
templado, distante por igual del dogmatismo y de la resignación frente al
suceder.
La experiencia liberal mexicana es una de las más aleccionadoras. En
México, peldaño a peldaño, la idea liberal en acción fue obteniendo realida-
des y siendo permeable a éstas, fue adquiriendo matices de originalidad. Por
ello el proceso del liberalismo mexicano fue sumamente complejo y resulta
difícil seguir sus huellas, a veces imperceptibles. Localizadas, nos conducen
a un liberalismo dotado de originalidad.
Y una de las principales enseñanzas del proceso liberal mexicano consis-
te en mostrar la gestación de una forma política nacional, partiendo de una
elaboración racional de supuesta validez universal. A lograrlo incitaban las

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