Leonardo Márquez

AutorAndrés Henestrosa
Páginas647-649
rágine, Don Se gundo Sombra, Doña Bárbara, Los de abajo. El hombre americano
sigue pendiente de la voz de la naturaleza que lo secunda, por eso la novela
americana no produce una obra novelesca en el sentido de Dostoiewsky, Bal-
zac, Stendhal. Sin que en ello estimemos que haya detrimento en la aprecia-
ción de los nuevos novelistas que comienzan a seguir los carriles novelísticos
europeos: Luis Spota, Eduardo Mallea, etc.
Existe otro grupo de escritores que, huyendo de la selva, la pampa, y la
sierra se pusieron a escribir, atentos a ejemplos europeos, escribieron novelas
–de alguna manera hay que llamarlas– sin emoción mexicana, sin raíz huma-
na, mera literatura. Novela como nube de Gilberto Owen; Da ma de corazones
de Xavier Villaurrutia, pueden ser los ejemplos clásicos de esta manera de la
novela mexicana. Están escritas de espaldas a la patria. La literatura la hacen
las mejores inteligencias de un pueblo. Y si los escritores copian, parte de ins-
piración ajena, se puede pensar que algo funciona mal en ese pueblo. Porque
una patria es, al mismo tiempo que su constitución política, su literatura. Por
eso los grandes escritores han sido siempre nacionales y han estado afiliados a
las ideas más generosas, más excelsas de su tiempo. Natural, sencilla, directa-
mente un gran artista procede de su tierra. Otra cosa es mentir, es precipitar-
se por las cavernas de la barbarie literaria, como decía Ángel Ganivet.
2 de agosto de 1959
Leonardo Márquez
Los planes, manifiestos, protestas, aclaraciones y otra serie de documentos
fueron, durante el siglo pasado, los elementos que hicieron la función del li-
bro. Ahora que los escritores de tipo liberal se apresuran a recordar con la
permanencia que el caso requiere, el Centenario de las Leyes de Reforma, no
está por demás traer a cuento algunos de aquellos Manifiestos. De primera
importancia son los que fueron coleccionados por don Ángel Pola, bajo el tí-
tulo Manifiestos (El Imperio y los impe riales). Por Leonardo Márquez, lugarten iente
del Imperio. Re ctificaciones de Ángel Pola. Este libro apareció el año de 1904; fue
su editor Vázquez, que tenía sus talleres de imprenta por las calles de Tacu-
ba, en el número 25. Aquí se sirvió el perseverante polígrafo, de distintos
acontecimientos, entre ellos, la forma en que conoció al sanguinario “Tigre
AÑO 1959
ALACE NA DE MINUCI AS 647

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