Policías y ladrones. ¿Cuándo el protector necesita ser protegido?
Autor | Etehel Servín Aranda |
Páginas | 88-89 |
UN AÑO DE REFLEXIÓN EN TORNO
A LOS DERECHOS HUMANOS
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Es común que todos los días nos
lleguen noticias sobre robos, asal-
tos, secuestros, homicidios, y un
sinfín de nota s rojas que ponen al
descubierto la falta de seguridad, la
vulnerabilidad de la población civil
y el debilitamiento institucional de
cuerpos policiacos y seguridad pú-
blica; quienes aparte de todo, nun-
ca llegan a tiempo al lugar de los
hechos; o en el peor de los casos, se
encuentran involucrados y son co-
partícipes en la comisión de delitos.
Esta serie de hechos, han sembrado
duda sobre la lealtad y efi cacia del
servicio policiaco, hasta el punto de
decir que: ‘de quien debemos cui-
darnos es de la policía’. Expresiones
como estas afectan severamente la
imagen del gobierno y la estabilidad
del territorio; saliendo a relucir la
crisis de la res publica, y fi nalmente
la falacia de -eterno- confl icto en-
tre sociedad civil, las instituciones
protectoras de derechos humanos
y los cuerpos policiales.
Ante esta realidad surgen dos pos-
turas, la primera nos muestra a los
servidores públicos que valiéndo-
se de su status realizan conductas
negligentes, abusivas e inhuma-
nas; mismas en las que se incurre
a cualquier nivel y en cualquier
dependencia; pasando por alto el
principio de legalidad -o sea, el de-
ber de hacer lo que la ley establece y
permite, sin ir más allá de tal com-
petencia-. Esta situación ha deriva-
do en la necesidad de contar con
mecanismos institucionales que
vigilen el actuar de los servidores
públicos a fi n de evitar omisiones e
incumplimiento de funciones.
En la segunda postura hemos de
reconocer -a nuestro pesar- que los
delincuentes están mejor organiza-
dos, las armas con que cuentan son
superiores y en más de una ocasión
resulta risible compararlas con las
‘resorteras’ de los policías locales,
municipales y federales. Esto co-
loca a los prestadores de servicio
en una situación de vulnerabilidad,
donde los riesgos a los que se en-
frentan son latentes; los sueldos que
perciben son tan bajos, que apenas
alcanzan para cubrir sus necesida-
des básicas. Otras defi ciencias se
centran en la falta de capacitación,
la carencia de hacer obligatorio un
mayor nivel educativo y fi nalmente
el no reconocer los esfuerzos y sa-
crifi cios que realizan en su labor.
Finalmente para dar término esta
breve refl exión, es innegable acep-
POLICÍA S Y LADRO NES. ¿CUÁ NDO EL
PROTECTOR N ECESI TA SER PROTEGIDO?
Etehel Servín Aranda
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