¿Justicia, asistencia o caridad? ¿Qué deberes tenemos hacia los pobres del mundo? Una exploración preliminar

AutorJulio Montero
CargoDoctor en teoría política por University College. Profesor adjunto del Departamento de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires
Páginas75-104
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Andamios
¿Justicia, asistencia o caridad?
¿Q deberes tenemos hacia los pobres del mundo?
una exploración preliminar
Julio Montero*
resumen. En este artículo intento esclarecer la naturaleza de nuestros
deberes respecto de personas que viven en la pobreza extrema.
¿Son deberes de justicia? ¿Son deberes de asistencia? ¿Son meros
actos de caridad supererogatorios? Tras evaluar críticamente
algunas de las propuestas disponibles en la bibliografía especia-
lizada sobre el tema, propongo una serie de criterios a los que
podemos recurrir para distribuir responsabilidades en general.
De la aplicación de estos criterios al problema de la pobreza, se
desprende que tenemos deberes de justicia de no menoscabar
la igual libertad de los demás de perseguir sus proyectos de
vida, y deberes de justicia de contribuir a sostener instituciones
justas así como deberes de asistencia de ayudar a personas que
padecen graves privaciones.
palabras clave. Pobreza, justicia, asistencia, deberes perfectos,
agencia.
introducción
En este artículo me ocupo de un problema que se presenta con
frecuencia en los debates contemporáneos sobre justicia global: ¿qué
responsabilidades tenemos de aliviar la situación de los seres humanos
que viven en condiciones de pobreza extrema? Este es un problema
acu ciante. Según las estadísticas, unos 3,000 millones de seres
* Doctor en teoría política por University College. Profesor adjunto del Departamento
de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires. Dirección electrónica: jmnormandia@
gmail.com
Volumen 11, número 25, mayo-agosto, 2014, p. 75-104
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humanos viven en condiciones de pobreza; 850 millones padecen
desnutrición crónica; 1,000 millones no disponen de agua potable;
2,000 millones carecen de acceso a medicinas esenciales y otros 2,000
millones no tienen techo (Pogge, 2009: 195). Cada año, cerca de 18 mi-
llones de personas, muchos de ellos niños y niñas, mueren por causas
evitables relacionadas con la pobreza. Entre 1997 y 2007, la pobreza
ha matado a más personas que las principales guerras y dictaduras
del siglo xx juntas, incluyendo la ii Guerra Mundial, el Gran Salto
Adelante de Mao, la guerra civil rusa, la represión estalinista y la
guerra de Vietnam (Pogge, 2009: 197). Mientras tanto, la riqueza
acumulada en el mundo ha crecido como nunca antes. Los más ricos
han mu ltiplicado su fortuna hasta el infinito y las clases medias y medias
altas han mejorado en todas partes su poder adquisitivo y su calidad de
vida: la mi tad de la población mundial nada en la abundancia y la otra
mitad muere de hambre.
Esta situación sin duda constituye una catástrofe moral, tal vez la
peor catástrofe moral de la historia humana. Todos —o casi todos—
estamos de acuerdo en que debe hacerse algo para remediarla. Sin
embargo, entre los autores que abordan temas de justicia global no
existe un acuerdo respecto de quién debe atender la situación de los
pobres del mundo. Algunos autores argumentan que todos tenemos el
deber de hacer lo que esté a nuestro alcance para satisfacer los dere-
chos básicos de estas personas, incluso si esto requiere alterar
considerablemente nuestros planes de vida, descuidar nuestras relaciones
de amistad, o dejar de cumplir ciertos deberes especiales hacia nuestros
conciudadanos. Otros, en cambio, consideran que la responsabilidad
de remediar la pobreza extrema recae sobre las instituciones políticas
y que cuando dichas instituciones son débiles o no cumplen con su
responsabilidad adecuadamente, las personas corrientes solo tenemos
deberes humanitarios de brindar asistencia a los menesterosos cuando
consideremos oportuno hacerlo (Nagel, 2005).
En el debate especializado, la discusión de este problema suele
girar en torno de si los deberes de ayudar a las personas que viven
en la pobreza extrema son deberes de justicia, deberes de asistencia
o actos humanitarios o de caridad. Si bien no hay todavía un acuerdo
generalizado respecto del contenido de cada una de estas categorías, es

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