Juárez, en la imaginación popular

AutorAndrés Henestrosa
Páginas809-810
ficación de pistolero, guardaespaldas, achichinque, en recuerdo al famoso
cabecilla Mexu Chele.
Hasta aquí por hoy, hija. Ya te contaré otro día alguna otra curiosidad del
idioma zapoteco, en relación con el español y con el náhuatl, que he logrado
establecer a fuerza de mucho trabajo.
17 de diciembre de 1961
Juárez, en la imaginación popular
Hace algún tiempo me propuse recoger todas aquellas expresiones en que se
encontraba el nombre de Benito Juárez, no sólo como mera curiosidad folkló-
rica, sino para descubrir el impacto que su nombre y sus acciones han causado
en la mentalidad mexicana. No hablo ahora de las leyendas que corren con
su nombre, y que nacieron desde que estaba v ivo, sino de lo que luego de
muerto, cuando ya su nombre era parte de la herencia colectiva, inventó el
pueblo en dichos, dicharachos y frases similares. Algunas de esas expresiones
no son a veces del todo respetuosas, pero se encubre tan bien su sentido, que
a más de ingeniosas, vienen a ser de nuevo, signos de admiración. No puedo
reproducir aquí alguna que sirviera de ejemplo, pero estoy seguro que todos
la recuerdan. Es aquella que alude al famosísimo Ministro de Hacienda, José
Ives Limantour, célebre, pero no tanto como para equipararse a don Benito,
en el sentido del dicho que recuerdo.
Las otras son más sencillas y pueden entrar a la casa de todos, y de hecho
allí están en nuestro lenguaje diario. “A mí me hace lo que el aire a Juárez.” Y
si el interlocutor pregunta qué fuera lo que le hizo, se agrega: “Nomás le ladeó
el sombrero.” Con lo cual quiere ponderarse que contra el gran oaxaqueño,
nada se puede. Cuando cruzó las desiertas soledades del Norte, el “norte” no
le hizo nada, no alteró su dignidad, no descompuso su indumentaria; sólo el
sombrero de copa, por un instante, parecía que perdía el equilibrio.
La otra es más sencilla, más coloquial, y la he oído en el Bajío, nunca en
otros lugares, en esta ciudad, por ejemplo. Preguntaba yo una vez, a una mu-
chachita por un sitio al que tenía necesidad de visitar. Levantando la mano
dijo: “Queda hasta casa de Juárez.” No entendí muy bien. Pensé de momento
que se trataba de algún señor con ese apellido que viviera por ahí. Sonrió la
AÑO 1961
ALACE NA DE MINUCI AS 809

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