Juárez en la anécdota

AutorAlexandra Reyes Haiducovich
Páginas119-121
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ALLÁ POR el año de 1914 o 1915 el capitán de un regimiento
de caballería tuvo, al entrar al pueblo de San Pablo Guelatao,
la desdichada ocurrencia, o se alcanzó la puntada de pegarle
un tiro a la estatua de Benito Juárez. El jefe de las opera-
ciones del estado lo sujetó a juicio sumarísimo y lo pasó por
las armas sólo unas cuantas horas después. El acta en que
consta la ejecución se encuentra en el salón de cabildo de
San Pablo Guelatao, para que puedan leerlo los visitantes, y
para que sirva de lección a los que se atreven con los héroes,
los mártires, los apóstoles y los profetas. El suceso causó ex-
pectación en el estado y la noticia llegó hasta los confines de
Oaxaca. No hace falta ofrecer los nombres del capitán y del
general protagonistas de la historia, pero sí conviene resaltar
los dos polos de la conducta de estos dos mexicanos: la del
capitán que necesariamente sabía quién era Juárez, y al darle
el tiro a su estatua quiso manifestarse independiente, si no
es que obedeciera una repentina reacción contra un hombre
que despojó a la reacción de sus fueros y de sus privilegios,
*Andrés Henestrosa, Agua del tiempo, t. II, op. cit., p. 285.

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