Juan Pablo de los Ríos, escritor olvidado

AutorAndrés Henestrosa
Páginas223-224
todos los recuerdos que su lectura me regaló. Pero como eso no puede ser,
desde aquí les agradezco la ocasión de recordarme coplas y décimas y cancio-
nes que creía haber olvidado.
6 de junio de 1954
Juan Pablo de los Ríos,
escritor olvidado
Era Juan Pablo de los Ríos un poeta y novelista de mediados del siglo pasado.
Su obra en verso, elogiada por Altamirano, quizá no fuera lo que el maestro
afirmó llevado de su espíritu generoso y del empeño de animar a los jóvenes
para que persistieran en su vocación. Quizá. Pero algo significa que en días
aciagos, los escritores mexicanos tuvieran la entereza de defender a la patria
con las armas, al paso que escribían para reforzarla. Este es el caso de Juan Pa-
blo de los Ríos como el de muchos otros. Altamirano en las Veladas Literarias
incluye poemas suyos, y habla de él en muchos lugares de sus crónicas y rese-
ñas literarias, ya como poeta, ya como novelista. En efecto, fue él quien más
cosas nos contó de Ríos. A vuela pluma, nos dijo que su novela El oficial mayor,
por estar escrita por un escritor que de modo tan cabal conocía el ambiente
mexicano, translucía una imagen de nuestra v ida colectiva de mediados del
siglo pasado, t an corrompida, ni más ni menos que ahora, en su ámbito ad-
ministrativo. Para quienes no la conozcan, diremos que El oficial mayor (París,
1864), pinta con mano segura algunos aspectos de la vida mexicana de aquellos
días, al paso que nos muestra los amores desdichados de dos parejas incompa-
tibles, y la de una tercera que alcanza la dicha buscada entre las más dolorosas
vicisitudes. El oficial mayor de una Secretaría de Estado, valido de su poder
y de su influencia en el gobierno, ejerce las peores maniobras para medrar en
el doble campo del amor y de la política. Juan Pablo de los Ríos, muy metido
en el romanticismo de su tiempo, narra con exceso de lágrimas y suspiros, de
escenas trabajosamente dramáticas, y conflictos de los que deduce una lec-
ción moralizadora, las peripecias a que dan lugar las diferencias sociales y la
conducta no basada en la moral y las buenas costumbres. A cerca de cien años
de distancia, una novela que debió hacer llorar a nuestros bisabuelos, apenas
si engendra en nosotros una sonrisa entre compadecida y burlera. Pero hay en
AÑO 1954
ALACE NA DE MINUCI AS 223

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