Juan Alvarez

AutorLuis Gonzalez Obregón
Páginas39-51
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EN PROMINENTE lugar debe colocarse, entre
las distinguidas personalidades históricas
que figuran en este libro, al insigne patricio
D. Juan Álvarez, que consagró su vida en-
tera, primero en luchar durante once años
por la independencia de su país, y después
en sostener todo el resto de su existencia las
instituciones más avanzadas y liberales.
El hombre fue completo; inmaculado el
patriota; firme y constante el liberal; sin ta-
cha el republicano.
D. Juan Álvarez poseyó señaladísimas
virtudes. Profesó cariño entrañable a la fiel
compañera de sus dichas e infortunios, y
empeñóse en dar esmerada educación a sus
hijos. Amigo leal y desinteresado, hizo de la
amistad un culto, y le hirió mucho la ingra-
titud de los pocos que lo engañaron.
Poseyó además talento natural, aunque
poca instrucción, y conocimiento profundo
de los hombres, fruto de su larga experiencia
y de su mucha desconfianza.
Extremadamente modesto, llegó a con-
fesar sus propios defectos, y rayó en tanto
su humildad que se hacía aparecer más rudo
de lo que era, dando con este motivo oca-
sión a sátiras tan soeces como injustas.
Su honradez fue grande, pues siempre
trató de persuadir “que el ser hombre de bien
cuesta poco y vale mucho”, y cuando una vez
se le propuso que proclamara un plan con-
trario a sus convicciones, en cambio de una
cantidad considerable, se indignó tanto, que
no hallando frases bastante enérgicas para re-
chazar tan infame proposición, se contentó
con decir secamente: —¡No me vendo!
Su amor a la patria llegó hasta el fa-
natismo, y la defendió siempre, ya como
insurgente desde el año de 1810, ya como
hombre libre en contra de las invasiones
extranjeras.
Respetó tanto a los héroes que cuando
oía pronunciar el nombre de Morelos se po-
nía en pie y se descubría, y cada año, en el
aniversario del inicuo asesinato de Guerrero,
derramaba candentes lágrimas.
Su sencillez republicana fue grande: lo
demuestra la anécdota siguiente, no única
en los anales, de la historia, pero sí tarda en
repetirse al través de los tiempos.
D. Juan ¡ lvarez
1790-1867
I

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