Isidro Fabela

AutorAndrés Henestrosa
Páginas609-610
1959
Isidro Fabela
Tenía veinticuatro años cuando publicó su primer libro La tr isteza del amo;
cuentos de la tierra mexicana, con una fuerte influencia de los regionalistas
españoles y un cierto sabor arcaico, ése que se adquiere en los clásicos, pero
también en las provincias, donde parecen sobrevivir formas puras del lengua-
je, renuentes al cambio, como alejadas de la dinámica del mundo.
Viajes y lecturas le abrieron nuevos panoramas y con ellos, nuevos filones
a su lenguaje personal. Una constante actividad de prensa le proporcionaba
espacio y tiempo, desafío constante al decir, al expresar lo que veía, sentía y
pensaba. Empezaron sus contactos con los escritores franceses, tan livianos,
tan distintos de la enjundiosa mole de los maestros españoles, que con tanto
amor había estudiado y tomado como modelos.
El escritor estaba en camino, montado en bestia de aguante, sensitivo y
veedor, en mejor posición que muchos para empezar una car rera profesional,
pues no lo cercaba la angustia del pan diario y además, se hallaba ya en Europa.
Esto era mucho allá por los años de la Primera Guerra Mundial. París se man-
tenía como afluencia de caminos, como criba de imaginadores que trataban de
salvar en las artes y las letras lo que en los campos destruían los cañones.
Sin embargo, después de unos ágiles y humanos cuentos escritos precisa-
mente con temas de la vida parisiense de aquellos años, Isidro Fabela aban-
dona las letras de creación y aunque nunca se ha alejado de la prensa como
medio de decir lo mucho que piensa de lo mucho que le rodea, entra de lleno
a nuevos menesteres que absorben lo mejor de sus cualidades de escritor.
Su disciplina nuclear fue el derecho internacional y muy particularmente las
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