¿Es el sexo para el género lo que la raza para la etnicidad... y la naturaleza para la sociedad?

AutorVerena Stolcke
CargoUniversidad de Barcelona
Páginas25-60

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La coustume est une seconde nature qui detruit la premien. Mais qu'est que nature, porquoy la coustume n'est elle pas naturelle? J'ai grand peur que cette nature ne suit elle mésme qu'une premiére coustume, comme la coustume est une seconde nature. Pascal. Penses, citado por C. Lévi-Strauss. The View from Ajar. Basic Books, Nueva York, parte I, p. 1.

The uterus is to the Race what the heart is to the individual: it is the organ of circulation to the species. W Tyler Smith. Manual of Obstetrics, 1847, citado en M. Poovey. "Scenes of an Indelicate Character. The Medical Treatment of Victorian Women", Representations 14, primavera 1986, p. 145.

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In short, we need a language that enables us to conceptually and perceptually negotiate our way betwen sameness and opposition, that permits the recognition of kinship in difference and of difference in kin; a language that encodes respect for difference, particularity, alterity without repudiating the underlying affinity that is the first prerequisite of knowledge. (E. Fox Keller, 1987: 48 s.).

Prefacio

Escribí este artículo hace exactamente diez años. Al releerlo, lo encontré a la vez añejo y actual; añejo en el tratamiento demasiado ahistórico del racismo, pero también actual por el empleo de una perspectiva de clase al intentar ubicar doctrinas raciales y significados simbólicos de género en el complejo entramado socioeconómico de que emergen y al cual legitiman, ciertamente una antigualla que, no obstante, puede ser oportuna en estos tiempos textuales y simbólicos que prevalecen. En un inicio dudé de si valía la pena reeditar el texto. Al revisarlo con atención concluí que el texto aún podía ser de utilidad teórica y política, con tal de que yo señalara aquellos planteamientos que hoy me parecen equivocados o que ahora puedo ampliar.

El conocimiento no es un proceso lineal ni acumulativo sino accidentado y circunstancial. En este artículo había logrado responder a una pregunta fundamental, a saber, por qué en la "naturalización" de desigualdades y discriminaciones sociales (mostrando cómo, por qué y en qué contexto socio-político y cultural) se da la intersección entre ese trinomio tan hablado entre clase, raza y género. Cabe, sin embargo, ir aún algo más lejos y someter a la propia noción de naturaleza a un examen crítico.

Por lo tanto he revisado el texto, corrigiendo errores de traducción (la versión original era en inglés) y clarificando algunas afirmaciones que hasta a mí me resultaron ahora difíciles de comprender. Y, como lo sugiere el nuevo título, avanzo algunas nuevas ideas para el tratamiento crítico del dualismo moderno: naturaleza y sociedad y cultura; basadas precisamente en mi reciente análisis de la biotecnología porque ésta desafía la disociación convencional moderna entre los ámbitos de aquello que está inscrito en la naturaleza de aquello que es producto del ingenio humano.

El sentido común occidental moderno distingue la naturaleza de la cultura como si se tratara de dos aspectos de la experiencia humana obviamente distintos.Page 27 En este articulo me propongo problematizar esa perspectiva dualista. Mi intención es doble.

Quiero examinar, por un lado, cómo en la sociedad de clases tienden a legitimarse y a consolidarse las desigualdades sociales, conceptualizándolas como si estuvieran basadas en diferencias naturales inmutables. Y, por otro, ya lo señalaba Pascal, cómo estas supuestas diferencias naturales subyacentes pueden ser ellas mismas construcciones culturales.

La imagen de las mujeres, reflejada en la afirmación del doctor Smith que cito arriba, viene muy al caso aquí. Es un buen ejemplo de cómo la profesión médica, inspirada en una idea muy particular sobre la naturaleza de las mujeres, percibía a éstas en el siglo XIX. Otro médico desarrollaba esta misma concepción biológica unas décadas más tarde, al argumentar que era "como [si] el Todopoderoso al crear al sexo femenino, hubiese cogido un útero y hubiese construido una mujer en torno de él".1 Es decir, la esencia de la mujer residía en su vientre. No obstante, y quizá sin advertirlo, el doctor Smith había añadido otra idea. El útero no sólo definía el ser mujer, sino que además éste y por lo tanto su portadora tenían una función específica, a saber, la de reproducir la raza o especie.

En este artículo quiero analizar esta noción biologista, naturalista de la función de las mujeres en la cultura occidental, y examinar qué tiene que ver la "raza" con todo ello. Además, mi intención es elaborar una interpretación de la desigualdad en la sociedad de clases, que dé cuenta de cómo ambas conceptualizaciones se constituyen recíprocamente.

Hasta hace poco, la teoría feminista enfocaba a las mujeres de modo general, como una categoría social indiferenciada. En los últimos años, no obstante, las mujeres negras, al sentirse relegadas por la falta de sensibilidad de las feministas blancas ante su opresión específica, plantearon un problema nuevo que hasta entonces apenas había sido tenido en cuenta. Como insistió Moore recientemente, ya va siendo hora de que prestemos una atención especial a las diferencias que existen entre las mujeres:

Esta fase supondrá la formulación de construcciones teóricas que aborden la diferencia y se ocupen de manera central de analizar cómo la diferencia racial se construyePage 28 a través del género, cómo el racismo divide la identidad y experiencia de género, y cómo el género y la raza configuran la clase.2

Es decir, se trata de comprender cómo la intersección entre la clase, la raza y el gé-

nero produce experiencias comunes pero también diferencias en el hecho de ser mujeres y, por otra parte, por qué el género, la clase y la raza son constitutivas de la desigualdad social.

No pretendo formular una teoría universalista que dé cuenta de las variaciones interculturales en las jerarquías de género. Como primer paso, tan sólo me propongo contribuir a aclarar los procesos políticos y las justificaciones ideológicas que, de modo dinámico e interdependiente, estructuran las desigualdades de género y "raciales" en la sociedad de clases. El fenómeno crucial a este respecto es la tendencia a "naturalizar" ideológicamente las desigualdades sociales. El interrogante central que se plantea es por qué, en particular, diferencias "sexuales" y "raciales" (en lugar de otros rasgos naturales de los seres humanos, como por ejemplo la estatura), destacan como las marcas principales de desigualdad social y cómo éstas se interrelacionan en la configuración de la opresión de las mujeres de modo general y de las diferencias específicas entre ellas en la sociedad de clases.

Para comenzar, examinaré las diversas maneras de abordar la construcción social de las jerarquías de género por las teorías feministas. La especie humana se reproduce de forma bisexual. Me centraré en especial en los controvertidos nexos causales entre el hecho "natural" de las diferencias sexuales biológicas entre los machos y las hembras humanos, y los significados simbólicos engendrados que estructuran la desigualdad entre las mujeres y los hombres como agentes sociales. A continuación discutiré parte de la creciente literatura que ha aparecido en las últimas tres décadas sobre las llamadas relaciones raciales y étnicas, en especial en Inglaterra y con alguna referencia a Estados Unidos. Me ocuparé de las nociones de etnicidad y grupo étnico en la medida en que sólo las controversias semánticas sobre los términos "raza" y "etnicidad" y la sustitución del uno por el otro revelan problemas teóricos semejantes, aunque también dificultades especiales en comparación con aquellos que plantea el análisis de las relaciones de género.

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La cuestión principal remite a la propia "naturaleza" de las diferencias naturales que son dotadas de significado social en el afán de legitimar las relaciones desiguales de poder. Sin embargo, mi enfoque no pretende ser ni constructivista ni relativista sino antropológico-histórico. Tal como argumentaré, la desigualdad de género en las sociedad de clases resulta de una tendencia histórica típica de la modernidad a "naturalizar" ideológicamente las desigualdades socioeconómicas que imperan. Esta "naturalización" es un subterfugio ideológico que tiene como fin reconciliar lo irreconciliable, a saber, la ilusión liberal de que todos los seres humanos, libres e iguales por nacimiento, gozan de igualdad de valor y oportunidades, con la desigualdad socioeconómica realmente existente, en interés de los que se benefician de esta última. Esta "naturalización" ideológica de la condición social desempeña un papel central en la reproducción de la sociedad de clases y explica el significado especial que se atribuye a las diferencias sexuales.

Del sexo al género

El término "género", como categoría de análisis, se introdujo en los estudios feministas en la década de los ochenta. La investigación feminista de los setenta había mostrado que lo que entonces se denominaban roles sexuales variaban de forma significativa de cultura a cultura (Moore, 1988, en esp. Cap. 2). De ahí que éstos no se podían reducir simplemente al hecho inevitable, natural y universal de las diferencias de sexo.

El concepto analítico de "género" pretende poner en cuestión el enunciado esencialista y universalista de que "la biología es destino". Trasciende el reduccionismo biológico al interpretar las relaciones entre mujeres y hombres como construcciones culturales engendradas al atribuirles significados sociales, culturales y psicológicos a las identidades sexuales biológicas. Desde esta perspectiva, se hizo necesario distinguir entre "género" como creación simbólica; "sexo", que se...

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