Introducción

AutorM. Saúl Vargas Paredes
Páginas7-38
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Este libro analiza el impacto de la inmigración en el caribe mexicano. Hay tres
secciones. Una examina los impactos de los flujos migratorios en los asuntos
públicos en el norte del estado de Quintana Roo, otra se refiere a la inmigra-
ción y las políticas de población en la frontera México-Belice. La última ana-
liza los cambios en las lenguas locales en el centro y sur de Quintana Roo,
derivados de la inmigración. Hay dos tipos de temas. El que se relaciona con
las políticas públicas y el que analiza los impactos de la inmigración en la
cultura y la lengua. Cada sección tiene dos capítulos. Al final de esta intro-
ducción se describe el contenido de cada uno de ellos.
El caso estudiado aquí es relevante por cuatro razones principales. La
primera es porque analiza los impactos de la inmigración en una región lo-
calizada dentro de un país catalogado como el mayor expulsor de población
a nivel global, según el Banco Mundial (González y Brooks, 2007: 1). La se-
gunda se debe a que este estudio de caso confirma varios de los cambios que
la migración en América Latina está experimentando (no estudiada sufi-
cientemente hasta ahora): más interurbana y menos rural-urbana (como en
el siglo XX), con un mayor porcentaje de mujeres involucradas, con una mi-
gración más preparada que la generación anterior y que no se está movili-
zando por pobreza necesariamente (o principalmente), sino por mejores
oportunidades y/o empleos. La tercera es que examina un aspecto poco
estudiado en los temas migratorios: el impacto de la movilidad poblacional
en los cambios lingüísticos de la sociedad receptora. La última es que todos
los capítulos de este libro generan conocimiento innovador. El valor agrega-
do de este trabajo descansa en el hecho de que gran parte de esta informa-
ción nueva puede servir para informar la toma de decisiones. Las fuentes
primarias (encuestas, entrevistas abiertas y cerradas, modelos econométri-
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M. Saúl Vargas Paredes
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cos, revisión de archivos, revisión sistemática de medios escritos) son la ma-
teria prima fundamental de todos los trabajos presentados aquí.
Las migraciones en el siglo XXI
La movilidad de población ha comenzado a cambiar en la era de la globa-
lización. Mientras la migración internacional en Latinoamérica se incre-
menta, el desplazamiento interno en la región se ha reducido. Ambas mi-
graciones de América Latina han cambiado su composición, características
y motivaciones. Hoy cerca de 26 millones de latinoamericanos viven fuera
de sus países de origen. De estos, 22.5 millones están en países fuera de la
región (migración sur-norte) y alrededor de 3.5 millones se encuentran en
otros países latinoamericanos (migración sur-sur) (Solimano, 2008: 2). Esta
migración se ha transformado. Tanto los que se van al extranjero como los
que se mueven al interior de sus naciones son diferentes a la generación
anterior. Solimano (2008: 2) afirma que hoy la migración latinoamericana
tiene un nutrido componente femenino, hay una elevada concentración
de los flujos migratorios en las edades laborales más productivos de los
inmigrantes y emigrantes (es decir, gente joven); y los emigrantes tienen
un nivel mayor de escolaridad que sus compatriotas que se quedan en sus
países.
En el caso de México se observa que hasta 2007 más de un cuarto de
millón de personas emigraban y se establecían anualmente en Estados Uni-
dos, mientras que 10.5 millones de habitantes residían ilegalmente en ese
país (de los cuales 6 millones eran mexicanos en 2005), de acuerdo a la OCDE
(Arteaga, 2007: 1). El Banco Mundial reporta que, entre 1990 y 1995, 1.8
millones de mexicanos emigraron a Estados Unidos, mientras que entre
2000 y 2005 la cifra aumentó a 2 millones. Además desde 1990, al menos 35
millones habitantes han cambiado de residencia en el mundo (González y
Brooks, 2007: 1).
Por su lado, la migración interna está decreciendo en intensidad por
primera vez en décadas en América Latina, lo cual representa una tendencia
imprevista, de acuerdo a la CEPAL (Márquez, 2007: 1). Además, las ciudades
de migración neta positiva (receptora) ya no son tradicionalmente las que
ofrecen mejores condiciones de vida necesariamente. Esto se debe a fenó-
menos como la suburbanización, zonas habitacionales en áreas conurbadas
o cercanas a las ciudades carentes o pobremente dotadas de infraestructura,
que necesitan de enormes inversiones públicas, aun cuando se originen en
decisiones y negocios de carácter privado.
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INTRODUCCIÓN
La transformación del migrante interno es un fenómeno nuevo en los
trabajos de los especialistas latinoamericanos, pues la mayoría de los estu-
dios de migración interna hasta ahora habían enfatizado la rápida urbani-
zación de la región, destacando la movilidad rural-urbana (véase, por ejem-
plo, Cerruti y Bertoncello, 2003: 3). Entre los migrantes predominan los
jóvenes, las mujeres y las personas con niveles educativos superiores al pro-
medio en América Latina, de acuerdo al Banco Mundial (Márquez, 2007: 1).
Pimienta (2003), hablando del caso mexicano, coincide más o menos con ese
perfil. Él sugiere que los inmigrantes internos son personas solteras, parejas
jóvenes sin hijos, o padre o madre (o ambos), que estarían dejando a sus hijos
en su lugar de origen, como una estrategia de supervivencia familiar.
En América Latina también el estereotipo del migrante interno poco
calificado, propio de los tiempos en los que predominaba la migración tra-
dicional del campo a la ciudad, no funciona ya ni siquiera en relación con
grupos que aún tienen una ubicación mayoritariamente rural, como los in-
dígenas. En México, por ejemplo, de los migrantes internos, 4.2 por ciento
de la población indígena y 13.4 por ciento de los no indígenas tenía estudios
superiores, según el Banco Mundial (Márquez, 2007: 1).
Una parte importante de la migración interna se genera por la búsque-
da de mejores opciones de vida o empleo, no sólo por causas de pobreza
(véase, por ejemplo, Rabelo en este libro). Al cruzar los datos de las entida-
des federativas mexicanas que registran una muy alta intensidad migratoria
y los niveles de pobreza total se pueden tener algunas pistas para defender
esta hipótesis (comparando la información de Conapo y Sedesol). Las pri-
meras son: Zacatecas, Michoacán, Guanajuato, Nayarit y Durango. En el
otro extremo, los estados con baja y muy baja intensidad migratoria son:
Sonora, Nuevo León, Veracruz, Tlaxcala, Estado de México, Baja California
Sur, Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Tabasco y Chiapas. Los estados con
los más elevados niveles de pobreza total son: Chiapas, Oaxaca, Guerrero,
Veracruz, Puebla, Campeche, Yucatán, Hidalgo y San Luis Potosí. Es decir,
ninguna de las entidades consideradas como de muy alta intensidad migrato-
ria se ubica dentro del grupo de estados con los mayores niveles de pobreza
total.
Un dato adicional es que si se cruza la proyección del crecimiento del
empleo formal en el sector privado que realizó el Sistema de Información
Regional de México (SIREM ) para 2006 en Terr itorio y Econom ía (núm. 12,
2005) se pueden tener inferencias similares. El SIREM menciona en su estu-
dio a los estados en un orden que va del menor al mayor (en un rango
de 0.3 a 0.7 por ciento de crecimiento anual) en relación con su proyección

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