Sobre la intencionalidad secundaria de las emociones

AutorPilar Fernández Beites
CargoUniversidad Complutense de Madrid
Sobre la intencionalidad secundaria
de las emociones
PILA R FERN ÁND EZ BEI TES
Universidad Complutense de Madrid
pbeites@hotmail.es
Resumen: En este artículo se esboza un mapa fenomenológico de la afectivi-
dad a partir de la clasif‌icación propuesta por Scheler en la que se distingue el
“percibir afectivo” (Fühlen), que es intencional y tiene por objeto los valores,
y los “estados sentimentales” (Gefühlszustände), que carecen de la intenciona-
lidad estricta del percibir afectivo. Las clásicas emociones se inscriben en los
estados sentimentales divididas en dos grupos: las “respuestas afectivas” y las
“meras emociones” (las “reacciones de respuesta emocionales” [emotionale
‘Antwortsreaktionen’] y las “emociones” [Affekte], en terminología scheleria-
na). Las respuestas afectivas carecen de la intencionalidad estricta del per-
cibir afectivo, pero poseen una “intencionalidad secundaria” que es correcta
por adecuarse al percibir afectivo; en las meras emociones la intencionalidad
secundaria es incorrecta o llega incluso a desaparecer.
Palabras clave: causalidad, motivación, comprensión, actitud personalista, ac-
titud naturalista
Abstract: This article outlines a phenomenological map of affectivity, based
on the classif‌ication proposed by Scheler. Two faculties are distinguished:
“affective perception” (Fühlen) —which is intentional and aims to values—
and “emotional states” (Gefühlszustände) —which lack the strict intention-
ality of affective perception—. Classic emotions are included in emotional
states and divided into two groups: “affective responses” and “mere emo-
tions” (emotionale ‘Antwortsreaktionen’ and Affekte in Scheler’s terminology).
Affective responses lack the strict intentionality of affective perception but
possess a “secondary intentionality” which is “right” due to its adequacy to
affective perception; in mere emotions the secondary intentionality is “un-
right” or even disappears.
Key words: causality, motivation, understanding, personalistic attitude, natu-
ralistic attitude
“No se ha tomado conciencia de que la exégesis ontológica fundamen-
tal de lo afectivo en general apenas ha logrado dar desde Aristóteles
un paso hacia adelante que sea digno de mención”, decía Martin Hei-
degger en Ser y tiempo (§ 29). Pero quizá ahora sí podemos sostener
que la propuesta de la fenomenología fundada por Edmund Husserl ha
constituido un avance histórico decisivo en el tratamiento de la afecti-
vidad, muy especialmente de la mano de Max Scheler. Como mostré
en un ensayo anterior (Fernández 2012), cuyas investigaciones pre-
tendo continuar aquí, si completamos la teoría de Scheler teniendo en
Diánoia
, volumen LVIII,número 70 (mayo de 2013): pp. 3–34.
4PIL AR FE RNÁ NDE Z BEI TES
cuenta algunas tesis básicas del propio Husserl, es posible entender la
afectividad como el ámbito subjetivo donde se produce el acceso al
nivel objetivo de los valores, de modo que la afectividad adquiere una
dimensión cognitiva y, sin embargo, no teórica. La clave para ello la
proporciona la noción central de la fenomenología, la intencionalidad,
pues los peculiares sentimientos en los que se produce el acceso al valor
son actos afectivos intencionales, a los que Scheler denomina actos del
“percibir afectivo” (Fühlen).
Pero, además de la afectividad estrictamente intencional —y, por lo
tanto, cognitiva— dada en el percibir afectivo (que es difícil de localizar
y de describir correctamente), hay muchos otros sentimientos que no
son intencionales en sentido estricto. Por esa razón conviene estudiar
la afectividad no estrictamente intencional, para marcar su diferencia
con el percibir afectivo, y ésa es la tarea que me gustaría iniciar en
estas páginas, centrándome en el tema de las emociones. Para ello,
desarrollaré la propuesta que hace Scheler en Der Formalismus, por-
que, tras introducir el percibir afectivo como acto intencional en senti-
do estricto, Scheler se ref‌iere en esa obra a dos tipos de vivencias que
deben distinguirse de él: las “emociones” (Affekte) y las “reacciones de
respuesta emocionales”.1Ambas parecen situarse en el ámbito de las
clásicas emociones, que incluyen fenómenos como la ira, la tristeza,
la alegría. . . Por lo tanto, la sugerencia de Scheler, que, desde luego,
queda sin explicitar, consistiría en dividir las emociones en dos grupos,
según lo que, de modo aún necesariamente impreciso, voy a conside-
rar como su mayor o menor cercanía a la intencionalidad del percibir
afectivo. Las “reacciones de respuesta emocionales” son las emociones
que se adecuan a la intencionalidad del percibir afectivo y, utilizando la
terminología de Dietrich von Hildebrand, propongo considerarlas “res-
puestas afectivas”. Por su parte, las “emociones” (Affekte) se alejan de
dicha intencionalidad y, para ser exactos, deberíamos llamarlas “meras
emociones”, de modo que el término clásico de “emoción” pueda utili-
zarse en su sentido amplio.
1Scheler 1980, pp. 259 y ss. Previamente Scheler utiliza los “sentimientos sensi-
bles” como ejemplos de vivencias no intencionales que deben distinguirse del perci-
bir afectivo, pero de ellos no me ocuparé aquí porque no forman parte de las clási-
cas emociones: si tomamos el displacer ligado al dolor de muelas como ejemplo de
sentimiento sensible no intencional, parece que difícilmente podría considerarse
como emoción. (Quizá convenga precisar que, aunque los sentimientos sensibles
suelen considerarse no intencionales —incluyendo en ellos el dolor físico, que en
realidad es sensación—, existen también sentimientos sensibles intencionales, que
son ya actos de percibir afectivo.)
Diánoia
, vol. LVIII,no. 70 (mayo de 2013).
SOB RE LA I NTE NCI ONA LID AD SE CUN DAR IA DE L AS EM OCI ONE S 5
Pues bien, como veremos, las emociones en general, aunque no po-
sean intencionalidad en sentido estricto, pueden tener una “intencio-
nalidad secundaria”, a la que denominaré así para distinguirla de la
intencionalidad del percibir afectivo, que es la única intencionalidad
estricta y a la que por ello calif‌icaré de “intencionalidad primaria”. El
problema reside en que la intencionalidad secundaria se confunde fá-
cilmente con la primaria y esta confusión, de efectos muy negativos en
el tratamiento de la afectividad, es la que intentaré evitar aquí en mi
descripción del mundo emocional.
1 . Teorías no fenomenológicas
Constituye un mérito indiscutible de la fenomenología el haber des-
cubierto la existencia de unos sentimientos peculiares, denominados
por Scheler actos del “percibir afectivo”, que están dotados de intencio-
nalidad en sentido estricto, esto es, de una intencionalidad originaria,
capaz de proporcionar por sí misma al acto un objeto propio, que es el
valor.2Por mi parte, además de esta intencionalidad estricta del percibir
afectivo o intencionalidad primaria, voy a reconocer otra intencionali-
dad no estricta: la intencionalidad secundaria, que toma su objeto de
un acto previo. Esta intencionalidad puede aplicarse al ámbito de las
emociones, pero antes de entrar en su estudio detallado, es importante
mostrar cómo en muchas teorías se ha confundido sistemáticamente
con la primaria.
Basta con echar una mirada a la bibliografía más actual para com-
probar que desde distintas corrientes no fenomenológicas se af‌irma que
los sentimientos tienen una dimensión cognitiva e incluso intencional,
y, sin embargo, lo que ahí se describe no es nunca la intencionalidad
del percibir afectivo, sino, más bien, la intencionalidad secundaria de
las emociones. Se considera, por lo tanto, que la única intencionalidad
afectiva es la secundaria y, además, en esas teorías no fenomenológicas
el acto previo de donde la intencionalidad secundaria emocional toma
su objeto ha de ser necesariamente un acto teórico, una representación
(porque no hay una intencionalidad afectiva más originaria que la de
2“Este percibir afectivo tiene por lo tanto exactamente la misma relación con
su correlato de valor que la ‘representación’ con su ‘objeto’: a saber, la relación
intencional. Aquí no está el percibir afectivo pegado exteriormente a un objeto, ni
inmediatamente ni mediante una representación (que se enlaza con el sentimiento
fortuita y mecánicamente, o a través de una relación meramente pensada), sino
que el percibir afectivo se dirige originariamente a una clase propia de objetos: a
saber, los ‘valores’” (Scheler 1980, p. 263).
Diánoia
, vol. LVIII,no. 70 (mayo de 2013).

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