Indios y ladinos, arraigados y migrantes en Chiapas: un esbozo de historia demográfica de larga duración

AutorJuan Pedro Viqueira
Páginas275-322
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Juan Pedro Viqueira*
Indios y ladinos, arraigados y migrantes
en Chiapas: un esbozo de historia demográfica
de larga duración**
In memoriam de Luis Reyes, admirado precur-
sor de los estudios sobre los movimientos de la
población india en Chiapas.
INTRODUCCIÓN
El objetivo principal de este trabajo es defender la idea de que la historia
y el presente de los indígenas mexicanos no puede comprenderse cabal-
mente estudiando exclusivamente a los que han permanecido en sus
tierras “ancestrales”, sino que es necesario tomar en cuenta, también, a
aquellos que han optado –o han sido forzados– a migrar lejos de sus
lugares de origen, ya sea en busca de nuevas tierras de cultivo, ya sea
para incorporarse como peones acasillados o jornaleros en las hacien-
das, ya sea para buscar empleo en las ciudades.
También quisiera abordar, una vez más, un tema que a mi juicio no
ha recibido la suficiente atención por parte de los investigadores, a pesar
de su indudable importancia histórica: el de los indígenas que buscan
–y a veces logran– escapar de la discriminación que padecen, adoptando
comportamientos propios de los mestizos, llamados ladinos en Chiapas
y Guatemala (uso del español como lengua principal de comunicación,
incluso al interior del hogar; abandono de vestidos que los identifican
como indígenas de alguna región o de un pueblo en particular; etcéte-
*Centro de Estudios Históricos. El Colegio de México.
**Una pr imera versión más exten sa de este tra bajo fue prese ntada en el XX VII
Coloquio de Antropolo gía e Histori a Regio nales “Caras y máscara s del México étnico ”,
organiza do por El Colegi o de Micho acán, en Za mora, Michoacán, el 28 de octubre de
2005. Agradezc o al doctor Andrew Roth su amable autorizació n para su publicaci ón en
este libro.
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ra).1 Pienso que sólo así se podrá escribir una historia de los indígenas
mexicanos que haga justicia a la enorme diversidad de apuestas sociales
que han coexistido en su seno a lo largo del tiempo.
Obviamente es imposible, en este trabajo, abarcar la historia de todos
los tipos de indígenas (de comunidad, en vías de ladinización y migran-
tes), intentando dar cuenta de varias dimensiones de su vida social. Por
1Lo que nos interesa es el cambio de identidad social, el cambio en la manera en la que
las personas son percibidas y clasificadas por los demás. El paso de indígena a mestizo ha
sido visto demasiado a menudo como un proceso fundamentalmente biológico o de “miscege-
nación”. Pero es bastante obvio que la realidad social es infinitamente más compleja: durante
la Colonia, un niño de madre india y progenitor español, nacido y criado en un pueblo de
indios, podía muy bien estar empadronado y ser considerado como indio. De igual forma, una
persona que vivía en una ciudad, hablaba exclusivamente el castellano y vestía a la usanza
española podía ser reconocido –incluso legalmente– como mestizo aunque todos sus antepa-
sados hubiesen sido indios. Por otra parte, es bastante probable que el proceso de “mestizaje”
que se produjo en algunas regiones de México (y particularmente de Chiapas) en el siglo XIX
haya tenido su origen en un debilitamiento de las identidades contrapuestas de indio/mestizo.
Esto hizo posible que personas cuyos padres tenían en el periodo colonial calidades diferentes
pudieran verse como iguales, relacionarse entre sí y finalmente casarse.
Para indicar que lo que estamos estudiando no es un proceso biológico, preferimos
recurrir al término ladino, que es de uso común en Chiapas y Guatemala, de preferencia al
de mestizo, más utilizado en el centro de México.
Desgraciadamente , es muy difícil –incluso im posible recurriendo exclusivam ente a
fuentes estadísticas– dar cuenta precisa del cambio de identidades sociales. Las fuentes
demográficas del periodo colonial señalan diferencias legales. Con la abolición de estas
diferencias legales entre españoles, mestizos, indios, negros, mulatos y pardos, la distinción
indio-indígena/ladino-mestizo pasó a señalar a las identidades sociales en uso (que, por
lo general, eran concebidas como “raciales” de acuerdo con las teorías de la época); pero
desgraciadamente no hemos encontrado un censo detallado que abarque todo el estado de
Chiapas en el que se contabilicen, municipio por municipio, a los indígenas y a los ladinos.
A partir del censo de 1900, lo que se empezó a contar sistemáticamente fue el número de
hablantes de lenguas indígenas (sería mejor decir mesoamericanas). Aunque en Chiapas,
existe una fuerte correlación entre hablar una lengua mesoamericana y ser considerado
como indígena, esta correlación dista de ser total. A manera de ensayo, en la muestra cen-
sal de año 2000 (que abarcó al 10 por ciento de la población), se preguntó a las personas
si pertenecían a algún grupo “étnico” (entiéndase indígena). Analizando las respuestas, se
puede ver que existen diferencias significativas –en ambos sentidos– entre hablar una len-
gua mesoamericana y considerarse como indígena. De cualquier forma, la nueva pregunta
formulada en el cuestionario de la muestra censal nos indica solamente cómo una persona
se define ante el encuestador, no cómo la perciben los demás.
El lector debe tener claro, pues, que si, por las limitaciones de las fuentes estadísticas a
las que recur rimos, tendemos a identificar para el siglo XX a los hablantes de alguna lengua
mesoamericana con los indígenas, no por ello pensamos que ser indígena es lo mismo que
hablar una lengua mesoamericana. Es más, estamos convencidos de que no es posible –o
más bien no tiene ningún interés científico– definir “objetivamente” lo que es un indígena.
Lo que buscamos, en tanto historiadores y analistas de la realidad presente, es dar cuenta de
una distinción que los habitantes de Chiapas (y no sólo ellos) manejan a diario y que tiene
dramáticas consecuencias en las relaciones sociales que entablan entre sí. Para un análisis
más cualitativo de estas distinciones identitarias, véase mi trabajo “Las identidades colectivas
en Los Altos de Chiapas: Una visión histórica”, en Encr ucijadas chiapanecas, pp. 334-374.
He abordado el tema de la ladinización en la historia de Chiapas en dos artículos previos:
“Ladinización y reindianización en la historia de Chiapas” y “Mestizaje, aculturación y ladi-
nización en dos regiones de Chiapas”,en Encrucijadas chiapanecas, pp. 261-285 y 286-310.
INDIOS Y LADINOS, ARRAIGADOS Y MIGRANTES
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esta razón, me limitaré a presentar un somero esbozo de los movimientos
de población (en los que incluyo los cambios de identidad de indígena
a ladino) en el territorio que hoy corresponde al estado de Chiapas.
El enfoque demográfico, al que más de un investigador tacha de ári-
do y aburrido, tiene, a mi juicio, tres grandes virtudes: en primer lugar,
la demografía no puede verse nunca como una simple variable indepen-
diente. El medio ambiente, la situación económica, los conocimientos
médicos, los conflictos sociales, las políticas públicas, las creencias reli-
giosas y los valores éticos impactan inevitablemente en el comportamien-
to demográfico de las personas. Además, los fenómenos poblacionales se
prestan especialmente a un tratamiento histórico de larga duración. Final-
mente, en el debate actual sobre la situación de los indígenas mexicanos
el aspecto demográfico está ausente casi por completo, a pesar de que
éste permite plantear con más precisión los mayores problemas que en-
frentan y enfrentarán en el mediano plazo los indígenas, problemas que
a mi juicio son ante todo de orden económico, sin que ello implique de
parte mía olvidar los graves males que provoca la discriminación que
éstos padecen cotidianamente, discriminación que agrava la situación de
pobreza en la que la mayoría de ellos vive.2
Para facilitar la narración de los cambios demográficos en Chiapas,
los hemos enmarcado en siete periodos distintos.
EL MOMENTO DEL CONTACTO (1524-1528)
En 1528, año de la fundación de Ciudad Real, en el actual territorio de
Chiapas vivían a lo menos 235,000 o más habitantes,3 cifra que, si bien
es casi 17 veces menor que la de la población chiapaneca en el año 2000,
sólo se volvió a alcanzar hacia 1880. Para ubicar mejor este momento,
2Véase al respecto la tesis –desgraciadamente inédita– de Rosa Isela Aguilar Montes de
Oca, Características del empleo en Chiapas, 2000. Desigualdades entre población indígena y
no indígena, en la que la autora muestra, a partir de los datos de la muestra censal, que en
condiciones similares (de edad, educación, escolaridad, tipo de localidad, sector económico y
posición laboral) un hablante de lengua mesoamericana –independientemente de que sea bilin-
güe o monolingüe– percibe un salario muy inferior al de una persona que sólo habla español.
La diferencia de salarios es, por cierto, mucho mayor en San Cristóbal de Las Casas que en
Tuxtla Gutiérrez (en donde los hablantes de zoque procuran disimular su origen indígena).
3Seguramente para 1528, la población ya había disminuido a raíz de la rápida propagación
de la epidemia de viruela que se desató en 1520 en Veracruz y que se extendió por toda Meso-
américa, M. J. MacLeod, Historia socio-económica de la América Central Española, p. 33. La cifra
que aquí manejamos debe considerarse como un mínimo. R . Watson, “Informal settlement
and fugitive migration amongst the Indians of late colonial Chiapas, Mexico”, p. 242, estimada
la población de Chiapas antes de la Conquista en 350,000 habitantes.

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