Indios y españoles en los primeros años de la frontera imperial

AutorJuan Bosch
Páginas109-134
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Capítulo III
Indios y españoles en los primeros años
de la frontera imperial
El imperio español no nació el 12 de octubre de 1492. Ese día las cara-
belas españolas, bajo el mando de Cristóbal Colón, descubrieron tierras
nunca vistas antes por ojos occidentales. Pero el descubrimiento de las
diminutas islas de las Lucayas fue un hecho fortuito, no el producto de
un plan imperial. Colón salió a buscar un nuevo camino hacia la India
y dio con esas islas. Hubiera podido dar con otras tierras, más al norte
o más al sur, y para su propósito y el de los reyes católicos –hallar la
ruta que condujera a las islas de las especierías– el resultado hubiera
sido el mismo: ese camino no apareció entonces.
Tampoco nació el imperio el día en que el Almirante levantó un
fuerte en el borde norte de la Española y dejó en él 40 hombres. Esos
hombres no eran soldados de un ejército imperial; eran tripulantes de la
carabela Santa María. Su oficio era el de marinos, tal vez pescadores, y
nada más. Por otra parte, no se quedaron en la Española como guarnición
adelantada de un imperio sino porque en las dos carabelas que queda-
ron después del naufragio de la Capitana no cabían todos los que habían
hecho el memorable viaje del descubrimiento; algunos tenían que que-
darse mientras sus compañeros iban a España y volvían.
El imperio nació el 27 de noviembre de 1493, al llegar frente a la Es-
pañola la expedición que organizó Colón, bajo la autoridad y con la
ayuda de los reyes, para empezar a poblar las nuevas tierras. En ese
segundo viaje iban 1,000 personas a sueldo del trono, iban más de 300
voluntarios; iban caballos, cerdos, perros, semillas e hijuelas de plan-
tas que debían aclimatarse en el nuevo mundo. Ya no se trataba de
hallar un camino hacia el Oriente; se trataba de extender España, a
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través de súbditos españoles, hacia esa lejana frontera que quedaba en
el oeste. Los hombres eran de varios rangos y oficios, hijosdalgo unos
y otros artesanos y labriegos; y el hijodalgo llevaba su espada y el al-
bañil llevaba su plana, el zapatero su lezna, el carpintero su martillo,
el sastre sus tijeras y agujas, el agricultor su hoz.
En el momento de iniciarse el imperio español en el Caribe, todas las
tierras de ese mar estaban habitadas por pueblos indios. Ellos mismos
no se llamaban así. ¿De dónde, pues, procedía ese nombre? Venía de que
Colón y sus compañeros salieron de España para buscar el camino de la
India y creyeron haber llegado a la India, e Indias llamaron a las islas
antillanas; Indias Occidentales se llamarían en varias lenguas europeas,
de donde vinieron a llamarse indios los pueblos que las habitaban.
Esos pueblos se relacionaban, pero eran diferentes.
En la Española, la tierra escogida para empezar la fundación del
imperio, vivían los taínos, de la rama arauaca. Los taínos se extendían
por el valle del Cibao y la costa del sur. En el norte estaban los ciguayos,
que probablemente habían llegado a la isla antes que los taínos. En
Cuba había siboneyes, casi con seguridad una rama arauaca emparen-
tada con los taínos; había también un pueblo denominado guanahata-
hibes, más primitivo que los siboneyes y taínos y quizá del mismo
origen que los ciguayos de la Española. No hay a la fecha una teoría
que nos explique a satisfacción quiénes eran y de dónde procedían
ciguayos y guanahatahibes, pero no sería sorprendente que se tratara
de tribus prearauacas llegadas a las Antillas Mayores con mucha ante-
rioridad a taínos y siboneyes y por eso mismo menos evolucionadas.
La composición étnica de Cuba y la de la Española se repetían en
Jamaica y Borinquen, y es probable que se extendiera, en menores
proporciones, a otras de las islas antillanas, por lo menos antes de la
llegada de los caribes. En el momento de la llegada de los españoles,
Borinquen era atacada con frecuencia por oleadas de indios caribes
que procedían de las islas de Barlovento. No hay constancia de que
sucediera igual en la Española, Cuba y Jamaica, aunque tampoco hay
razones para pensar que no ocurriera, si bien no con tanta frecuencia
como en Puerto Rico.
Los pueblos indígenas estaban compuestos por muchas tribus y
cada tribu tenía un nombre que las individualizaba. Algunas de esas

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