India y China en las relaciones economicas internacionales.

AutorCueva Perús, Marcos
CargoNotas

India and China in International Economic Relations

Desde hace algún tiempo, se ha discutido bastante sobre el lugar que ocuparán China e India en el mundo del futuro, y hay quienes han incluido a ambos países en el grupo BRin (Brasil, Rusia, India y China) de potencias emergentes. Tomando en cuenta la masa demográfica que este bloque representa (salvo Rusia), las perspectivas del grupo BRIC son alentadoras. Con todo, la capacidad productiva y las altas tasas de crecimiento llaman a la prudencia, pues hablan de cierta decadencia de los viejos centros, pero también de la capacidad que conservan para depredar nuevos espacios del planeta.

Los trucos contables deben evitarse. Con cálculos que no suelen encontrarse a disposición, habría que evaluar qué parte del volumen de la riqueza y del crecimiento espectacular de China e India corresponde a una auténtica producción nacional, y qué parte a la invasión de empresas provenientes de los países centrales y encargadas del comercio exterior y las inversiones. (1) Hace mucho tiempo, Samir Amin planteó la posibilidad de crear un mundo multipolar, pero ello suponía que distintos polos de atracción económica se "desconectaran" del sistema mundial y adquirieran capacidad para un desarrollo endógeno. (2) Dado el peso de las actividades extranjeras en las economías india y china, no estamos seguros de que el ascenso espectacular de ambas esté acompañado de una mayor endogeneidad económica. En ambos casos, el éxito ha estado acompañado de una apertura desenfrenada al exterior. Estas dos economías asiáticas, sin una adecuada regulación endógena, corren el riesgo de verse depredadas por los países centrales y sus empresas. Al mismo tiempo, el proceso en marcha ha llevado a que India, y sobre todo China, se haya lanzado a su vez a depredar buena parte del planeta para sostener sus espectaculares tasas de crecimiento, sus demandas de energía y los crecientes requerimientos de su población. Finalmente, hay algo que nos parece obvio: los cálculos sobre el grupo BRIC están hechos hasta el año 2050, plazo en el que nadie puede asegurar que las condiciones de la economía y las relaciones internacionales permanecerán idénticas a las actuales.

No nos ocuparemos de Rusia, cuya estructura económica actual difiere notablemente de los demás países del grupo BRIC. Aunque tampoco se examinará el caso de Brasil, bien vale la pena señalar que este país no sólo no ha alcanzado una verdadera proyección global, o siquiera latinoamericana (Venezuela ha asumido el papel protagónico en la región), sino que se ha puesto en más de un aspecto al servicio de Estados Unidos (en apariencia de manera inexplicable para un gobierno como el de Lula), como lo han llegado a demostrar los acuerdos para producir etanol.

Luego de una primera parte de polémica sobre las perspectivas que tiene el grupo BRIC y de una segunda de debate sobre una tesis muy socorrida de André Gunder Frank, en este artículo buscaremos demostrar que, pese a la euforia entre los hombres de negocios, no es seguro que India y China puedan seguir con su ascenso sin contribuir al desorden en las relaciones económicas internacionales. Es poco probable que India consiga ser un factor de estabilización global; por otra parte, no sería exagerado afirmar que China, a estas alturas una potencia regional y sin duda interesada en la paz, al mismo tiempo se ha convertido en un país depredador en las relaciones internacionales.

El grupo BRIC: realidad y moda

Independientemente de las proyecciones a futuro, China e India ya se han convertido en sujetos de importancia en las relaciones internacionales por el volumen de la riqueza creada y por su papel en el comercio exterior y el flujo de inversiones extranjeras del globo. Sin embargo, las precauciones no están de más, y siempre cabe preguntarse si no se trata de modas pasajeras. Podrían serlo si es que las relaciones internacionales dan un vuelco inesperado en los próximos años. No nos atreveríamos a poner en duda que China e India buscarán contribuir al surgimiento de un mundo multipolar, puesto que ambos países lo han expresado abiertamente sin embargo, hasta ahora tampoco existen razones suficientes para pensar que los gigantes de Asia están interesados en desafiar la tendencia a la unipolaridad estadounidense.

Las modas no escasearon en el pasado. La primera de ellas, desde un discurso de izquierda, quiso afirmar que algunos países del planeta debían jugar en los años setenta el papel de "subimperialismos". Se trató de una verdad a medias (a lo sumo fue el lugar que ocupó un país como Arabia Saudita), y lo cierto es que en Sudamérica, en específico en el Cono Sur, Brasil no asumió ese papel, como tampoco lo consiguió más tarde México. Cuando mucho, Corea del Sur y Taiwán (Formosa) cumplieron con un papel subimperialista limitado, por ejemplo asesorando a distintas dictaduras del Cono Sur americano, con la complicidad estadounidense. Hoy, a juzgar por acontecimientos como los de Afganistán e Iraq, quizá pueda hablarse de subimperialismo en el caso de Reino Unido.

En los años ochenta se impusieron dos modas más. Por una parte, cundió una especie de nipomanía que acompañó a la nipofobia en Estados Unidos. Por otra parte, la euforia por los "tigres" asiáticos se volvió de lo más común. El "Japón que puede decir no" terminó con la depresión de los años noventa, y aunque es cierto que la economía del archipiélago se ha recuperado, en modo alguno ha renunciado a mantenerse a la sombra del paraguas militar estadounidense, (3) con el pretexto irrelevante de hacer frente a la "amenaza norcoreana" (Corea del Norte renunció de manera explícita a su programa nuclear). No es errado hablar, con precaución, de un subimperialismo japonés al servicio de Washington, que incluso llega a merodear en Taiwán (donde los japoneses suelen ser bien recibidos). Por su extrema dependencia de Estados Unidos, incluida la militar, que data de la Guerra Fría, no parece que Japón vaya a convertirse en un polo de atracción económica y política alternativo que desafíe a Washington y opte por la multipolaridad.

En Japón, aunque la recuperación se haya conseguido en buena medida gracias al dinamismo del mercado chino, la dependencia respecto de Estados Unidos sigue siendo de la mayor importancia, a tal grado que Tokio ha contribuido (con sus inversiones de cartera y otras formas de préstamo, así como con los aumentos de los activos en reservas de divisas) a apuntalar el nivel de vida artificial en Estados Unidos. Cualquier descalabro mayor del dólar podría provocar graves efectos económicos y sociales en el archipiélago asiático, que por lo demás no tiene la fuerza para diversificar su comercio hacia la Unión Europea, a diferencia de China. En otros términos, es posible hablar de complicidad (lo que no es menor, como se verá en el caso de China) entre Japón y el mayor deudor y prestatario del mundo, Estados Unidos, para no modificar en nada el "orden" internacional y mantener la sobreabundancia material.

En el caso de los "tigres asiáticos", el éxito se vino abajo con el "tsunami" especulativo de 1997, que destapó muchos defectos del modelo (la corrupción en Corea del Sur, por ejemplo). En perspectiva, ya ni siquiera es seguro que Corea del Sur y Taiwán puedan jugar el papel de "subimperialismos" al que aspiraron en el pasado. La moda de los Países de Reciente Industrialización (los NIC, por sus siglas en inglés) (4) apareció alrededor de 1979, y es cierto que muchos de ellos lograron importantes grados de industrialización y exportación de manufacturas, aunque sin alcanzar jamás a los países centrales. Sin embargo, la euforia se terminó entre los años ochenta y los noventa del siglo pasado. Yugoslavia desapareció y Hong Kong se reintegró a China. Grecia, España y Portugal, pese a su incorporación a la entonces Comunidad Económica Europea, no consiguieron cubrir la brecha del atraso relativo. A raíz del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, México entró en un proceso de desindustrialización acelerada, al igual que Argentina, aunque por otras razones. A lo sumo, Singapur y Taiwán conservaron un lugar decoroso, y de países como Egipto, Colombia, Malasia, Filipinas y Tailandia en modo alguno puede afirmarse que hayan podido alcanzar a los que se encontraron a la cabeza del pelotón. (5)

Descartadas las modas anteriores, bastante coyunturales, el problema estriba en saber si frente a la inercia de la tríada (Estados Unidos, la Unión Europea y Japón) los países del grupo BRIC podrán seguir inyectándole dinamismo a la economía y las relaciones internacionales y limitar las ambiciones de unipolaridad estadounidense. Desde nuestro punto de vista, una pregunta bien planteada representa ocasionalmente la mitad de la respuesta. En teoría, hasta el año 2050, no debería haber mayor obstáculo para la consolidación del grupo BRIC. Pero aquí no hay pregunta, y si acaso la hubiera, consideramos que no es la adecuada.

Asia y el capitalismo

En tiempos recientes causó polémica la siguiente tesis de André Gunder Frank, que es sin lugar a dudas interesante: aproximadamente desde 1400 hasta 1800, lo que el autor llama la "economía mundial global" (de manera abusiva, desde nuestro punto de vista), estuvo dominada por Asia, y Europa no ocupó en aquélla más que un lugar marginal, salvo por su relación con las Américas (a partir de 1492). (6) A la larga, fueron los metales preciosos del Nuevo Mundo los que permitieron que los europeos acumularan lo suficiente para someter a Asia. Las pruebas que aporta el estudio de Gunder Frank son irrefutables. India (en especial Bengala) fue un lugar próspero hasta poco antes de la derrota ante los británicos en la batalla de Plassey (1757), y el mundo previo a 1800 fue en gran medida "sinocéntrico", por la productividad relativa superior de China en la agricultura, la industria, el transporte y el comercio, en contraste con Europa. (7) En el fondo, Oriente comenzó su decadencia antes de que se...

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