Pueblos indígenas y decolonialidad: sobre la colonización epistemológica occidental

AutorPedro Garzón López
CargoInvestigador indígena chinanteco (Oaxaca, México). Doctor en derecho por la Universidad Carlos III de Madrid
Páginas305-331
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PUEBLOS INDÍGENAS Y DECOLONIALIDAD
SOBRE LA COLONIZACIÓN EPISTEMOLÓGICA OCCIDENTAL
Pedro Garzón López*
RESUMEN. El presente trabajo reflexiona sobre la opresión
estructural que viven actualmente los pueblos indígenas, par-
tiendo de la premisa según la cual las “tres patas” que sostienen la
colonización “moderna” de los pueblos indígenas tienen que ver
—siguiendo el pensamiento decolonial latinoamericano— con
la colonialidad del poder, del saber y del ser. Asumir esta
perspectiva implica señalar la parcialidad de la gramática eu-
rocéntrica en el contexto de la alteridad epistémica, y reivindicar
“otras” concepciones de vidas no-modernas negadas e invi-
sibilizadas por las luces de la modernidad.
PALABRAS CLAVE. Pueblos indígenas, colonialidad del poder/saber/
ser, modernidad/colonialidad, eurocentrismo, decolonialidad.
INTRODUCCIÓN
El imperialismo cultural y el epistemicidio
son parte de la trayectoria histórica de la
modernidad occidental.
DE SOUSA SANTOS (2002: 77)
Analizaremos las formas de opresión que pesan sobre los pueblos in-
dígenas en la perspectiva intercultural, incorporando las principales
premisas deducidas del pensamiento decolonial latinoamericano, aún
* Investigador indígena chinanteco (Oaxaca, México). Doctor en derecho por la Uni-
versidad Carlos III de Madrid. Grupo de Investigación sobre el Derecho y la Justicia
(Gidyj): www.derechoyjusticia.net/es Correo electrónico: garzonpedro27@hotmail.com
Volumen 10, número 22, mayo-agosto, 2013, pp. 305-331
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PEDRO GARZÓN LÓPEZ
cuando el proyecto sobre los estudios decoloniales desborde el tema de
los pueblos indígenas, que más bien tiene un alcance planetario. El
proyecto denominado Modernidad/Colonialidad/Decolonialidad (MCD)
asume que, colonialidad y modernidad son dos caras de la mis ma
moneda, presente desde el siglo XVI en que se inaugura la expansión
colonial europea,1 sólo que la modernidad se ha auto-identificado con
la retórica de la emancipación a costa de encubrir la lógica de la
colonialidad.
No pretendemos reproducir el pensamiento decolonial ni desarrollar
un mapeo teórico general del mismo, que ya de por sí es amplio y
complejo, sino apoyarnos en sus postulados teóricos a fin de explicar
la situación de subordinación que experimentan los pueblos indígenas,
al imponerse la gramática cultural dominante que les ha negado, en-
tre otras cosas, el poder, el conocimiento y la subjetividad. Además,
pensamos que la perspectiva decolonial no sólo provee un sustrato
teórico, sino que sigue una lógica compartida en este trabajo, en el
sentido de que no pretende negar o ignorar la modernidad en el ejerci-
cio a la crítica colonial.
Por esta razón, el estudio que hacemos puede ubicarse dentro de
lo que Walter Mignolo denomina “pensamiento de frontera”, puesto
que la subjetividad indígena puede situarse en “frontera” con la cultu-
ra occidental, o parafraseando a Du Bois, constituirse en sujeto de una
“doble conciencia” (Du Bois, 1995: 47); es decir, que se moldea en
dos culturas a la vez —la indígena y la occidental— y, por ese hecho,
el ejercicio de “desprendimiento” —como veremos más adelante—
no puede ignorar la modernidad. Sin embargo, lo que sí propone el
1 Como señala Enrique Dussel, 1492 representa “la fecha del nacimiento de la mo-
dernidad; aunque su gestación —como el feto— lleve un tiempo de crecimiento
intrauterino. La modernidad se originó en las ciudades europeas medievales, libres,
centros de enorme creatividad. Pero ‘nació’ cuando Europa pudo confrontarse con ‘el
Otro’ y controlarlo, vencerlo, violentarlo; cuando pudo definirse como un ‘ego’ descu-
bridor, conquistador, colonizador de la alteridad constitutiva de la misma modernidad.
De todas maneras, ese Otro no fue ‘des-cubierto’ como Otro, sino que fue ‘en-cubierto’
como ‘lo Mismo’ que Europa ya era desde siempre. De manera que 1492 será el mo-
mento del ‘nacimiento’ de la modernidad como concepto, el momento concreto del
‘origen’ de un ‘mito’ de violencia sacrificial muy particular y, al mismo tiempo, un pro-
ceso de “en-cubrimiento” de lo no-europeo” (Dussel, 1994: 7-8).

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