Imágenes maternas

AutorAndrés Henestrosa
Páginas629-630
Inacabable recorrido y provechoso campo para estudiar y decir qué somos.
Ya hemos llegado a un punto que permite dominio de perspectivas y de rumbo.
En todo esto que ahora desordenadamente rememoro, se halla indudablemen-
te la raíz y el ala de las letras actuales.
Hasta dónde ha influido la gente y la obra en la sociedad mexicana, ten-
drán que decirlo los sociólogos; nosotros, los escritores, podemos contar una
historia distinta, más íntima, pero de seguro menos trascendente para el estu-
dio del México de este año de 1959.
3 de mayo de 1959
Imágenes maternas
Imágenes mate rnas. Así se titula un hermoso libro que ahora acaba de aparecer,
preparado por doña Celia de Ceballos. Las semblanzas maternas aquí reuni-
das, nos descubren a una buena lectora y a una madre que aspira a servir a los
hombres futuros. Es este un libro de significado singular, que no busca otra
cosa que poner en el alma del lector, la simiente de una palabra oportuna.
¿Quién que haya visto antes la ternura de un rostro materno, la hondura de
sus ojos, se atrevería a cometer un acto que degrade y mancille la figura ma-
terna? No es un extremo de cir que el hombre es una criatura femenina: la
madre, suma y cima, flor y corona, como que pierde su virtud esencial cuando
contemplamos una mala acción. La existencia de un criminal, digamos, es la
evidencia de la derrota materna. En cambio, el buen hijo, el hombre cabal-
mente realizado, es la evidencia de sus facultades.
Cuando un niño muere, hay luto en la tierra, pero cuando muere una
madre, lo hay en la tierra y en el cielo. Es como si se apagara una luz, como
si el fuego se convirtiera en cenizas. Toma un hombre cualquiera, míralo a
distintas luces, y si sabes ver encontrarás que las perfecciones que registra
son obra de mujer. Las imágenes femeninas que aquí hallamos, más allá de
un propósito literario o estético, tienen uno pedagógico, educativo, humanísi-
mo: mostrarnos la parte más pura y más tierna de la humanidad. Sus autores
–algunos nacionales, algunos extranjeros– no han necesitado recurrir a senti-
mentalismos para poner una lágrima en nuestros ojos, un buen propósito en
nuestro corazón y una buena idea en nuestras sienes. Celia de Ceballos que
AÑO 1959
ALACE NA DE MINUCI AS 629

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