La Illiada

AutorHomero
Páginas53-100
LA ILÍADA
a guerra de Troya es el acontecimiento más célebre de la
Edad Heroica Griega. Troya era una populosa y rica ciu-
dad del Asia Menor y se levantaba cerca del monte Ida a orillas
del Escamandro.
Príamo, rey de Troya, o Ilión, envío a su hijo Paris a la corte
de un rey de la Hélade. En el camino se detuvo en la corte de
Menelao, rey de Lacedemonia, se enamoró de Helena, mujer
de este héroe y la raptó.
Todos los reyes amigos de Menelao y de su hermano Aga-
menón se dispusieron a vengar este ultraje. El relato de las
batallas que en el último año del sitio (que duró 10) se rea-
lizaron, es lo que se llama La Ilíada. La Ilíada comienza con
la disputa de Aquiles y Agamenón, que trajo grandes males
al ejército y acaba con la muerte de Héctor; pero la guerra
siguió todavía hasta que Troya fue tomada y destruida por los
asaltantes.
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El sacerdote de Apolo, Crises, deseando redimir a su hija, se
presentó ante las naves aqueas con un inmenso rescate y a to-
dos, pero especialmente a los Atridas,7 caudillos de pueblos, les
suplicó así:
“¡Atridas y demás aqueos! Los dioses os permitan destruir
la ciudad de Príamo y regresar felizmente a la patria. ¡Poned en
libertad a mi hija, venerando a Apolo!”.8
Todos los aqueos aprobaron que se respetase al sacerdote,
mas el Atrida Agamenón,9 le mandó enhoramala con ame-
nazador lenguaje. El anciano sintió temor y sin desplegar los
labios fuese por la orilla del mar y dirigió ruegos al soberano
Apolo, el de la hermosa cabellera:
“Oyeme, tú, que llevas el arco de plata. ¡Cúmplase este
voto! ¡Paguen los aqueos mis lágrimas!”.
Oyóle Apolo e irritado descendió con su arco y su carcaj.
Iba semejante a la noche. Sentado lejos de las naves tiró una
flecha, y el arco de plata dio un terrible chasquido. Al principio
el dios disparaba contra los mulos y los perros, mas luego diri-
gió sus mortíferas saetas a los hombres y continuamente ardían
piras de cadáveres. Durante nueve días volaron por el ejército
las flechas del dios. Al décimo, Aquiles convocó a junta, porque
se lo puso en el corazón Hera, que amaba a los aqueos. Acu-
dieron y, una vez reunidos, Aquiles, el de los pies ligeros, dijo:
6Aquiles: Hijo de la diosa Tetis y del rey Peleo.
7Los reyes Agamenón y Menelao, hijos de Atreo.
8Apolo o Febo: Hijo de Zeus y de Latona; dios del Olimpo.
9Agamenón: Rey de Micenas y Corinto, hermano de Menelao.
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“¡Atrida! Creo que tendremos que volver atrás yendo otra
vez errantes, pues si no la guerra y la peste acabarán con los
aqueos. Consultemos a un adivino o intérprete de sueños para
que nos diga por qué se irritó tanto Apolo y si querrá apartar
de nosotros la peste”.
Cuando hubo hablado, se levantó Calcas que conocía lo
presente, lo futuro y lo pasado, y había guiado las naves hasta
Ilión10 y dijo:
—“Hablaré, pero declara y jura que me defenderás, pues
temo irritar a un varón que goza de gran poder entre los
aqueos”. Respondióle Aquiles:
—“Ninguno pondrá en ti sus pesadas manos, mientras yo
viva”.
Entonces cobró ánimo Calcas, y dijo:
“No está el dios quejoso con motivo de algún voto sino
a causa del ultraje que Agamenón ha inferido al sacerdote a
quien no devolvió su hija. Por eso el Flechador11 nos causa ma-
les, y no nos librará de la peste hasta que sea restituida sin res-
cate la doncella de ojos vivos”.
Dichas estas palabras se sentó.
Levantóse al punto el poderoso Agamenón, afligido, con
las entrañas llenas de cólera y los ojos parecidos al fuego, y ex-
clamó:
—¡Adivino de males! Jamás me has anunciado nada grato.
Siempre te complaces en profetizar desgracias. Consiento en
devolver a la joven Criseida, porque quiero que el pueblo se
10Ilión o Troya: Ciudad del rey Príamo y de sus hijos Héctor y Paris.
11Apolo.
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