La iglesia de San Joaquín de Bacalar en el siglo XVIII

AutorJuan Manuel Espinosa Sánchez
Páginas157-186
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La iglesia de San Joaquín de Bacalar
en el siglo XVIII
Dr. Juan Manuel Espinosa Sánchez.
Universidad de Quintana Roo
Las propias piedras revelan la histor ia de su cons-
trucción: inter rupciones e inicios, daños y re-
construcciones, aplicaciones en épocas de pros-
peridad, y homenajes en forma de vidriera a los
hombres ricos, que por lo general pagaban la s
facturas. La situación de la iglesia en el pueblo
cuenta otra historia: ¿Por qué se construyeron
esas iglesias? para glorif‌i car a Dios.
KEN FOLLET, Los pilares de la tierra1
La importancia de Bacalar para la Corona española
El proceso pacif‌i cador en la frontera sureste de la Nueva España no fue nada
sencillo para la Corona española debido al tránsito continuo de los mayas
idólatras y la incansable labor llevada a cabo por los ingleses, por quedarse
al otro lado del río Hondo para extraer el palo de tinte, materia prima utilizada en la
industria textil.
1 Ken Follet, Los pilares de la ti erra, 2008, p. 13.
ARTE E HISTORIA EN EL SUR COLONIAL DE QUINTANA ROO, SIGLOS XVI-XVIII
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Tras un largo periodo en el cual Bacalar2 permaneció deshabitado, al iniciar el
siglo XVIII viene un trabajo por el Estado hispano de controlar política y religiosa-
mente la Laguna de Bacalar con le refundación de una villa o ciudad, en donde las
tropas españolas constr uirán el fuerte de San Felipe de Bacalar y los franciscanos
levantarán una iglesia de piedra con el nombre de San Joaquín.
España afronta una guerra mundial en Europa y en el Atlántico mientras en
América enfrenta a Inglaterra por el control del espacio geográf‌i co, que signif‌i ca
tener posesiones en el Nuevo Mundo, así como la vigilancia marítima en las rutas
comerciales entre ambos continentes. Es decir, el dominio de la tierra en economía,
política, religión y cultura; dos mundos ambivalentes.3
Los franciscanos fu ndaron la iglesia de San Joaquín de Bacalar cerca de la Laguna
y del fuerte de San Felipe de Bacalar, para combatir la idolatría y la herejía de los
ingleses, quienes surcaban la mencionada laguna y circunnavegaban las costas
yucatecas y el mar Car ibe.4
En 1726, el gobernador Antonio de Figueroa impulsa “el repoblamiento” de la
villa de Bacalar para hacer frente a los ingleses que transitan en la laguna (la cual
lleva el mismo nombre del referido establecimiento español) y a los anglosajones
asentados en lo que hoy es la actual Belice. Los franciscanos hacen esfuerzos para
lograr un control de los indios mayas sublevados mediante u na política de reducción
y evangelizarlos sin mucho éxito. Por lo que Bacalar representó la última fortaleza
del Imperio español en la frontera sur de la Nueva España del siglo XVIII.
2 Bacalar fue u n asentamiento maya y cerca de la Lag una del mismo nombre se localizaron cen-
tros ceremoniales llamados Ciudad Mario Ancona, Ciudad de las Moras, Edif‌i cio de las Higuera s y
Núcleo de la Sahcabera, t odos ellos compuestos de pirámides y a 50 kilóme tros de Bacalar, mediante
un reconocimie nto aéreo se perciben “ la existencia de tres núcleos arque ológicos” aun sin explorar.
Lo que perm ite entender por qué los españoles f undaron un centro mil itar y religioso en Bacalar, por
la presencia de una pobla ción numerosa cerca de la propia L aguna. Véase Alfonso Villa Rojas, Los
elegidos de Dios. Et nografía de los mayas de Quinta na Roo, 1987, pp. 46, 56-57. Agradezco a Juan
José Sosa Rodríguez, por permitirme consultar esta obra de su biblioteca personal localizada en el
Ayuntamiento de Felipe Ca rrillo Puerto, Q uintana Roo.
3 Peter Sloterdijk, Esferas, 2003, pp. 66-90. Véase Jorge González Du ran, Los rebeldes de Chan
Santa Cruz, 1978, pp. 32-34. Los indígenas fue ron obligados a construi r iglesias, casas de piedra par a
los españoles, ademá s los mayas fueron sometidos a u na nueva religión, a pagar tributo a l a esclavitud
mediante la encomienda y obligados al servilismo. Agradezco a Juan José Sosa Rodríguez, por
permit irme consultar est a obra.
4 Archivo Histór ico del Arzobispado de Yucatán, (en adela nte AHAY), Colaciones Franciscanas,
1660 -1707, v. I, f. 4r.-f. 10r.

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