La Criminología en México

AutorDaffny P. Rosado Lope
CargoLicenciado en Criminología;
Páginas231-246

    Licenciado en Criminología; Instituto Politécnico Nacional 1940-1945, Profesor investigador de Biología.

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Una etapa desconocida

En el año 1945 se creó en el Instituto Politécnico Nacional una nueva carrera: la licenciatura en Criminología. Se planteó con base en un proyecto elaborado por Eduardo Almaraz Harris, con el objetivo de formar profesionales capacitados para investigar las causas que generan conductas delictivas, así como las reincidencias, para orientar, actualizar y fortalecer las medidas adecuadas de prevención en ambos casos. Capacitados, además, en técnicas de investigación criminal. Nacer y desaparecer fue su destino, sólo egresaron tres generaciones. La razón para cancelarla, según noticias, que la Universidad Nacional Autónoma de México había ponderado que no se trataba de una carrera técnica y que por esto, no le correspondía al Instituto la formación de profesionales en la materia. Se dio la noticia de que la carrera pasaría a la Universidad.

Curiosamente, Almaraz Harris fue el redactor del Código Penal de 1929, que tuvo el mismo destino que la nueva carrera, fue derogado al año siguiente. La razón que se dio entonces fue, que se trataba de un Código que tenía el “defecto” de ser positivista y quienes tenían la facultad de derogar, les pareció impropio. Ahora nos preguntamos si esta razón fue la misma por la que se decidió suprimir la carrera que también tenía bases positivistas. Según esto, Almaraz Harris se habría colado por un resquicio para que autorizaran laPage 232 carrera sin ser detectado. Los positivistas no eran bien vistos entonces, y presiento que ahora tampoco. Lo cierto es que no se dio difusión al nacimiento de esta licenciatura y no sé si de manera intencional o por azar, la noticia llegó precisamente a quienes egresábamos de la Escuela Nacional de Maestros, que estaba cerca de las primeras instalaciones del Instituto, y esto fue a través de compañeros o maestros. Nos ofrecieron la revalidación de estudios como equivalentes a los de preparatoria o vocacional de tal manera, que podíamos ingresar directamente a la carrera.

Así varios egresados decidimos inscribirnos. Otros alumnos, provenían de carreras universitarias que empataban bien con la nueva licenciatura y tenían la oportunidad de complementar y enriquecer su preparación profesional. Así, fuimos condiscípulos de licenciados en Derecho, Psicólogos, y otros con carreras truncas o afines. El plan de estudios era multidisciplinario, incluía materias propias de la licenciatura en Derecho, así como Psicología, Psiquiatría, Biotipología, Política Criminal, Dactiloscopia, y otras, con la práctica correspondiente en cada una de ellas. Los maestros eran profesionales de prestigio, entre ellos, el criminólogo Don Alfonso Quiroz Cuarón, muy reconocido en el medio. La carrera era de tres años, con un horario de 5 de la tarde a 10 de la noche de lunes a viernes y frecuentemente, los sábados hacíamos visitas a centros hospitalarios, tanto para enfermedades físicas como para enfermedades mentales, también visitamos cárceles y centros de reclusión para menores y barrios marginados, algunos considerados peligrosos.

Cada visita nos obligaba a comportarnos como verdaderos investigadores, tomabamos nota de todo lo observado y hacíamos preguntas a las personas del lugar; el siguiente paso era hacer un reporte, emitir una opinión y sugerir los cambios que a juicio nuestro debían hacerse para mejorarlo y nuestro porqué en cada caso. En clase, las observaciones se exponían, comentaban y comparaban, para notar diferencias y coincidencias; como era natural, en algunos aspectos coincidíamos todos, pero no en otros, habían aspectos que muy pocos notaban, pero al sumarlos, el corolario se enriquecía. Los comentarios más importantes se centraban en la enorme importancia que tiene verificar los porqués, que en este caso provenían de interpretaciones subjetivas sin valor probatorio. En cada nueva visita las observaciones mejoraban notoriamente en cuanto a extensión de campo, profundidad y enfoque, nos estaban entrenando para aprender a observar. La capacidad de observación se entrena.

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La dinámica de las clases de Psicología y Psiquiatría tenía un enfoque orientado a valorar los efectos del impacto del medio sobre la personalidad en desarrollo, fundamentalmente en la infancia y en el entorno familiar, donde se forman hábitos y modalidades de respuesta a los problemas. Derivado de lo anterior se planeaban ejercicios en los que el maestro daba los síntomas significativos de un paciente neurótico y trabajando en equipo, nosotros elaborábamos la posible historia de su infancia que después se comparaba con la verdadera historia clínica.

Así fuimos uniendo teoría y práctica. Comprendimos que la capacidad de observación debe estar en permanente entrenamiento y que son más recomendables las decisiones colegiadas que las individuales. Cada una de las experiencias acumuladas ampliaban progresivamente nuestra capacidad para establecer correlaciones entre conocimientos aparentemente inconexos. Captamos la importancia que tiene opinar después de conocer, escuchar y razonar, la de valorar, después de comparar. Nuestros conceptos eran cada vez más amplios y más firmes. El razonamiento fue haciendo cada vez más sólida nuestra convicción.

Nuestra filosofía

Considerando que nadie decidió nacer ni escogió a sus padres; que tampoco pudo decidir el país, el idioma, las costumbres, la religión, si es que tiene alguna, que no pudo escoger los genes que le tocaron, que fue conducido y por lo tanto educado de acuerdo con lo que por azar sus padres recibieron, de otros padres que ellos tampoco escogieron; si ni siquiera pudo escoger su nombre, si además tiene que sujetarse a normas de conducta que el núcleo familiar que no escogió, le impone; considerando también que la familia es la unidad del todo social, es obvia la conclusión: debemos aceptar que cada uno de nosotros es, finalmente, un producto social en el que quedan incluidas las personas que delinquen.

Siendo el delincuente un producto social no es muy difícil comprender por qué en lugar de castigarlo “para expiar culpas” (venganza), pensamos que la sociedad debe asumir su responsabilidad y hacer todo lo necesario para lograr su rehabilitación. Comprender la importancia de llegar al porqué, cerró la puerta a los procedimientos sin rumbo que nunca alcanzan meta alguna. Proceder al tanteo, equivale a buscar con los ojos vendados, un alfiler en un campo deportivo.

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La metodología criminológica básica

La metodología para lograr los objetivos, aquí lo positivista, sigue la lógica científica, aunque con relevantes diferencias: mientras en las Ciencias Naturales los porqués se confirman objetivamente mediante cuidadosos experimentos, en las Ciencias Sociales se presumen subjetivamente analizando coincidencias, resultados de encuestas, experiencias históricas, entre otros elementos. Mientras los primeros obedecen a causas naturales que son uniformes, los segundos dependen de causas sociales que no lo son. Las Ciencias Naturales o experimentales, miden objetivamente con muy pequeño margen de error y comparan, mientras las sociales por la imposibilidad de medir comparan con criterio subjetivo. En la planeación de un experimento, las variables se controlan para identificar cuál o cuáles causan el efecto. En el medio es casi imposible hacerlo porque no podemos sustraer a las personas de él y evitar su influencia, pero si es posible hacerlo en los reclusorios donde el núcleo humano está aislado. En condiciones de aislamiento podemos experimentar, introduciendo formas controladas de convivencia para notar sus efectos, en los posibles cambios de conducta.

Los protocolos de investigación deben cubrir todos los requisitos inherentes a un procedimiento planeado. Para prevenir la proliferación de personas con predisposición delictiva o para evitar en lo posible que un delincuente primario reincida, es necesario e imprescindible identificar las causas que incuban tanto al delincuente primario como al reincidente. Describir el qué, el cuándo, el dónde, y la creencia, es relativamente fácil, pero llegar al porqué, no lo es tanto; llegar al porqué es distintivo de la ciencia. Quizá el hecho de que la ciencia sea una creación humana monumental que se apoya en la evidencia experimental y desestima los dogmas se ha vuelto en su contra, (imagino el por qué), no obstante que con frecuencia se nos dice una y otra vez: “Sean creativos”. Es que crear, ¿Es acaso imitar o suplantar a alguien? El hombre como todo ser vivo es producto de dos factores: la herencia y el medio, por lo que es en estos dos ámbitos donde un criminólogo investiga para detectar las causas que generan una conducta delictiva y nuestro procedimiento, por ser natural, parte de lo que sabemos, así como del conocimiento de experiencias exitosas que en la materia han tenido otros países donde la criminalidad y la reincidencia son muy bajas.

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Un paréntesis

Quizá la insistencia en resaltar la necesidad de llegar al por qué en toda investigación que se precie de ser científica se debe a que en mis 20 años de estudiante, solamente un maestro, al que admiré, lo hizo notar y...

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