Los horizontes de la ética: ideas y desafíos

AutorTeresa Kwiatkowska
Páginas15-31
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Los horizontes de la ética: ideas y desafíos
Desde el inicio de las civilizaciones y dondequiera que han aparecido, los seres
humanos hemos alterado nuestro ambiente físico y biológico. No existe, a
lo largo de la historia, ninguna visión social ni imagen de la naturaleza que
no englobe la interacción activa entre los humanos y su medio. La naturaleza ha sido a
la vez condición previa y consecuencia de la vida humana que no puede prescindir del
entorno natural, y estas relaciones recíprocas entre las condiciones naturales y nuestra
existencia han variado enormemente a través del tiempo y el espacio. Durante gran
parte de la trayectoria humana, estas propiedades han determinado las posibilidades
y los horizontes de las sociedades. En el teatro de este mundo, en el cual somos a la
vez espectadores y actores en el proceso de las modif‌i caciones del entorno natural,
competimos con plantas y animales, por agua y tierra, en una lucha constante de su-
pervivencia. Toda la historia de las civilizaciones presenta evidencias de las transfor-
maciones, frecuentemente irremediables, del ambiente físico y biológico. La alteración
sustancial de la vegetación, la degradación de los suelos, la modif‌i cación del paisaje
y la explotación de los bosques por varios milenios han sido extensas y profundas.
De acuerdo con múltiples y crecientes evidencias, muchos cambios ambientales de
importancia signif‌i cativa se gestaron en las sociedades preindustriales. Estudios re-
cientes concluyen que las modif‌i caciones del uso del suelo, junto con la extensiva tala
de árboles, durante varias épocas afectaron el clima en forma parecida al uso de los
combustibles fósiles.
Pese a que en la gran historia natural de la humanidad todavía quedan oscuras
lagunas o preguntas que probablemente nunca serán aclaradas, sobran ejemplos e
ingeniosas evidencias de las transformaciones antropogénicas del mundo natural. Para
mencionar algunas, me remontaré al periodo clásico temprano, cuando la alteración
del paisaje no se limitó a la introducción de plantas y animales exóticos; en muchas
CONTROVERSIAS DE LA ÉTICA AMBIENTAL
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partes de Grecia, por ejemplo, hubo varios intentos por secar lagos y estanques
con el f‌i n de aumentar el área aprovechable para la agricultura y la ganadería. La
gran necesidad de combustible, así como de madera para la construcción de casas,
herramientas, buques, carros y máquinas de guerra llevó a los griegos a explotar
los bosques de una forma tan sistemática como nunca hasta entonces. De manera
parecida, recientes investigaciones cuestionan la tesis de un prístino reino natural,
donde los aborígenes vivían en armonía con la naturaleza. Existe la hipótesis que
señala que, desde hace aproximadamente 11 000 años, los humanos provocaron la
extinción de muchos de los grandes mamíferos de América del Norte y del resto del
mundo, en particular en las islas y las zonas no habitadas antes por la humanidad. Se
supone también que los humanos fuimos los causantes de la desaparición de vastas
áreas de la primitiva selva tropical, de la consecuente destrucción del bosque na-
cido de semillas en las tierras que, una vez abandonadas por ser poco productivas,
trajeron consigo grandes alteraciones en la biodiversidad.
El continente europeo, de los siglos XI al XIII, fue testigo de la inmensa desaparición
de áreas boscosas que quedaron casi desnudas en el ocaso de la Edad Media a causa del
avance de las sociedades humanas. Sin embargo, durante los dos últimos siglos, XIX y
XX, la vertiginosa expansión de la industrialización, de la tecnología y de las ciudades
se ha convertido en una seria amenaza para la biodiversidad del planeta y de la biosfera.
Cuestiones como la posibilidad de los cambios climáticos, la contaminación de los
mares, la desertif‌i cación de los suelos, la destrucción de la biodiversidad y la erosión
del suelo han sido discutidas ampliamente, así como también la apremiante exigencia
de enfrentar estas dif‌i cultades por medio de la conservación, el control demográf‌i co,
la reducción de la contaminación y el sabio uso de recursos naturales.
No cabe duda de que, tanto la diversidad biológica como la información gené-
tica, transmitidas y desarrolladas a lo largo de mil millones de años de evolución,
tienen una enorme importancia social, económica, científ‌i ca y estética. Es inne-
gable también que durante la trayectoria histórica de las civilizaciones los seres
humanos hemos desarrollado un conocimiento, lo suf‌i cientemente extenso, acerca
de las interacciones entre el ambiente social y el natural, para poder afrontar la
conservación de la diversidad biológica y cultural en un esfuerzo integral bien
proyectado. A pesar de la gravedad de cada problema particular, hay que recordar
que la cuestión ambiental no se reduce a la pérdida de las especies de f‌l ora y fauna,
de tales o cuales características, de tal o cual región del mundo, ni a la posibilidad
de diversos cambios climáticos o la degradación de los ecosistemas silvestres. El
problema ambiental contemporáneo es una faceta de los múltiples retos sociales,
políticos, económicos y naturales que enfrentan las sociedades. El amplio abanico
de problemas demográf‌i cos, tecnológicos, económicos, sociales, políticos, militares,

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