Guatemala: De la Mano Dura a la Mano Solidaria

AutorIgnacio Medina Núñez
Páginas1-29
Introducción

Después de 1954, Guatemala vivió 32 años de militarismo y dictadura con más de 200 mil víctimas. Se celebró la transición a la democracia hasta el proceso electoral de 1985, en donde se tuvo de nuevo un gobierno civil, el del presidente Vinicio Cerezo. Pero la situación crítica del país en lo económico y lo político no varió con los gobiernos civiles de la derecha y, por ello, han sido sorprendentes las elecciones presidenciales de noviembre del 2007 que dieron el triunfo a Álvaro Colom, con una tendencia socialdemócrata declarada que recuerda los planteamientos de cambio del gobierno derrocado de Jacobo Árbenz en 1954.

Este artículo trata de resumir el contexto histórico de Guatemala en su transición de la guerra civil a los acuerdos de paz de 1996 para llegar a la coyuntura de las elecciones del 2007. Y dentro de ésta, se analiza la contienda cerrada de posiciones de los dos principales candidatos a la presidencia para mostrar en lo general los lineamientos del proyecto ganador del nuevo presidente Colom.

De la guerra civil a los acuerdos de paz

El movimiento del 20 de octubre de 1944 en Guatemala organizado contra la dictadura del General Ponce ofreció al país, por primera vez en su historia desde la independencia en 1823, la oportunidad de mayores libertades políticas y, en particular, la posibilidad de organizar un proceso electoral competitivo. Con una nueva constitución, asumió la presidencia Juan JoséPage 2Arévalo con el 86% de los votos en 1945 e inició una etapa de reformas para suprimir los trabajos forzados sobre los indígenas, la libre sindicalización de los trabajadores, el establecimiento de salarios mínimos, la creación de instituciones de seguridad social. Estas tareas fueron enfatizadas por el siguiente presidente, Juan Jacobo Árbenz, quien de manera particular propuso la iniciativa de la reforma agraria, con la cual se comenzaron a expropiar miles de hectáreas de tierra a favor de los campesinos.

Después de una etapa de diez años de democracia y reformas, el primero de septiembre de 1954, fue derrocado Jacobo Árbenz por militares guatemaltecos apoyados por la oligarquía económica del país, por la United Fruit Co. (que se había sentido afectada por el proyecto de la reforma agraria) y por el gobierno de Estados Unidos, contando con la colaboración de los gobiernos de Nicaragua y Honduras. Monterroso lo dice de la siguiente forma: "el gobierno de los Estados Unidos decidió en 1954 derrocar al gobierno legítimamente constituido de Jacobo Árbenz Guzmán, y acabar de un solo golpe con el intento democrático y con las aspiraciones de una vida más justa para nuestras mayorías indígenas, y para los trabajadores guatemaltecos en general, de la ciudad y del campo" (Monterroso, 1996). Fue impuesto entonces el Coronel Castillo Armas y se inició la etapa del desmantelamiento de las reformas de los dos gobiernos anteriores: se devolvieron las tierras a sus antiguos dueños y se suprimieron las libertades otorgadas por la Constitución. La misma Constitución fue modificada en febrero de 1956, instaurándose un régimen de persecución y represión sobre los simpatizantes de los gobiernos precedentes y sobre todos los movimientos populares.

Esta situación y la falta de salidas políticas para solucionar la opresión interna provocó el inicio del conflicto armado en Guatemala en 1960:Page 3organizaciones guerrilleras surgieron para enfrentar al ejército gubernamental, las cuales formaron varios grupos que finalmente se aglutinaron en la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG)1.

Se provocó una situación de guerra durante cerca de 40 años que tuvo un elevado costo social. En diciembre de 1996, la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos en Centroamérica (CODEHUCA) reconoció 150,000 muertos, 50 mil desaparecidos, un millón de desplazados. De manera particular, la CODEHUCA enfatizó: "Estados Unidos es responsable de los abusos de los derechos humanos en Guatemala, al igual que los gobiernos de Israel, Taiwán, Corea del Sur y en su momento Chile y Argentina (durante las dictaduras castrenses), por el financiamiento y la asesoría que dieron a los militares guatemaltecos, a quienes enseñaron técnicas de tortura y desaparición forzada" (Shetemul H., 1996). Las consecuencias de esta prolongada guerra está bastante documentada: "Según el informe La Memoria del Silencio, elaborado por las Naciones Unidas, durante las más de tres décadas de enfrentamientos armados, más de 200,000 personas murieron por causas violentas y hubo 658 masacres, de ellas 626 cometidas por parte del ejército y las fuerzas paramilitares. El 83% de las víctimas de la guerra fueron Mayas... Como consecuencia de la guerra, hasta un millón de personas vivió temporalmente como desplazados internos, y unos 200,000 buscaron refugio en los países vecinos y en Estados Unidos y Canadá" (Kalny E., 2003: 3-4). El presidente triunfante de las elecciones de 2007, Alvaro Colom, en su discurso de toma de posesión mencionó que "250 mil guatemaltecos quedaron en esa guerra" (www.guatemala.gob.gt).

En 1966, hubo otra coyuntura en donde se pudo haber retomado la participación de la oposición por la vía electoral cuando la guerrilla apoyó alPage 4Partido Revolucionario (PR), que se proclamaba como heredero de la revolución de 1944-54 y quiso participar en la vida política. Sin embargo, cuando ganó el candidato del PR, Julio César Méndez Montenegro, el gobierno volvió a lanzar toda la fuerza del ejército en contra del movimiento guerrillero, en una confrontación que duró varias décadas.

Fue hasta las elecciones de 1985 cuando el gobierno pasó de manos militares a un civil, en la persona de Vinicio Cerezo, presidente de la República de 1986 a 1991, del partido de la Democracia Cristiana. Sin embargo, el poder de los militares se mantenía casi intacto:

    "El gobierno electo del presidente Cerezo no logró poner fin a los métodos represivos ni modificar los dispositivos contrarrevolucionarios que los justificaban y hacían posibles. Bajo el gobierno demócrata cristiano hubo no menos de 2000 muertes violentas, en su mayoría ejecuciones extrajudiciales, y 500 secuestros seguidos de desaparición" (Rouquié A., 1994: 325). Permanecía, pues, la estructura de la militarización del país dentro de los gobiernos civiles: "La militarización total del país significa que son escasos los rincones y actividades que no sufren la intervención del Ejército... La militarización del país ha significado un crecimiento de los gastos del Ministerio de Defensa, el cual absorbe no menos del 40% del presupuesto nacional" (Piedrasanta en Medina, 1997).

Después de todo este período sangriento, el 29 de diciembre de 1996, finalmente se firmó el "Acuerdo Final para una Paz Firme y Duradera" entre el gobierno del Presidente Álvaro Arzú (Partido Avanzada Nacional) y los representantes de las organizaciones guerrilleras que integran la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). La firma de la paz con el gobierno de Álvaro Arzú estuvo simbolizada, por parte de la URNG, con las firmas de Ricardo Ramírez -Rolando Morán-, del EGP, de Jorge Soto -Pablo Monsanto- de las FAR, de Ricardo Rosales -Carlos González- delPage 5PGT, y de Jorge Rosal, de la ORPA. El acuerdo establecía el cese de hostilidades entre gobierno e insurgencia, la paulatina inserción de los combatientes en la vida política nacional, la posibilidad de conversión de la URNG en un partido político, y una amnistía para los responsables -tanto del ejército como de la guerrilla- que hubieran cometido violaciones contra los derechos humanos.

Ricardo Ramírez, uno de los dirigentes de la antigua guerrilla, afirmó durante la firma del acuerdo de paz: "la lucha armada fue inevitable cuando se suprimieron todos los caminos políticos para recuperar la democracia" (IRIPAZ, 1996:123). Pero las condiciones habían cambiado. Por un lado, la guerrilla comprendió que no estaba ya en condiciones de aspirar a la toma del poder político en el país por la vía armada. "Después de 30 años de guerra, la guerrilla debilitada, dispersa, no puede aspirar a tomar el poder" (Rouquié A., 1994:325). Y, por otro lado, el gobierno guatemalteco, a pesar de la represión sangrienta, tampoco podía aspirar a una victoria contundente sobre el movimiento armado. La necesidad del diálogo partía, pues, de la aceptación de la imposibilidad de derrotar completamente al adversario. Finalmente, también el contexto político regional con la intervención del grupo de Contadora2y la reunión de presidentes centroamericanos en Esquipulas3animaron también el proceso para terminar un conflicto armado que ya estaba asfixiando la economía de la zona y exacerbando los problemas más que resolverlos.

"Internamente, a partir de 1982, se inició en Guatemala un proceso de transición a la democracia que, aunque de lento decurso, modificó los posicionamientos asentados en el autoritarismo y la ideología que no habían hecho viable el inicio de la negociación. En efecto, en el marco de la nueva realidad interna y externa, la insurgencia empezó a considerar laPage 6imposibilidad del triunfo militar y de obtener algunos resultados negociados, en tanto que el Estado en proceso de democratización, a su vez, inició la consideración de una solución política en vez de militar al largo conflicto" (IRIPAZ, 1996:3).

Antes que Guatemala, ya Nicaragua y El Salvador se habían adelantado en la firma de acuerdos de paz para poner fin a la guerra en sus respectivos países. Las elecciones en Nicaragua en 1990 en donde triunfó y se respetó la victoria de la señora Violeta Barrios de Chamorro a través de la Unión Nacional Opositora (UNO), dieron otra dirección al...

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