Gregorio Méndez

AutorAngel Pola
Páginas329-340
˜ 329 ˜
Gregorio M Èndez
1836-1887
TRES AÑOS antes del de su muerte, al caer la
tarde, acostumbraba vagar por el Zócalo y el
jardín de Catedral, flacucho, cabizbajo, car-
gado de hombros, haciéndole arrugas el traje
por todo el cuerpo y apoyado en un bastón
andaba trabajosamente, porque un reúma
se le había declarado en rebeldía, paralizán-
dole las articulaciones de las rodillas; así es
que para poder andar daba zancadas hacien-
do grandes esfuerzos. Luego que el sudor le
bañaba la frente, volvía jadeante a su hogar,
ya entrada la noche casa número 4 de la ca-
lle del Ex-Seminario, y cenaba para tomar la
cama. En el trayecto muchas cabezas se le
descubrían y contestaba con mucha fami-
liaridad, pronunciando un nombre propio
y tuteando al sujeto. En la casa una turba
de jóvenes de Tabasco le hacían a su llegada
agasajos de padre y entonces el enfermo per-
día su gravedad por la satisfacción de tanto
cariño y chanceaba y reía con todos ellos,
que le formaban Corro. A veces su frente
serena se nublaba, contraía los labios, fijaba
los ojos y prorrumpía en regaños paternales
contra algún joven.
Y era porque a quien así reconvenía
había faltado en el día a la oficina en que
estaba empleado o a la asistencia de sus
clases; porque ese hombre, en medio de
sus crueles dolencias, se informaba día
con día de la conducta de los menores
que vivían a su lado y que le tenían por
tutor de orden de sus padres, unos hacen-
dados y comerciantes tabasqueños que
profesaban mucho respeto y confianza a
D. Gregorio. Por esos días El Socialista, La
Época, El Hijo del Trabajo, El Monitor Repu-
blicano, El Diario del Hogar y La Patria le
postulaban para gobernador del Estado de
Tabasco. “—Es en vano; yo no he de ser.
—¿Por qué, D. Gregorio, si hasta en San
Juan Bautista lo postulan? —le replicaba
uno de tantos. —Porque las elecciones ya
no las hace el pueblo. —Supóngase usted
que no, pero aun los del mismo Gobierno
del Estado quieren a usted; además, usted
ha sido gobernador y lo conocen. —Pre-
cisamente por eso no lo seré. Yo goberné
en tiempo de Juárez, cuando se goberna-
ba con la ley”.

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